Macri y Carrió al desnudo

En cuestión de días, los liderazgos políticos más promisorios para convertir en realidad el elusivo sueño de una Argentina republicana, Mauricio Macri y Elisa Carrió, han dejado al desnudo sus facetas más inquietantes, los rasgos que sus enemigos prefieren destacar cuando quieren vilipendiarlos. “Reivindico cien por cien las banderas del justicialismo”, dijo el jefe de gobierno porteño. Este sitio, que hace seis meses previó –sin demasiado esfuerzo analítico, hay que reconocerlo– que su destino natural iba a ser el de ponerse al frente de un peronismo sin PJ, le agradece la franqueza. “Hay que levantar las mismas banderas que el peronismo, pero hacerlo correctamente”, dijo Macri, y todos lo entendimos: fuerte presión tributaria, capitalismo de amigos, obra pública con plan y sin plan, clientelismo modernizado y relato puesto al día. Lo que venimos viendo en la CABA, en suma. Macri fue más claro ahora que un par de meses atrás cuando se reunió en Londres con un grupo de argentinos residentes en las islas. Alguien le preguntó cuáles serían sus primeras medidas de gobierno si llegaba a la presidencia, y el jefe del PRO le respondió: “Si las digo, no me va a votar nadie”. Sigámoslo, entonces, que no nos va a defraudar. Elisa Carrió, quizás la voz más lúcida, clara y valiente en la denuncia del kirchnerismo desde sus orígenes, viene trastabillando visiblemente desde la muerte de Alberto Nisman con una oferta incoherente de hipótesis que ni siquiera sus ocasionales interlocutores periodísticos parecen esforzarse en entender. Durante su aparición el martes en Hora Clave se enredó en una argumentación inextricable sobre lo ocurrido con el fiscal, que sólo hizo pensar que no maneja la información que dice manejar, o bien que la información que maneja se la proporcionan fuentes que no le son del todo leales. Tampoco la imagen del “autogolpe” resultó adecuada para describir una eventual ofensiva del gobierno contra el Poder Judicial, anunciada por Carrió para el domingo con fecha y hora. Una afirmación aventurada, a menos que estuviera calculada para su uso en una segunda aparición el lunes siguiente, que le permita decir en algún programa periodístico: “Yo, con mi denuncia, paré el autogolpe”. La decisión de Macri y Carrió de compartir un mismo espacio no peronista para enfrentar las elecciones de fin de año fue descripta por este sitio como una luz de esperanza. Pero estas últimas apariciones públicas de las dos mayores figuras ajenas al ámbito peronista ofrecieron sombras de desasosiego. O bien, si le lo ve positivamente, avivaron las conciencias de los ciudadanos preocupados por el país, les dijeron que nunca se confíen ni bajen la guardia, que una democracia delegativa en realidad no es una democracia, y que quienes alientan una vocación republicana no deben perder el estado de alerta ni dejar la participación política en manos ajenas. En el fondo, no se trata de encontrar un líder bueno, sino de ejercer, de una vez por todas, ciudadanía. –S.G.

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