La Corte, el juez y Clarín

A veces uno se pregunta para qué quiere el gobierno una ley de medios. Los principales medios independientes de la ciudad de Buenos Aires titularon durante horas que la Corte Suprema había rechazado el pedido del grupo Clarín para que se extendiera más allá del siete de diciembre la vigencia de la medida cautelar que lo protege de la obligación de desprenderse de buena parte de sus medios. Esa fue la interpretación oficial, rápidamente distribuída por la agencia oficial Télam y aceptada por todos sus clientes. Pero era una interpretación parcial, que relegaba a un segundo lugar lo más importante del dictamen: la exigencia al juez Horacio Alfonso, en cuyas manos se encuentra decidir sobre la cuestión de fondo, esto es sobre la constitucionalidad del artículo de la ley de marras que obliga a los usufructuarios de licencias legalmente obtenidas antes de la sanción de esa norma a desprenderse de los medios cubiertos por ellas, para que dicte justicia en un plazo perentorio sobre la constitucionalidad de esa disposición. Más de una hora después de conocida la noticia, el sitio del diario La Nación mantenía la interpretación gubernamental y el sitio de Clarín ignoraba limpiamente la decisión del alto tribunal. Gaucho Malo envió entonces por Twitter su propia interpretación: “En un lapso perentorio la Corte tendrá ante sí la cuestión de fondo planteada por Clarín sin necesidad de per saltum”. A juicio de este sitio, eso es precisamente lo que va a ocurrir. El juez Alfonso se encontró de buenas a primeras ante la inesperada obligación de fallar, lo cual ya le ha creado algunas incomodidades y ciertas inquietudes. Tan pronto supo que tenía que hacer exactamente aquello por lo que le pagan, salió corriendo a denunciar “presiones” y “amenazas” ante los miembros de la corte. Los jueces máximos le brindaron su cálida simpatía, le ofrecieron su apoyo, y lo mandaron a trabajar. Por cierto, Alfonso no la tiene fácil: si falla a favor de Clarín, el gobierno lo tratará sin misericordia; si falla a favor del gobierno, los medios no le tendrán compasión. De los laberintos se sale por arriba, y va a ser interesante ver cómo este magistrado sale del suyo. En todo caso, cualquiera sea su decisión, el caso va a subir hasta la Corte Suprema por apelación de la parte que resulte perdidosa. En un plazo perentorio, y sin saltearse ninguna instancia. Al promediar la tarde, hasta Clarín ya lo había entendido.

–S.G.

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