De la PC a la nube

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Michael Dell acaba de recomprar todas las acciones de la empresa de computadoras que fundó y que lleva su nombre. Para esa gigantesca operación financiera tuvo la ayuda de Microsoft, que poco después adquirió Nokia, uno de los mayores fabricantes de teléfonos celulares.1 Antes, Google había comprado la división de celulares de Motorola. El mismo día en que Dell completó su retirada de la bolsa, Twitter, un jugador relativamente nuevo en esta arena, anunció su salida al mercado bursátil siguiendo los pasos de Facebook, otro recién llegado. Están pasando cosas en el ambiente informático, cosas que comenzaron a gestarse tiempo atrás, y que permiten avizorar el mundo de la próxima década. Sería ingenuo, dada la velocidad de los cambios, proyectar la mirada más allá.

El mundo informático al que nos asomamos fue organizándose como una galaxia, pero al revés: no por la dispersión sino por la convergencia de sistemas diferentes. Convergencia es una palabra que reaparece cada tanto en este ambiente, con significados que van variando según las circunstancias. En este caso podemos hablar de la inesperada sinergia entre sistemas tan distintos como Hotmail, de Microsoft, y la iTunes Store, de Apple, cada uno de los cuales generó formas inéditas de actividad humana. Impulsados por el viento favorable de la tecnología de banda ancha, en algún momento los espacios gravitatorios de esos sistemas se cruzaron, se fundieron, y estallaron en otro nuevo que los absorbe y reúne. Los medios han bautizado este nuevo sistema, o partes de él, como la nube.

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Hotmail, el servicio de correos basado en Internet, adquirido por Microsoft en 1997, no sólo fue la primera red social de alcance mundial en el sentido moderno, sino que puso en circulación un nuevo paradigma: una enorme cantidad de gente comenzó a trabajar con una misma aplicación, disponible en todos los idiomas y cada vez más sofisticada en sus prestaciones, y que no residía exactamente en su computadora como había sido el caso hasta entonces con cualquier programa informático. Más aún, en la computadora de esa gente tampoco se alojaban los mensajes administrados por esa aplicación, que quedaban guardados en los servidores del prestador. Unos 400 millones de usuarios en todo el mundo intercambian hoy mensajes por Hotmail, y otros tantos lo hacen por sistemas similares que emplean el mismo esquema.

Cuando en el 2003 Apple lanzó el iPod y puso en funcionamiento la iTunes Store, no sólo arrojó un salvavidas a la industria de la música grabada, acosada por la piratería, sino que instaló, como antes Hotmail, un nuevo paradigma: un dispositivo capaz de procesar determinados contenidos, enlazado electrónicamente a un proveedor comercial de esos contenidos. Apple tuvo que convencer a las grabadoras de que les convenía vender canciones sueltas y no álbumes, cobrar menos de un dólar por canción, y eliminar los sistemas de protección (DRM). No fue fácil, pero al cabo de diez años iTunes tiene 525 millones de usuarios, sirve a más de 315 millones de dispositivos, y lleva vendidas 25.000 millones de canciones en todo el mundo. Otros tantos adquieren contenidos digitales a proveedores que emplean el mismo paradigma.

Por cierto, hubo otros sistemas de mensajería antes de Hotmail y hubo otros comercios virtuales antes de iTunes. Pero hago foco en ellos porque la magnitud de la adhesión que lograron proveyó la masa crítica necesaria para ensayar los nuevos paradigmas y comprobar su factibilidad. Debe reconocérsele a Microsoft, además, la noción de asociar estrechamente el sistema operativo con el navegador de Internet, noción que fue resistida por sus competidor Netscape ante la justicia. Como suele ocurrir en estos casos, la justicia falló a favor de Netscape y la realidad siguió por el camino que Microsoft había entrevisto. El navegador y el sistema operativo tienden a ser una y la misma cosa, como lo han entendido Apple y Google, porque la nube es el mayor periférico jamás concebido.

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Aunque fue sumando prestaciones, Hotmail se mantuvo más o menos en su forma original durante una década. En el 2007 empezó a mutar. Ya convertido en un administrador de información personal, pasó a formar parte de un conjunto denominado Windows Live que incluía, además del germen de una red social, aplicaciones para ser usadas en línea (como el propio Hotmail), programas para descargar y, en algunos casos, aplicaciones de uso alternativo. Y amplia disponibilidad de espacio en los servidores de Microsoft, para guardar e intercambiar fotos, documentos, etc. En 2013, finalmente, adoptó casi el mismo nombre del administrador de mensajes e información personal que integra el paquete de aplicaciones de oficina Office: Outlook.com. Esto no fue falta de imaginación ni casualidad, sino un anticipo de hacia dónde sopla el viento.

El primer paquete de Office que compré hace unos 20 años venía en una caja que incluía tres o cuatro manuales gruesos como una guía de teléfonos, decenas de diskettes de instalación, y costaba un dineral. Hoy Microsoft me da a elegir entre una versión instalable en una computadora, o un abono anual a una versión en línea, Office 365, que puedo usar (legalmente) hasta en cinco computadoras, y que además incluye la versión instalable para seguir trabajando si se corta la conexión a Internet. También incluye actualizaciones permanentes, y varias hectáreas de espacio en sus servidores para utilizar como si fuera mi propio disco rígido. Cuando se hacen las cuentas, alquilar no parece tan descabellado. Al fin y al cabo, el software nunca fue algo que se pudiera comprar, sólo se adquiría una licencia de uso.

Hoy Microsoft me da a elegir, pero esto es sólo una transición. En el futuro sólo va a existir la versión en línea, de acuerdo con el concepto de software como servicio, que es el que más temprano que tarde va a ir imponiéndose en toda la industria: Adobe ya adoptó ese camino para la versión más reciente de sus programas de diseño y edición. Y lo mismo va a ocurrir, qué duda cabe, con los sistemas operativos. Microsoft nos viene entrenando para el nuevo paradigma (sin quererlo primero, deliberadamente después) desde el lanzamiento de Hotmail en 1996, pasando por la puesta en marcha de las actualizaciones automáticas de Windows en el 2000, hasta la oferta de las aplicaciones en línea de Windows Live en el 2007.

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Pero al mismo tiempo, Microsoft está en proceso de adquirir o estrechar alianzas con fabricantes de hardware, como Dell o Nokia. ¿Qué significa esto? Para entenderlo tenemos que atender a la otra cara del nuevo paradigma, la que persiguió Apple desde siempre, la que tan bien asimiló Amazon, la que está ensayando Google. Y a la que ahora quiere sumarse la empresa de Bill Gates. Se trata de un paradigma que no gira en torno del sistema operativo, tal como lo entendió siempre Microsoft, y lo impuso al resto de la industria durante décadas, sino que tiene como eje el hardware, el dispositivo o, mejor dicho, a esta altura de la historia, una constelación de dispositivos.

Amazon, que empezó siendo un despachante de libros de papel encargados por Internet, se convirtió en el principal proveedor de libros digitales a partir de 2007 cuando ofreció su propio lector, Kindle, que además es un dispositivo simple y directo para adquirir y descargar nuevos títulos prácticamente desde cualquier lugar. La compañía no proporciona cifras, aunque estimaciones independientes dicen que Kindle representa el 50% del mercado de lectores de libros digitales. Borders y Barnes & Noble, las dos grandes cadenas de librerías de los Estados Unidos, acusaron el impacto: Borders, que ignoró la llegada de la era digital, desapareció, y Barnes & Noble, que se dio cuenta tarde, presentó en 2009 su dispositivo lector, Nook. Pero tras un comienzo auspicioso, perdió la carrera no sólo frente a Amazon, sino también frente a Apple, cuyo iPad es a los libros lo que el iPod a la música digital.

El concepto de un dispositivo –estático o portátil, eso no importa– asociado a un proveedor comercial, puesto en circulación por Apple y exitosamente replicado por Amazon, se ha colocado ahora en el horizonte de los principales jugadores en este momento de la evolución informática. Con la intención de imitar ese modelo Microsoft concibió su tableta Surface, pero también selló su alianza con Dell y adquirió Nokia, al tiempo que abrió las puertas de su Microsoft Store; por las mismas razones Google lanzó sus tabletas y teléfonos Nexus, y sus computadoras Chromebox y Chromebook, adquirió Motorola y mantiene una estrecha colaboración con Asus, e inauguró el local virtual de su Chrome Store.

Debe señalarse que estas stores, o tiendas virtuales, no sólo funcionan como proveedor minorista de contenidos, servicios y aplicaciones, pagos o gratuitos, para usar en línea o para descargar, sino que apuntan a convertirse en el proveedor casi exclusivo para cada una de las galaxias. Esto ha comenzado a verse palmariamente en el caso del software. Con el pretexto de vigilar la estricta compatibilidad de los programas producidos por terceros, Apple sólo permite que sus dispositivos puedan descargarlos desde sus propias tiendas, aunque sean gratuitos; Google empezó a recorrer este camino, y lo mismo ha hecho Microsoft, tal como han comprobado quienes estrenaron el nuevo Windows 8. Aunque los usuarios encuentran rápidamente atajos para sortear estas restricciones, la tendencia es ésa.2

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En resumen ¿qué cambios anuncia todo esto para el usuario? ¿Qué significa esa nube de la que todos los días hablan los medios sin que se entienda bien qué quieren decir? Para quien esto escribe, hablar de la nube es lo mismo que describir un cielo estrellado tal como se presenta a simple vista. Lo que parece una nube es en realidad una acumulación de galaxias. El ambiente informático está configurándose, como dijimos al comienzo, en tres o cuatro galaxias dominantes, y el usuario podrá elegir en cuál de ellas prefiere vivir su vida virtual, aunque las diferencias entre esas verdaderas plataformas de servicios no serán realmente muy significativas.

Escribimos más arriba que la nube era el mayor periférico jamás concebido. Habría que corregir esa frase: la nube tiende a convertirse en realidad en el corazón del sistema, y los dispositivos de los usuarios pasan a ser apenas sus periféricos. Tal como se presenta en este momento a nuestros ojos, la nube muestra estas características fundamentales:

GalaxiaAppleGoogleMicrosoft
SISTEMA OPERATIVOiOS / OS XChrome/AndroidWindows (varios)
NAVEGADORSafariChromeInternet Explorer
BUSCADORGoogleBing
ALMACENAMIENTOiCloudGoogle DriveSkyDrive
TIENDA COMERCIALiTunes Store (y otras)Chrome Store (y otras)Microsoft Store (y otras)
APLICACIONES ONLINEQuickOffice (gratuito)Office Web Apps (gratuito)
Office 365 (pago)
BLOGOSFERABlogger/BlogspotSpaces (discontinuado, transferido a WordPress.com)
ESPACIO SOCIALGoogle+Profile (rudimentario)
DISPOSITIVOSiPod, iPhone, iPad, Computadoras, Notebooks, etc.Tabletas y teléfonos Nexus, Chromebox, Chromebook, Google Glass, etc.Tabletas Surface, consola Xbox, Computadoras, Notebooks, etc.

Dentro de esas galaxias, el usuario se encontrará con que:

  • La computadora personal será un dispositivo más dentro de una amplia constelación (desde un teléfono celular a un “televisor inteligente”, y desde una tableta a un reproductor de música).
  • Todos estos dispositivos estarán vinculados a una plataforma de servicios, organizada en torno de un sistema operativo/navegador de Internet.
  • Cada plataforma de servicios incluirá un comercio minorista que proveerá al usuario mediante abono o alquiler los contenidos típicos a los que quiera tener acceso (música, noticias, libros, películas, información)
  • Cada plataforma ofrecerá además, como servicio disponible en línea mediante abono o alquiler, el software que el usuario necesite para ejecutar cualquier tarea en su computadora (procesador de texto, planilla de cálculo, programas de diseño, de edición, de composición musical, etc, etc,)
  • El usuario tropezará con crecientes restricciones para acceder a contenidos o descargar aplicaciones por fuera de las tiendas de la plataforma de servicios a la que estén vinculados sus dispositivos.
  • Cada plataforma brindará al usuario un espacio de almacenamiento alojado en sus propios servidores, al que tendrán acceso todos los dispositivos de que disponga el usuario, y también todos los usuarios con los que el usuario quiera compartir sus contenidos.
  • Cada plataforma estará ligada preferentemente (aunque no exclusivamente) a dispositivos diseñados y ofrecidos por su operador.
  • Muchos de los contenidos a los que ahora se accede gratuitamente en Internet pasarán a ser pagos, probablemente por abono, y probablemente agregados en paquetes (como ocurre con la televisión por cable).
  • El operador de la plataforma de servicios podrá seguir con mayor precisión los movimientos del usuario en la red, y se incrementarán las intromisiones de publicidad entre las actividades habituales.
  • Cada plataforma ofrecerá a sus usuarios espacios propios para relacionarse socialmente con otros usuarios, y acceso a sitios manejados por terceros, como Twitter, Facebook o LinkedIn, cuya base de suscriptores sea lo bastante grande como para asegurarles independencia.
  • Probablemente surjan una o varias plataformas alternativas a las mencionadas, conducidas por los promotores del software libre o de código abierto, con mayor flexibilidad para la combinación de programas y dispositivos, pero que en líneas generales se acomodarán a un esquema como el descripto.

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Ingresamos de este modo en la tercera etapa en la historia de la incorporación de la informática a la vida cotidiana. La primera fue la de la computadora personal, destinada a un usuario no sólo capaz de emplearla para simplificar tareas comunes sino también con la habilidad para configurarla y programarla según sus necesidades, o al menos para adaptar programas de terceros a sus necesidades. Fue una etapa de experimentación e investigación. La segunda fue la de la computadora impersonal, ya demasiado compleja como para que un usuario corriente pudiera meter mano en el hardware o en el software, pero con una rica gama de programas y periféricos como para ensanchar hasta límites impensados las capacidades humanas. Fue una etapa eminentemente instrumental. Este sitio, y millones como éste, es hijo, justamente, de esta etapa.

La tercera, la que anticipamos en el curso de esta nota, podría ser rotulada como la etapa de los dispositivos bobos, cuya función principal es relacionar a los usuarios entre sí, en un modo inédito de interacción, y vincular a todos con un proveedor central de contenidos simbólicos (como son todos los contenidos digitalizables), y de instrumentos y recursos, informáticos pero también físicos, para acceder a esos contenidos, organizarlos y disponer de ellos. Es una etapa predominantemente orientada hacia el consumo pasivo. A los dispositivos bobos les corresponden usuarios convertidos en espectadores, como en espectadores de televisión, aunque se trate de libros, noticias, música o imágenes, pero hablando entre sí acerca de lo que están viendo.

A pesar de su aparente “frialdad” cuando se las compara con el arte o las ideas, las revoluciones tecnológicas son fenómenos entrañablemente humanos. Para algunos, constituyen el verdadero motor de la historia. Tan humanas son las revoluciones tecnológicas que todas llegan con una promesa de libertad, y todas terminan de una manera u otra sumando recursos a la caja de herramientas de los poderosos. Entonces todo vuelve a comenzar pero, afortunadamente, desde un escalón más alto. Los hombres han sido más libres después del fuego, después de la rueda, después del arado, después de la máquina. Lo serán, también, después de las computadoras, aunque ahora vayan camino de convertirse en su nuevo yugo.

–Santiago González

Notas relacionadasLa computadora impersonal
  1. El 17-9-2013, Microsoft anunció una recompra de acciones por hasta 40.000 millones de dólares. A diferencia de Dell, cuyo dueño persigue la mayor autonomía en la toma de decisiones, sin tener que revelar planes ni rendir cuentas a los accionistas, la decisión de Microsoft es puramente financiera, y tiende a valorizar las acciones que sigan en poder del público. Los accionistas se mostraban intranquilos por la lentitud de la empresa para adaptarse a los nuevos paradigmas descriptos en este artículo. []
  2. Un proyecto digno de atención, en el ambiente del software libre, es el denominado Zero Install, un sistema que funciona en los sistemas operativos más generalizados, que permite al usuario correr determinados programas sin necesidad de instalarlos, y cuyos promotores describen como “el antídoto para las App Stores”. []

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4 opiniones en “De la PC a la nube”

  1. Lo que más aprecio de este sitio (sólo leí la entrada del peronismo y ésta) es que hablan desde un punto de vista crítico y REAL, a la vez que tienen color a tinta personal. Hoy uno ya no puede leer una nota u opinión sin decir “este es morado, este es K, este está con el pro, este está con Clarín…”. Aplaudo que busquen la objetividad y que se trate un tema tan importante como éste en un lenguaje entendible, y que no sólo se describa un fenómeno sino que se trate de mirar sus consecuencias, tanto inmediatas como a mediano y largo plazo.

    Ya en el 2005 me acuerdo cuando mi profesor de computación decía “chicos en el futuro todo va a estar en línea. El concepto de comprar un CD-ROM para instalar el software en tu PC dentro de poco va ser obsoleto” y todos lo creían loco. Era cuando buscar algo en Google no era automático, y lo más parecido a una “red social” era MSN Messenger.

    Como Iorio cantaba, me sumo a la esperanza de un nuevo amanecer. Pero me siento muy desconcertado acerca de cómo estos dispositivos “bobos”, como decís, nos hacen cada vez más inútiles. Pienso en la xbox One, por ejemplo, que lo único que le falta es un comando de voz para la masturbación asistida. ¿Cómo repercute esto en una sociedad que, debido al caos moral existente, acaricia cada vez más la idea de un orden social basado en políticas totalitaristas? ¿Dónde queda el poder de decisión? Parece que nos acercamos cada vez más, no a 1984, sino a Un Mundo Feliz, en el que la población será sometida, no por yugos y cadenas, sino por su debilidad hacia sus vicios.

    No se queden dormidos, de septiembre a noviembre han pasado muchas cosas, me gustaría seguir leyendo las opiniones de esta página. Los felicito (bah, no sé si es un bloggero solitario o dos o tres personas).

    1. Este sitio es la obra de un blogggero solitario, probablemente con dos o tres personalidades, que se hace preguntas como las que usted plantea y comparte las respuestas que honestamente encuentra. Muchas gracias por su comentario (y por la cita de Iorio).

  2. Me gustaría agregar a esta acertada lista a Ubuntu, la distribución de Linux más famosa, usada y amistosa para la persona común. El sistema operativo ya viene en esta tendencia hace varios años, incorporando las redes sociales en el interfaz básico, un lanzador de programas con un look y uso muy “táctil”, además de las más obvias tiendas de Software (gratuito y pago), y el Ubuntu One que funciona como una nube personal gratuita y tienda de música. Como cereza del postre ya es inminente la salida de las versiones de Ubuntu para Tablet y Celulares, e incluso acaban de financiar su propio teléfono celular a través de una de las páginas de financiamiento colectivo más famosas.

    Como bien dice en la nota, la tendencia es inevitable. Ubuntu viene con la bandera del software libre y podría llegar a ser una alternativa independiente a la de las mega empresas, al menos durante un tiempo.

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