Operaciones

El fiscal Alberto Nisman apareció muerto el 18 de enero del 2015. Desde hacía meses, el gobierno iraní del presidente Hassan Rouhani, que había asumido en el 2013, estaba absorbido por una preocupación dominante: llegar a un acuerdo con las potencias occidentales para reanudar libremente sus exportaciones petroleras, bloqueadas en el marco de un conjunto de sanciones para que la nación persa desistiera de seguir adelante con su programa nuclear. Las negociaciones se habían iniciado a fines del 2013, con dos plazos adicionales para hacerlas progresar en etapas: uno en noviembre de 2014 y el segundo en julio del 2015. El primer plazo se había vencido, y en enero de 2015 todas las partes trabajaban contra reloj para conseguir resultados: tanto le interesaba a Teherán recuperar su principal fuente de ingresos como a los países occidentales poner bajo control las actividades nucleares de los iraníes, que según partes de inteligencia conocidos se encontraban a un paso de construir artefactos explosivos nucleares y los medios para transportarlos (otros, reservados, decían lo contrario). Se daba por seguro, en todo caso, que ése había sido el objetivo del anterior presidente, Mahmoud Ahmadinejad, cuando hacia 2005/2006 los Estados Unidos e Israel estuvieron a un tris de atacar a Irán y destruir sus instalaciones nucleares. Ni el líder espiritual iraní Alí Jamenei, ni el nuevo presidente Rouhani quisieron seguir por el camino del enfrentamiento y la marginación, y buscaron entendimientos con occidente. Irán debió haber hecho muy buena letra para que en el encuentro finalmente celebrado en Lausana entre el 26 de marzo y el 2 de abril de 2015, los Estados Unidos, Rusia, China, Francia, el Reino Unido y Alemania, más la Unión Europea suscribieran con la República Islámica un acuerdo marco para someter el programa nuclear iraní a la supervisión internacional. En estos momentos se están discutiendo los pormenores de esa supervisión, que deberían estar listos a fines de junio. Todo este entendimiento de las potencias con Irán ha sido y sigue siendo vehementemente rechazado por los halcones de los Estados Unidos e Israel, al punto que hace horas nomás el ex embajador norteamericano ante las Naciones Unidas John Bolton recomendó lisa y llanamente a los israelíes atacar por su cuenta a Irán y destruir sus instalaciones nucleares antes de que las negociaciones prosperen. Les dijo además que si lo hacían iban a tener el apoyo del Congreso frente al gobierno de Barack Obama.

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El fiscal Nisman apareció muerto a mediados de enero de 2015 y, desde un primer momento, los intérpretes oficiosos de esa muerte apuntaron al gobierno nacional y a Irán, porque el fiscal había acusado a la presidente de encubrir la responsabilidad de funcionarios iraníes en el atentado contra la AMIA de 1994 por vía del acuerdo firmado con ese país en 2013. En el momento en que Nisman hizo pública su denuncia, ya todo el mundo se había olvidado del acuerdo, cuyos presupuestos nunca llegaron a materializarse por deserción de las partes involucradas. En Irán había un nuevo gobierno y una nueva política exterior, en Washington una nueva política respecto de Irán y el medio oriente, y en la Argentina ni siquiera se había resuelto la cuestionada constitucionalidad del tratado. Pero la muerte de Nisman se produjo, sí, en un contexto mucho más vivo, probablemente en el momento más delicado de las idas y vueltas diplomáticas que condujeron al encuentro de Lausana. Circunstancia que obliga a plantearse de inmediato por lo menos dos preguntas: 1) ¿Por qué razón Irán iba a decidir la muerte del fiscal Nisman en el momento mismo en que estaba tratando de ganar la buena voluntad y la confianza de las grandes potencias para que le levantaran las gravosas sanciones económicas que pesan sobre sí? Si la principal fuente de información de Nisman eran los servicios de inteligencia estadounidenses e israelíes, ¿qué podía saber Nisman que fuese tan lesivo para Irán y que no conocieran los Estados Unidos y Europa? 2) ¿Por qué incluso los más encarnizados enemigos del entendimiento con Irán en los Estados Unidos no invocaron en ningún momento la muerte de Nisman para torpedear retóricamente al menos el proceso que condujo al acuerdo marco de Lausana? A decir verdad, el único que mencionó el caso Nisman fue el primer ministro israelí Benjamín Netaniahu cuando viajó a Washington para hablar en contra el acuerdo en ciernes.

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Estos apuntes se vuelven necesarios luego de haber visto el programa dedicado por Jorge Lanata al tema en su regreso este año a la televisión. La primera parte estuvo destinada a denunciar desprolijidades en el manejo de la escena de la muerte de Nisman por parte de la policía y la justicia. Aunque todo ese accionar, reflejado en un video policial, pareció muy torpe, este cronista no se siente calificado para opinar sobre lo que son esencialmente cuestiones técnicas, mucho menos inspirándose, como algunos de sus colegas, en lo visto en ficciones de la televisión estadounidense. Pero sobre la segunda parte, destinada a convencer a la audiencia sobre la responsabilidad de Irán en la muerte de Nisman este cronista sí puede opinar, porque su experiencia profesional le permite reconocer de inmediato un reportaje chapucero y pobre. La producción del programa siguió una línea de interpretación transitada desde el primer día, y apenas agregó testimonios y comentarios de personas de cuarto o quinto nivel, supuestos expertos de desconocidas instituciones, cuya autoridad para hablar o revelar nunca quedó suficientemente en claro, pero todos sospechosos de tener o representar intereses creados en una particular interpretación de las cosas. Un mal programa periodístico es un mal programa periodístico, y ahí se queda la cosa. Las dos preguntas elementales que planteamos más arriba, por caso, ni siquiera fueron insinuadas. Pero el programa al que se hace referencia pareció en este punto más bien una operación de propaganda, tomada luego, y lamentablemente, en su valor nominal por personas de las que se esperaría un juicio más ponderado.

–Santiago González

Notas relacionadasPerjudicados y beneficiados

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8 opiniones en “Operaciones”

  1. El peronismo engendró – no solo por reacción, sino también por necesidad, para justificarse – el anti-peronismo; y el kirchnerismo fue creando intencionalmente el anti-kirchnerismo, los excluídos del modelo de inclusión social. Y los dos polos terminan formando un sistema que, lamentablemente, se retroalimenta y nos entrampa – más o menos – a todos.
    El periodismo independiente del gobierno de turno – que es, creo, lo que quiere decir, básicamente, “periodismo independiente” – necesita, ante las agresiones permanentes del gobierno contra sus enemigos seleccionados o espontáneos, y ante la escala de las agresiones, construir tanques peridísticos para bombardear, con continuidad, munición gruesa y en gran escala, a la fortaleza y el claustro desde donde gobierna el poder ejecutivo. Parece irremediable que así sea en los tiempos de la televisión. Y Lanata para eso es muy adecuado.
    Yo preferiría que las discusiones se produjeran en foros electrónicos, radiados o televisados con la tónica de su página… Pero no alcanza ante el tamaño y la frecuencia de la agresión “desde arriba”; y el cinismo, y la brutalidad…
    El programa de Lanata tuvo el mérito de volver a poner en el foco de la conciencia el caso Nisman cuando algunos obsecuentes del gobierno ya estaban considerando que le habían echado suficiente tierra encima.
    Gracias al programa (con sus más y sus menos que son, coincido con usted, los que consigna en su editorial) el muerto resusitó una vez más…
    Yo lamento que deba haber programas como el de Lanata; pero, en esta circunstancia particular, creo que es necesario con todos sus ingredientes.
    Pero, aún siendo necesario, es insuficiente; por eso es más necesario aún informarse en varias fuentes. En este sentido, su sitio me resulta insustituíble.
    Pero supongo que usted admitiría que ningún integrante del gobierno aceptaría una discusión con un periodista como usted, en vivo, en los términos que usted plantea en sus editoriales: racionalidad, mucha información y permanente argumentación. Ah! y algo más: una idea de país (que esta gente no la tiene, porque lo concibe como “dominio”) y buena fe tanto en la argumentación como en la contraargumentación.
    No lo aceptarían y tratarían de “asesinarlo simbólicamente” con una tonelada de infundios que los corderos de siempre estarían dispuestos a ceer.
    Por eso hacen falta sitios como el suyo y programas como el de Lanata.
    Somos habitantes de un ambiente muy embrutecido…
    Disculpe la lata!

    1. Reconozco que el programa comentado logró volver a poner sobre la mesa el tema de Nisman, que corría el riesgo de seguir el camino de todos los demás. Mucho ruido y furia al principio, y después… “todo pasa”, como decía el lema de un personaje muy recordado en estos días. Pero ningún tema debería “pasar” antes de que, como dijo otro lector de este sitio, los ciudadanos sepamos a ciencia cierta qué paso, y descansemos tranquilos sabiendo que los responsables tienen su castigo.

      1. Sí, pero no descansamos tranquilos: estamos en manos de estafadores en toda la línea y hay que trabajar para desenmascararlos. Por mi parte le estoy diciendo a algunos conocidos conformes y complacientes con la des-administración K, que una cosa era hace diez años, cuando se orientaban por simpatías y esperanzas, pero otra cosa es ahora: ahora el que, pudiendo informarse porque tiene medios, tiempo y suficiente preparación – como es el caso de estos conocidos -, no lo está, es porque mira para otro lado y esa condición hace de ellos, ya no simpatizantes, sino cómplices.
        En ese sentido, para mi, programas como el de Lanata y sitios como el suyo, son bien diferentes, pero complementarios. Y no me gustaría prescindir de ninguno de de los dos.
        Los argentinos tenemos atrofiada la capacidad para complementarnos e hipertrofiada la capacidad para combatirnos. El increíble éxito de Cristina Fernández se apoya directamente en esa base: y base no le falta.

        1. No es intención de este sitio sugerir a sus lectores que atiendan a determinados periodistas y desoigan a otros. Esa idea va en contra de la naturaleza misma del periodismo, cuya fuerza principal reside en la pluralidad de voces. Pero el periodismo no carece de responsabilidades en la debacle argentina, y las operaciones políticas disfrazadas de información son moneda corriente. En los términos que usted mismo propone, no señalarlas es complicidad. Cuando este sitio advierta una operación, es decir la intención evidentemente deliberada de orientar la opinión del público en una dirección acumulando medias verdades, afirmaciones sin fundamento, y fuentes carentes de valor alguno, como es el caso del reportaje comentado, lo va a decir con todas las letras. Este sitio no tiene compromisos con posiciones políticas, corporaciones mediáticas, ni solidaridades de oficio. Su único compromiso es con la verdad, según su más leal saber y entender, y con el riesgo implícito de equivocarse como puede ocurrir en cualquier empresa humana.

          1. Gracias por su aclaración, Santiago.
            Su sitio es como usted lo caracteriza y no estoy polemizando con usted.
            Polemizo (un tanto inutilmente) con gente que no quiere hacer el esfuerzo de informarse más allá del discurso oficial que se encuentra en todas partes y todo lo impregna.
            El tanque (el acorazado, el portaaviones…) Lanata es, creo, en buena medida, una reacción ante la embestida oficial: acción y reacción como el peronismo y el antiperonismo; un sistema basado en las leyes de la física newtoniana.
            Me refiero al programa televisivo y los programas de radio Mitre, y a TN en general.
            Si alguien quiere estar informado de otras alternativas, no debería dejarlos pasar. Si desean contar con análisis más refinados, su sitio y otros sitios que no sean del gobierno y que usted mismo cita.
            Pero hay un eclipse de la argumentación, y una ola o auge del slogan. Un síntoma es que del vocabulario de todos los días, ha desaparecido la palabra y el concepto de demagogia y demagogo. Ni los sociólogos los usan.
            Mañana es el día del periodista. Permítame felicitarlo y expresarle mis deseos de que continuemos contando con su sitio, tan singular.

          2. Sus comentarios en este sitio son apreciados, y la polémica no es algo malo. “La guerra (pólemos) de todas las cosas es padre, de todas las cosas es rey”, decía Heráclito. Muchas gracias por sus saludos.

  2. Da gusto leer a alguien que escribe lo que piensa. A mí me llamó mucho la atención, luego de la muerte del fiscal, las numerosas opiniones de funcionarios israelíes acusando a Irán de estar destrás de un asesinato. Lo triste del caso es que en la Argentina alguien pueda asesinar a un fiscal, o quizás aprovechar un suicidio, como parte de una operación política y nuestras instituciones judiciales, policiales, y tras ellos el propio poder ejecutivo, no sean capaces de esclarecer lo ocurrido de modo que los ciudadanos sepamos qué fue lo que pasó y podamos descansar tranquilos sabiendo que los responsables tienen su castigo correspondiente.

    1. Y a ese fracaso del estado que usted señala hay que sumarle, como en el caso comentado, el fracaso de medios o periodistas que en lugar de informar a la opinión pública para que ésta forme su juicio, operan sobre ella para orientar su juicio. Gracias por su comentario.

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