Celebración del racismo

La postulación de Sonia Sotomayor para integrar la Corte Suprema estadounidense es noticia internacional sólo porque se produce en un contexto de discriminación contra los ciudadanos de origen latinoamericano.

sotomayor
El presidente Barack Obama propuso a la ciudadana estadounidense Sonia Sotomayor para ocupar un sillón vacante en la Corte Suprema de su país, y el anuncio se convirtió en una noticia internacional que la prensa argentina recogió puntualmente, sea con despachos de agencia sea con envíos de sus corresponsales.

Lo que ninguno de los medios locales hizo es explicar por qué esa postulación, sin duda importante para los Estados Unidos por sus implicaciones políticas internas como lo sería una situación similar para nuestro país, adquiere una relevancia tan singular que la mayor parte de la prensa del mundo entiende que debe tomar nota de ella.

La clave de esa relevancia aparece en los adjetivos “latina” o “hispana” que invariablemente acompaña el nombre de Sotomayor en los despachos, y que los corresponsales incluyen con toda naturalidad cuando en realidad son un reflejo estridente del hondo racismo de la sociedad norteamericana. Decir una cosa sin subrayar la otra es pura y simple desinformación.

¿Acaso algún medio local, algún corresponsal extranjero destacado en Buenos Aires, tuvo la ocurrencia de llamar la atención sobre Elena Highton como la primera mujer “sajona” que llegó a la Corte Suprema de Justicia argentina? No, porque afortunadamente y para ejemplo de muchas otras sociedades, incluída la estadounidense, los argentinos no pensamos, no vivimos, de esa manera.

Cuando en 1958 Arturo Frondizi, argentino de primera generación, llegó a la presidencia de la nación, la prensa destacó que por primera vez un hijo de inmigrantes alcanzaba la más alta magistratura del país.  Pero a nadie se le ocurrió describir a Frondizi de otra manera que como argentino, tal como Sotomayor sólo debiera ser descripta ahora como estadounidense.

Pero entonces, si nuestra cultura social excluye la percepción de la “raza”, ¿por qué los corresponsales argentinos en los Estados Unidos no advierten la naturaleza escandalosa de que el hecho simple de que una mujer nacida en el Bronx de padres portorriqueños pueda llegar a la Corte Suprema resulte tan insólito que atraiga la atención del mundo?

Interpretan a los Estados Unidos según la lógica local, y no la de su propia cultura.

Me parece que en estos periodistas hay mucho de pensamiento colonizado. Llegan a los Estados Unidos, o a cualquier otro lugar que la mitología de nuestra clase media haya colocado en un plano de superioridad por las razones que fueran, y rápidamente lo interpretan según la lógica local y no según la lógica de la cultura que llevan consigo, y que singularizaría sus despachos.

La corresponsal de La Nación emplea reiteradas veces en su artículo sobre Sotomayor el adjetivo “hispana”, y la describe como representante de “la minoría más pujante y creciente del país”. ¿Cómo se trazan los límites de esa “minoría” si no es según parámetros raciales? ¿Cómo se compara su pujanza si no es con otros grupos raciales? Pero la corresponsal no lo dice.

Cita en cambio a dirigentes de varias agrupaciones, surgidas efectivamente como respuesta a la discriminación y, contagiada de su algarabía, emplea un mexicanismo para decir que celebraban “por todo lo alto” la postulación de la jurista. “Es un día monumental para los hispanos”, dice uno. “Personifica el sueño americano para tantos latinos en este país” agrega otro. Esto es lo mismo que celebrar el racismo.

Contrasta, en el mismo diario, el artículo firmado por una corresponsal de la agencia española EFE, que evita en todo el texto -con una excepción- el uso de las palabras discriminadoras. La corresponsal de Clarín, por su parte, sólo habla de “comunidad latina” y “comunidad hispana”, pero no llama la atención sobre la naturaleza racista de esas descripciones.

Curiosamente un anglosajón, Rupert Cornwell, corresponsal del Independent de Londres, cuyo despacho reprodujo Página/12, habla correctamente de “jueza de origen hispano” (que no es lo mismo que decir “hispana”), y habla también de “primera minoría étnica”, con lo que al menos de pasada pone sobre la mesa la naturaleza racista de todo el asunto.

El racismo impregna a tal punto la sociedad estadounidense, que la raza es un dato que uno debe incluir al llenar ciertos documentos oficiales. Y la prensa hace continua referencia a la raza de las personas cuando no es en modo alguno pertinente, como cuando se dice “Serena Williams fue la primera tenista negra en ganar el torneo tal y cual…”

“Hispanos”, “latinos”, son palabras racistas de contenido ambiguo.

“Hispanos”, “latinos” son palabras racistas creadas por los anglosajones para referirse a los inmigrantes de otros países de América llegados a los Estados Unidos. Esos inmigrantes, y sus descendientes, las han tomado como bandera para identificarse en la contienda racial que tiene por escenario el territorio estadounidense, y que fue desencadenada por la discriminación blanca.

Son también palabras de contenido ambiguo. Difícilmente un anglosajón describa a un español de España como “hispano”, excepto que sea de tez morena. Ni los oriundos del Lacio podrán aspirar jamás al título de “latinos”, y deberán conformarse con el más genérico de “italian-american”, junto a los “asian-american”, los “african-american”, los “native-american” y las mil y una castas en que se fragmenta la sociedad norteamericana.

Tampoco los cubanos encajan muy bien en el rótulo de “hispanos”, porque la mayoría de los emigrados son blancos de clase media, y porque ellos mismos rechazan ser descriptos así; a veces admiten mejor el de “latinos”, pero eso tiene que ver más bien con la música, por lo que la cuestión ha tendido a zanjarse con el menos complicado “cuban-americans”.

“Hispanos”, “latinos”, son denominaciones que requieren por lo menos una conjunción de piel morena, habla castellana y baja estatura para ajustarse a lo que cruza por la cabeza de los anglosajones cuando las pronuncian. Ahora, yo tengo curiosidad por saber qué cruza por la cabeza de los periodistas argentinos cuando las escriben.

–Santiago González

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2 opiniones en “Celebración del racismo”

  1. Esto me recuerda una vez en que, justamente, Emilio J. Hardoy escribió un editorial fustigando e ironizando a los medios españoles cuando en España, en 1990 creo, designaron al primer juez negro del país. El juez había dicho que era tan español como cualquiera, que el color de su piel era un atributo intrascendente y que lo relevante era cómo impartiría justicia. Estos casos de celebración “a la sovietique” de la libertad, la igualdad y la fraternidad en Estados Unidos, cuando no son motivo de risa, tientan a creer qué bueno sería para la salud de la sociedad una prensa menos vociferante y un gobierno menos interesado en alimentar los cocodrilos de la televisión, una de las mayores desgracias de nuestra era.

    Viví siete años en Atlanta sin miedo porque prácticamente no veía la televisión local e ignoraba que la ciudad todos los años registra entre los más altos índices de crímenes de Estados Unidos.

    1. Vale la pena recordar que Emilio Hardoy fue uno de los más agudos editorialistas del diario La Prensa de Buenos Aires, cuando el periódico era propiedad de la familia Gainza Paz y figuraba entre los diez mejores del mundo. Gracias por su comentario

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