Benedetti, el desexilio y la muerte

Nota de archivoOriginalmente distribuida por la agencia Reuters. Benedetti falleció en mayo de 2009.

MEXICO DF (Reuter) — El desexilio y la muerte acosan como obsesiones el pensamiento y la obra de Mario Benedetti, el escritor uruguayo de 68 años que vivió una década fuera de su país y regresó para encontrarse con la herencia traumática de las dictaduras rioplatenses.

“No creo que en una sola generación un país se pueda recuperar de esa destrucción, de ese genocidio literal y cultural”, declaró esta semana a los periodistas de México, a donde llegó para presentar sus últimos libros de cuentos y poemas.

“La dictadura deja muchas veces una herencia de mezquindad que interrumpe el estilo de una sociedad. Eso ha pasado con las dictaduras del Río de la Plata, y pasará con los chilenos en busca de democracia”, dijo.

Benedetti se exilió luego del golpe de estado que implantó una dictadura militar en Uruguay en 1973 y vivió en la Argentina hasta 1976, de donde debió alejarse en medio de amenazas cuando los militares tomaron allí el poder.

Perú, Cuba y España fueron sus posteriores lugares de residencia antes de regresar a Montevideo tras el restablecimiento de la democracia en 1984.

“La vuelta al país de todos los que estábamos fuera resultó un choque emocional. El exilio fue una ruptura muy violenta que no nos tomó espiritualmente preparados. La nostalgia, muy fuerte, nos llevó a volver, sabiendo que íbamos a encontrar dificultades”, señaló.

“Durante el exilio escribí 12 libros, libros de literatura donde el exilio era un telón de fondo de las historias que se contaban, o de los poemas.

“Escribí esos libros sobre el tema del exilio, pero también apareció el desexilio, una palabra que yo inventé y que es la vuelta de los exiliados”, dijo.

En Geografías, un libro de cuentos y poemas que presentó en 1984 durante su última visita a México, Benedetti comenzó a ocuparse de las conmociones del regreso.

“Eso ha seguido, por ejemplo en un cuento largo que va a publicar una editorial uruguaya, Recuerdos olvidados. Es una experiencia posterior al desexilio, es el exiliado que decide no volver a su país”, dijo el escritor.

El país idealizado por la nostalgia golpea con sus realidades al que retorna. Benedetti volvió para quedarse, para seguir escribiendo, para actuar y opinar en materia política.

“La situación económica del Uruguay es desastrosa a pesar del optimismo un poco delirante del partido del gobierno. Quienes estamos en el país sabemos la gran distancia que existe entre el discurso oral y la realidad factual”, dijo.

Benedetti integra una comisión que promueve la realización de un referendum para revertir una ley del gobierno que ampara a los militares de posibles procesamientos por delitos cometidos durante el pasado gobierno castrense.

Aunque no oculta las dificultades -la cantidad de firmas necesaria para conseguir el referendum es casi la misma en Uruguay con tres millones de habitantes que en España, con 40 millones- confía en que la consulta tendrá lugar.

“El referendum se va a hacer, el gobierno a esta altura debe estar convencido que lo va a haber”, dijo al señalar que la comisión ha reunido ya las firmas de más de 630.000 personas.

El escritor consideró que la “etapa de transición” que vive su país lo ha llevado tal vez a una actitud más reflexiva, visible en los libros que presenta aquí: Poemas de la oficina y del hoyporhoy y Yesterday y mañana.

“Pero también, como los años van pasando y a uno la vida se le va acortando, la muerte ha empezado a tener zonas más importantes, sobre todo en mi poesía”, dijo estrujando su bigote encanecido.

“Con todo lo que se vivió en nuestros países en cuanto a represión y tortura, tenemos idea de la muerte como un fenómeno mucho más insultante que lo que es dentro de la vida y el desarrollo normal del individuo”, agregó.

Citó a Heródoto para decir que la paz se diferencia de la guerra en que durante la paz los hijos entierran a sus padres, y durante la guerra los padres entierran a los hijos.

“Pero en estas guerras nuestras de las dictaduras contra los pueblos, se vio a veces que morían los padres, los hijos y hasta los abuelos”.

Las dictaduras “no pasan guadañazo horizontal, sino que cortan a una sociedad, y verticalmente afectan a todas las generaciones”.

El escritor rechazó la descripción de “conciencia de los pueblos latinoamericanos” dada a los escritores exiliados, y no disimuló su escepticismo sobre la eficacia política de los artistas.

“Los políticos desprecian olímpicamente el arte”, dijo clavando en el aire sus ojos pequeños y penetrantes como quien reconoce una nueva certidumbre.

“Las burguesías nos usan a veces como floreros.

“Las izquierdas también nos usan”.

–Santiago González

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