Artistas progresistas

El motor detrás de los progresistas argentinos es el resentimiento, el rencor visceral contra los que tienen algo que a ellos les falta pero que están convencidos de merecer. Sobre todo plata. Especialmente plata. Consecuentemente, en cuanto llegan a alguna posición de poder que les permite manejar dineros ajenos lo primero que hacen es buscar la manera de desviarlos hacia su bolsillo. Y lo hacen sin culpa, porque están convencidos de que se trata de una reparación. El kirchnerismo es un ejemplo masivo de lo descripto, y la flamante ministra de cultura Teresa Parodi un ejemplo particular. Parodi se ha pasado la vida rompiéndonos los oídos y la paciencia con sus canciones de protesta, contra las injusticias sociales, las injusticias de la vida, los malvados ricachones y los malvados militares. No tuvo problemas, sin embargo, para aceptar que la Municipalidad de Corrientes, en plena dictadura, financiara su primer casette. Más tarde, para hacer avanzar su carrera avaló con su firma, su presencia, su palabra y sus canciones cuanta consigna progresista se puso en boga, lo cual le ganó la simpatía de los periodistas progresistas que animan todo el espectro de medios, progresistas o no. En esa línea, acompañó desde el comienzo al gobierno kirchnerista, y últimamente fue recompensada con el Ministerio de Cultura de la Nación. Concienzuda administradora, trató de poner orden en el caos que dejó su predecesor Jorge Coscia, y en ese plan suspendió todos los pagos, excepto, según informó el diario Clarín, los que se le adeudaban a ella misma, por una astronómica cifra superior al millón de pesos y superior también a lo que cobra cualquier otro artista progubernamental. Mientras otros proveedores de la cartera temen que nunca van a cobrar lo que se les adeuda, Teresa asignó una partida de 100 millones de pesos para la restauración de la sede del Instituto Nacional del Teatro, que casualmente dirige su hijo Guillermo. Mediante una declaración emitida por su ministerio, Parodi se apresuró a negar lo dicho por Clarín, no en lo referente al citado instituto, sino al cobro de sus cachés atrasados. Pero la periodista de Clarín Susana Reinoso ratificó la información, citó como fuente las planillas de liquidación de honorarios, y agregó que los pagos no habían sido hechos directamente a la ministra sino orientados hacia una productora, que efectivamente superaban el millón de pesos, y que correspondían en algunos casos a presentaciones efectuadas en el marco del programa “Igualdad cultural”, que el ministerio de cultura desarrolla en las villas. Una de esas actividades solidarias a las que generosamente aparentan contribuir los artistas progresistas. –S.G.

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2 opiniones en “Artistas progresistas”

  1. En los 90, el grupo encargado de llevar a cabo la reforma educativa, no logró ningún cambio cualitativo en educación. Era improbable que, con ese presidente, el país reestructurara su sistema educativo imprimiéndole un mejor y más alto nivel. Pero algo lograron: encajarle a las provincias el fardo de la escuela pública, y un cambio que, con el tiempo, se fue haciendo cada vez más evidente: los expertos en “ciencias de la educación” formados en la UBA durante los 60, los 70 y principios de los 80, lograron “acomodarse” (¡por fin!) en cuanta currícula pudieron.
    Con los K, que, inevitablemente, van imponiendo su espíritu a las cosas (todos lo hacemos: el resultado depende del “espíritu”), se va haciendo evidente cómo un grupito de artistas mercenarios (perdón ¡militantes!), van apropiándose del espacio público para instalar sus estereotipos cargados de ideología pero sin alma, con la intención, ante todo, de complacer la la Jefa; un fin que justifica cualquier medio, ¡tan alto es! A su turno, la Jefa los retribuye generosamente con encargos y, sobre todo, con una de las pocas cosas para las que el espíritu K se muestra hipersensible porque la valora por encima de cualquier otra cosa: la plata, el dinero… Cristina es una persona con muy escasa formación en ese ámbito que denominamos – bien y mal – la cultura; y nula auto-formación; la única vocación que le conocemos es la vocación por el control y el mando. Tiene otra vocación, también, la vocación por la acumulación de bienes y dinero. Obviamente Parodi se siente representada por ella. Ambas comparten un fondo de resentimiento muy profundo. Sienten que “es su turno”, y que tienen derecho a imponer casi lo que se les ocurra; y, sobre todo a “acomodarse”. Las canciones de Parodi ya tuvieron su turno; ese turno ya pasó; ahora quiere cobrar.

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