Creerse impune

“El poder es impunidad”, había dicho impertérrito Alfredo Yabrán en una entrevista con Mariano Grondona. El empresario acumulaba poder pero no lograba el nivel de impunidad esperado. Hacia 1994 ó 95, la prensa lo acosaba con denuncias relacionadas con el caso Cabezas y con la manera poco convencional como el entrerriano manejaba sus negocios. Un buen día, su abogado Pablo Argibay Molina envió una carta a los medios en la que amenazaba con demandar a quienes mencionaran a su defendido. Por ese entonces, cumplía yo las funciones de director de la agencia DyN y cuando ese mensaje llegó a mis manos no podía creer lo que leía. Como Argibay Molina no me parecía un estúpido lo llamé para preguntarle si se daba cuenta del alcance de lo que estaba diciendo. Con el tono de alguien divertido con su propia travesura, me ratificó el sentido de su amenaza palabra por palabra. La pretensión actual del testaferro presidencial Lázaro Báez de obtener un amparo judicial para que no se hable de él en la prensa me recordó aquel episodio, y me sorprendió la reacción similar de estos dos hombres vinculados al poder y desconcertados al comprobar que carecen de la impunidad imaginada. Luego de mi diálogo con Argibay Molina redacté un despacho que más o menos comenzaba así: “El abogado de Alfredo Yabrán envió una carta a la dirección de esta agencia en la que amenazó con iniciar acciones legales…, etc”. Yo sabía que la carta había sido enviada a todos los medios, pero ¿cómo publicaron la noticia los diarios, los que la publicaron? “La dirección de la agencia DyN recibió una carta…” –S.G.

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