Reconstrucción o transformismo

“Nuestra centenaria tradición política no nos ha dejado partidos de derecha e izquierda, y ni siquiera muchos partidos; salvo la UCR, el resto son hoy construcciones potenciales en torno de dirigentes que, como polos magnéticos, procuran atraer a una nube de políticos de convicciones débiles y apetencias grandes. Tampoco hay instituciones, ni Estado, ni república, sino un gran desquicio en cualquier lugar que se mire. Hoy, en las vísperas, creo que la opción política principal pasa por la continuidad de este estado de cosas o su reversión, que consiste en primer lugar en reconstruir el orden y las reglas, y también los partidos. Un buen sector de los políticos, especialmente entre los peronistas, preferirá eludir los grandes riesgos, limitarse a cambiar las cosas ligeramente, eliminar lo más escandaloso, mejorar el diálogo, hacer una limpiada de cara y mantener lo sustantivo de un estado de cosas caótico pero altamente productivo para quienes lo gobiernen. Suele llamarse a esta alternativa “transformismo”: el famoso “cambiar algo para que nada cambie”. No sé si es una alternativa de derecha o de izquierda, pero estoy seguro de que no me gusta. Al otro lado están quienes consideran prioritaria la reconstrucción de las instituciones, el Estado, la sociedad y todo lo demás. Entre ellos hay peronistas; no se cuántos ni con qué convicción. Su tarea se asemejará a la de desactivar una bomba de tiempo. Habrá problemas técnicos y de gestión, pero sobre todo inmensas dificultades políticas, pues cualquier propuesta que altere el statu quo deberá enfrentar los intereses constituidos, de muchos prebendados por el Estado y de otros que se acostumbraron a vivir en la amplia zona de legalidad gris de estas décadas. Quienes coinciden en que ésta es la tarea prioritaria tienen ideas diferentes sobre el destino final deseado. Por ejemplo, querrán un poco más de Estado o de mercado. Será una discusión muy importante, pero que no tiene mucho sentido hoy, cuando el Estado y el mercado están corroídos por el prebendarismo y lo seguirán estando si el país es gobernado por alguna variante transformista. Para llegar a esa discusión, hay tareas previas que requieren la construcción de una voluntad política muy fuerte y muy convencida, todavía inexistente. Que pueda superar las duras condiciones del régimen electoral y las mucho más duras de gobernar. Los políticos tienen hoy en sus manos esa construcción, pero la opinión pública puede orientarlos, estimularlos en un sentido u otro. La opinión puede atraer a la causa de la reconstrucción a quienes son algo permeables a la opción transformista. También puede ayudar a que confluyan quienes, teniendo diferentes ideas sobre el futuro, coinciden en qué es lo que hay que hacer ahora. Creo que plantear hoy las cosas en términos de izquierdas y derechas no sólo es erróneo respecto de la historia del país, sino inadecuado para las opciones de la hora.” –Luis Alberto Romero, en La Nación, 30 de abril del 2014

Califique este artículo

Calificaciones: 0; promedio: 0.

Sea el primero en hacerlo.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *