“He vivido en una Argentina que miraba con compasión a la Europa aquejada de pobreza incurable, y ahora veo esa Europa llena de juventud y prosperidad, y nosotros estamos vetustos y desanimados. La Argentina nos ofrece la tentación de creer que estamos en un destino del que no podemos salir. Tenemos una cantidad de prejuicios que no nos permiten reaccionar. La Argentina fue grande mientras creyó que era un país abierto. Creía que su tradición era la de Europa. Éramos los europeos del sur. Y de pronto hemos querido ser folklóricos con un mínimo folklore argentino y hacer una civilización de ese mínimo folklore. Me parecía un país incontenible la Argentina. Recuerdo venir de Europa y ver Buenos Aires magnífica, limpia y generosa. Esos trabajadores habían hecho un país rico en el que la movilidad social era real. Las personas que venían pobres pasaban de una clase social a otra. Bueno, todo eso se podía hacer y nada de eso puede hacerse. Pero por qué va a ser éste el verdadero país cuando Italia y España padecían en un destino de pobreza y guerras. Vivimos una novela de Eça de Queiroz. Somos bastante inteligentes, nos reímos de las cosas y estamos en la decadencia”. –-Adolfo Bioy Casares, abril de 1987.