Matufias, negaciones y patoteos

En apenas una semana salieron a relucir algunos de las matufias del PRO en la ciudad de Buenos Aires, desde el canon irrisorio que paga IRSA por los terrenos de la Recoleta donde edificó uno de sus ubicuos centros comerciales (y la intención oficial de venderle finalmente esos terrenos) hasta la misteriosa paralización de las obras del subte H (que al parecer no ha paralizado los pagos ni los reajustes presupuestarios), pasando por la falta dolosa de mantenimiento en unas vivienda sociales, hasta llegar al caso de Fernando Niembro y sus no menos intrigantes contratos por servicios tan dispares como “encuesta de satisfacción” e “higiene urbana”. Quién iba a decir que el comentarista deportivo aprovechaba sus ratos libres para ilustrarse en esas disciplinas.

En las torres de Villa Soldati hubo un muerto, pero fue el caso de Niembro el que alcanzó mayor repercusión mediática, incluso en los medios kirchneristas, a pesar de que la cantidad de dineros públicos afectados en esos contratos resulta casi cómica en relación con los niveles de desfalco a los que estamos  acostumbrados. O tal vez sea precisamente por eso: cuando de corrupción se trata, el kirchnerismo demuestra tener códigos, aun en medio de la batalla electoral. Una cosa es Niembro, y otra cosa es IRSA. O Techint. O Dycasa. Con la plata grande no se juega, y en eso kirchneristas y macristas han sabido ponerse de acuerdo a lo largo de ocho años de laboriosos “consensos”, como suelen decir Mauricio y Horacio. Los kirchneristas conocen muy bien las cosas raras que pasan en la ciudad, de algunas incluso son socios, y nunca van a agitar el polvo cuando el tema es serio.

El caso Niembro, casi insignificante desde el punto de vista monetario, adquiere relevancia sin embargo por otras razones, que tienen que ver con la negativa de los involucrados a reconocer que se mandaron la macana, pedir las disculpas del caso, y retirarse de la escena con un mínimo de elegancia. Por el contrario, Niembro insistió en que no hizo nada malo y que no va a retirar su candidatura a diputado bonaerense, y Macri lo defendió en esa postura. Un socio de Niembro, Alberto Meza, que también era candidato suplente a integrar ese mismo cuerpo, renunció a esas ambiciones que, a decir verdad, no eran muchas. Para empeorar más las cosas, los simpatizantes del PRO, o antipatizantes del kirchnerismo, asumieron la misma actitud negadora de su líder y se pusieron del lado de Macri y de Niembro, incluso con actitud desafiante.

Esto no augura nada bueno para el rumbo político del país luego de las elecciones de octubre. Por decantación política, Macri se convirtió en factor aglutinante de quienes desean revertir el rumbo de decadencia y corrupción que el kirchnerismo imprimió a la Argentina desde que llegó al poder. Pero las credenciales de Macri para ocupar ese lugar son menos claras que lo que sería deseable, especialmente tras ocho años de gestión urbana más orientada a los negocios de los amigos que al interés público. Este sitio ha insistido varias veces en que el macrismo parece más una forma de neoperonismo que un instrumento de restauración de la decencia republicana. Macri es apenas un mal menor, y sólo la actitud vigilante y exigente de quienes le dan su apoyo podrá evitar que se convierta en un mal mayor.

La democracia y el republicanismo con los que se llenan la boca tantos macristas fervorosos, tantos antikirchneristas y antiperonistas ardientes, no son bienes que se compran o servicios que se contratan el día de la elección, para quejarse después cuando no se recibe lo prometido. Son compromisos que se adquieren, son ejercicios extendidos de responsabilidad que reclaman tiempo, energías y rigor. Tampoco es con fanatismo futbolero, cantitos de tribuna, y patoteo de barra brava en la redes sociales como se construye un país. No es lo que hicieron, por lo pronto, quienes en unas tierras despobladas y alejadas del mundo dieron todo de sí para erigir la otrora orgullosa República Argentina, pero sí es lo que hicieron quienes la humillaron en beneficio propio.

–S.G.

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