Mucho para un solo día

En Junín, Buenos Aires, una adolescente muere asesinada por sus compañeras de colegio porque era linda; en Las Varillas, Córdoba, un septuagenario mata de un lanzazo a un camionero de 24 años por una discusión de tránsito; en Campana, Buenos Aires, el cobrador de un peaje trata de “lacra” y “rata” a un discapacitado que reclama su derecho a pasar sin pagar; en San Luis, cadetes de una escuela de policía son obligados a destapar inodoros con las manos. Es mucho para un solo día, es demasiado. Es agobiante comprobar una vez más que el tejido social de nuestro país está roto. Más de diez años de gobierno kirchnerista han de tener mucho que ver seguramente con esto. Pero sería erróneo atribuirle toda la responsabilidad. Se necesita tiempo para romper los lazos afectivos, históricos, humanos, que vinculan a los miembros de una sociedad. Ese proceso comenzó a mediados del siglo pasado, cuando las fuerzas armadas empezaron a dar golpes de estado y violar la Constitución acicateadas por los dueños de la economía nacional; prosiguió con el terrorismo guerrillero y el terrorismo de estado; siguió con las veleidades progresistas del alfonsinismo, y con el nuevo papel del peronismo (menemismo, duhaldismo, kirchnerismo) como sustituto de las fuerzas armadas en la consolidación del entramado mafioso que se apoderó del país. Estos fueron los responsables principales de la catástrofe argentina, que no podrían haber hecho lo que hicieron sin la complicidad del resto de lo que indebidamente llamamos dirigencia social, y el respaldo electoral de una población cobarde, ignorante, y estúpida. –S.G.

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