Progresismo para todos

Lanata vuelve, potenciado por Clarín, para reimplantar el discurso único en la corporación periodística

Jorge Lanata vuelve a la televisión, y hay algo en la noticia que me incomoda, que me suena ominoso. Por supuesto, Lanata tiene todo el derecho del mundo a hacer el periodismo que le venga en gana donde le venga en gana, y Canal 13 tiene el mismo derecho a contratar a quien le plazca. Pero es la combinación entre entre estas dos voces poderosas la que me preocupa, la combinación entre el grupo Clarín, extorsionador sistemático de cuanto gobierno hubo en la Argentina, habituado a usar su influencia en la opinión pública con el fin de obtener prebendas económicas para sí y para sus grupos amigos, y Lanata, la pluma sin cabeza del periodismo local, cuya credibilidad e influencia sobre la opinión pública operó siempre, no sé si voluntaria o involuntariamente, al servicio de la Argentina corporativa y prebendaria. Si los antecedentes de uno y de otro no me inspiran confianza, siento que en esta etapa política juntos son dinamita, en el peor sentido. Mi suspicacia se agrava cuando veo que Lanata vuelve acompañado de algunos de aquellos convencidos progresistas que lo secundaron en el pasado y que, como todos los progresistas, se pusieron durante la última década al servicio del relato kirchnerista.  Me parece estar ante la confirmación de lo que escribí en noviembre: “Los periodistas progresistas, ahora republicanos, volverán poco a poco a tañer las campanas del progresismo. Volverán a tener, como siempre tuvieron, el apoyo financiero de los que sólo pueden prosperar en una economía cerrada y dirigida, o en un ambiente inflacionario. Asomarán otra vez, subrepticia, sibilinamente, como antes, incluso en los medios menos sospechados de simpatías izquierdistas. Y cumplirán la función que siempre cumplieron: acicatear el resentimiento y la discordia, y promover el miedo a la libertad.” Lanata promete hablar de todo, y cree necesario aclarar que también de Mauricio Macri. Pero ése no es el problema -en todo caso sería un problema para Macri-; el problema de Lanata y del periodismo progresista que lo tiene como portaestandarte es que se mueve corporativamente, y corporativamente instala el pensamiento único, selecciona a unos entrevistados y silencia a otros, bloquea porciones enteras de la realidad. Lanata y su programa se anuncian como la nave insignia de una flota de periodistas, conductores y comentaristas que comienza a torcer el rumbo. La Argentina corporativa necesita de un periodismo corporativo que la justifique ideológicamente y la dote de un relato aceptable, y que desconozca o niegue entidad a todo lo que la cuestione. Por eso, por ejemplo, desde el regreso de la democracia, cuando la corporación progresista tomó el control del discurso social, nadie pudo describirse como de derecha; por eso hay quienes libran todavía una denodada batalla para que la opinión pública conozca a las víctimas de la violencia guerrillera; por eso pocos registran la importancia de las instituciones, o saben qué significan la división de poderes o la libertad de mercado. Pero todos dominan a la perfección el credo progresista, y fue una opinión pública así condicionada la que posibilitó doce años de kirchnerismo: los kirchneristas le decían lo que los progresistas le habían enseñado a escuchar. Los K decían esas cosas, es cierto, pero hacían otras, inconvenientes hasta para las corporaciones prebendarias, que no tuvieron más remedio que apelar a los argumentos liberales y republicanos para hacerles frente. Oportunismo puro, que ahora exige volver rápidamente al pensamiento único progresista. Los progresistas, por su parte, quieren depurarse de todo vestigio K, reimplantar el pensamiento único sin trazas de republicanismo liberal, y recuperar el control del discurso público que mantuvieron durante décadas. Las declaraciones del propio Lanata acerca de la clase de periodismo que piensa ofrecer lo confirman: “Como para los K todo era susceptible de ser opinado (?), pusieron opinadores, no periodistas. Uno decía blanco, otro negro, y la gente tenía que pensar qué era cierto. Y eso no es periodismo. Periodismo es decir blanco o negro, mostrar los papeles y se acabó.” Esto es exactamente lo contrario de lo que hicieron los K, que jamás admitieron una opinión sobre nada como no fuera la propia; es exactamente lo contrario del periodismo aquí y en cualquier lugar del mundo; es lo mismo que la propaganda totalitaria de izquierda o de derecha aquí y en cualquier lugar del mundo, pero es exactamente lo que Lanata se propone hacer, según se lo dijo cándidamente a Clarín. El resto de la corporación periodística le seguirá el rumbo.

–Santiago González

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