Peronismo y antiperonismo

«Se avecina una nueva peripecia y, con ella, alguna otra versión del peronismo, mejor o peor. La mitad no peronista de la sociedad oscila hoy entre la resignación y la furia. Muchas veces los vota, y cada tanto se entusiasma con quienes proclaman la cruzada contra los responsables de todos los males del país, sin preguntarse si el peronismo fue la causa o quizás un efecto que los potenció. Estoy convencido de que lo peor que se puede hacer con los peronistas es empujarlos a cerrar filas detrás del ocasional dueño de la franquicia y a reforzar su tendencia gregaria y facciosa. Para los no peronistas no queda otro camino razonable que la convivencia y el diálogo, especialmente con aquellos que hoy comparten los principios de la democracia republicana y el pluralismo. No conviene discutir identidades ni pasados, sino los problemas actuales, tan básicos que el acuerdo es perfectamente posible. El cambio de gobierno que se avecina es la gran oportunidad para ambas cosas: erradicar la versión nefasta del peronismo y ayudarlos a mejorar un peronismo que no desaparecerá. También hay que mejorar el antiperonismo. Hay un largo camino pedagógico que recorrer, sólo posible si ambas partes aceptan que tienen algo que aprender del otro.» —Luis Alberto Romero, en La Nación, 14-10-2015

 

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2 opiniones en “Peronismo y antiperonismo”

  1. “No conviene discutir identidades ni pasados, sino los problemas actuales, tan básicos que el acuerdo es perfectamente posible”.
    Creo que Romero tiene razón.
    Son unos cuantos los que – palabras más, palabras menos – proponen los mismo.
    El peronista es recalcitrante al análisis porque su razón, en “una razón del corazón”, y no puede renunciar a ella.
    Y los que no son peronistas (unos cuantos, al menos), tampoco pueden hacer buenos análisis porque muchas veces no han sabido decirse a sí mismos qué es lo que querían, salvo vaguedades y anhelos.
    Néstor k demostró hasta qué punto estamos incapacitados para detectar a un oportunista; y Cristina F. demostró con superabundancia hasta que nivel profundo y extenso llega la formación autoritaria en Argentina y el “culto del jefe”, y cuanta gente está dispuesta a apoyar (con el silencio en muchos casos) una gestión que es un grotesco: lo hecho y el relato son divergentes.
    Un artículo del ex diputado Rodil – cortísimo – desarma el relato con pocas líneas; y el sociólogo Aldo Isuani demuestra la impostura del régimen (ya lo había desnudado en un articulíto denominado “El modelo K, a lo Frankenstein”) con todos los datos necesarios en un librito de solo 110 páginas.
    Recién ahora que ven alejarse a esa esfera de plomo pintada con pintura dorada que nos cabalgó como quizo durante ocho años, estoy logrando que algunos conocidos se sienten a leer los artículos de fondo que usted publica en Gaucho Malo.
    Es muy cierto: los tres candidatos (y algunos más), incluídos sus equipos, se parecen… Algo significa. Hartazgo quizá. O aprendizaje…
    De cualquier manera, opino que nadie puede ser tan mediocre (aunque se pinte de dorado) como Cristina Fernández. Eso también la preocupa: pude dar origen a una leyenda, una leyenda plúmbea.

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