A las puertas de la República

Nadie dijo que librarse del peronismo iba a ser fácil. A lo largo de décadas y décadas sus presupuestos básicos fueron impregnando vastos sectores de la sociedad argentina hasta casi confundirse con ella. “Peronistas somos todos”, fue algo más que una frase ingeniosa de su líder. La mentalidad peronista precede al inspirador del movimiento y reconoce antecedentes que se remontan a nuestro pasado colonial y a nuestra impronta católica. Esa mentalidad privilegia las relaciones personales por sobre los roles contractuales, el secreto por sobre la publicidad, el verticalismo de la jerarquía por sobre la horizontalidad de las responsabilidades, la concentración por sobre la distribución, el control por sobre la libertad. Su popularidad se explica porque refleja inclinaciones inherentes a la naturaleza humana. Está en las antípodas del liberalismo, que se propone más bien como un sistema de reglas para encauzar esas inclinaciones digamos instintivas en una forma de organización social racional, capaz de asegurar un reparto más equitativo del poder y de los bienes. Exagerando apenas las cosas, nuestros padres fundadores describieron esas antípodas como civilización y barbarie.

El sistema político argentino, puesto en marcha con la Constitución liberal de 1853 y la Organización nacional de 1880, fue demolido por los golpes militares que se iniciaron en 1930 y por el peronismo que se inició en 1945 (en el seno de un golpe militar). En 1983, la Argentina recuperó el sistema democrático y puso fin al poder militar; en este 2015, la Argentina puede recuperar la República, y poner fin al poder peronista. Entre los militares y el peronismo destruyeron el Estado argentino, en tantos aspectos experto y eficiente, y lo convirtieron en un coto de caza para recompensar a los amigos, en una herramienta de la arbitrariedad, y en un monumento a la impericia y la ineficacia.

Las elecciones primarias del 9 de agosto colocaron al país “a las puertas de la República”, como dijo la diputada Elisa Carrió, arquitecta del armado político que permitió llegar a esta oportunidad imperdible. Fue una buena elección, y una enorme porción del electorado votó con libertad, y sin ceder a chantajes ni operaciones, ni en un sentido ni en otro. Por decisión del electorado, Sergio Massa y Mauricio Macri encabezarán el reto al oficialismo en las elecciones de octubre.

Massa ha ofrecido un discurso más articulado, concreto y al grano que Macri. El problema con Massa es que es peronista, y el problema del país es el peronismo. Estas primarias dejaron al peronismo en posición vulnerable, y es posible derrotarlo. Le corresponde entonces a Macri conducir el proceso que conduzca a esa derrota en octubre. Tal vez deba ajustar su discurso tal como lo hizo Massa, concentrarlo en un puñado de temas, no muchos pero sí poderosos, capaces de encender la imaginación del electorado, capaces de convencerlo de que una convivencia respetuosa, una cuota de esfuerzo no malgastado, una dosis de respeto por la ley, pueden augurarle una vida más plena y satisfactoria para sí y para sus hijos.

También la ciudadanía tiene que hacer lo suyo. A esta altura, hasta el más tonto debe haberse dado cuenta de que no se puede vivir en la mentira, en la anomia, en la irracionalidad, en el vértigo de lo inmediato; que nadie regala nada, y que cuando aparenta regalar se lo cobra por otra vía, y con usura; que nada se consigue sin esfuerzo, y que es imprescindible reconocer el mérito y recompensarlo. La libertad, la dignidad, el progreso personal y colectivo no son gratuitos, tienen costos y ese costo no es menor. Cualquier repaso a la historia de los países que pesan en el mundo lo demuestra.

Estamos a las puertas de recuperar la libertad, la dignidad y el progreso. En octubre deberemos decidir si estamos dispuestos a atravesar esa puerta, o preferimos quedarnos de este lado de la historia, el que ya conocemos, el del fracaso reiterado, el del atraso, la sumisión, la pobreza y la ignorancia.

–Santiago González

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2 opiniones en “A las puertas de la República”

  1. Sin dudas, su descripción es brillante.
    ¿Hubiese podido hacer una síntesis como ésta años atrás, antes de que Ellos, la pareja gobernante y sobre todo Ella – una vez que se encontró sola y se dijo a sí misma “esta es la mía” – llevasen las tendencias inherentes del peronismo al extremo actual?
    Hubiese sido tachado, sin más trámite, de “gorila”.
    Estuve repasando dos libros de lectura para la infancia de aquellos años, los primeros del régimen: Evita y Alelí. A mí me tocó Alelí. ¡Qué bajo habíamos caído, en tan pocos años, intelectual y afectivamente! Personalmente, y de manera totalmente espontánea, me rebelaba cada vez que una lectura era interferida, o terminaba, con referencias al General y al Hada Rubia, Jefa espiritual de la Nueva Argentina…
    Todo el país quedó impregnado con esos mitos pegajosos de mala calidad, y continúa impregnado.
    Pero aún estamos danzando.
    Macri tiene que hacer un esfuerzo enorme…
    Massa no logró demostrar que su agrupación trasciende al peronismo, aunque la intención – así decía – era esa…
    Scioli es – siempre lo fue – un impostor con suerte.
    Francisco, el Papa, que es, por cierto, un líder político y espiritual, no nos está ayudando mucho en el parto…
    Dios – que según dicen es argentino – va a tener que ayudarnos un poco esta vez.

    1. “Ayúdate que Dios te ayudará”, dice el refrán. Si los votantes estuviéramos más dispuestos al riesgo, por ahí Dios nos inspira. Gracias por su comentario.

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