Hace un año los argentinos decidimos confiar la dirección del país a un personaje extravagante, mezcla de un Tato Bores sin sentido del humor con un Domingo Cavallo sin elocuencia didáctica. La mayoría de sus votantes no vieron en acción ni a uno ni al otro, pero Javier Milei supo reversionar esos caracteres (como lo haría el músico que le habría gustado ser) en una figura nueva, violenta y justiciera, de escasas palabras y abundantes insultos, capaz de atraer la atención... Continúa →
El absolutismo
Abatida la inflación, controlado el gasto y con el reaseguro del FMI,
el gobierno buscar ahora afianzar su dominio sobre la política