Sucesión

El delicado estado de salud de la presidente argentina, del que la ciudadanía viene enterándose por cuentagotas, trajo necesariamente al primer plano el penoso asunto de la sucesión, temporal o permanente. El primero en la línea de reemplazantes es el  vicepresidente de la Nación, Amado Boudou, uno de los funcionarios del gobierno kirchnerista que más causas por corrupción ha acumulado en su contra. Le sigue la presidenta del Senado, Beatriz Rojkés, esposa del gobernador de Tucumán José Alperovich, y activa socia de éste en una de las administraciones más corruptas que haya padecido la provincia en toda su historia. El tercero de la serie es Ricardo Lorenzetti, presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, que cuando debió decidir sobre la pesificación asimétrica no falló en resguardo del derecho de propiedad de los ciudadanos sino más bien en resguardo del Estado y de los bancos, adhiriendo a la jurisprudencia más firme sentada por el alto tribunal en toda su historia: los golpistas siempre tienen razón. El penoso asunto de la sucesión pone en primer plano, además, el penoso estado de la República. –S.G.

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