El fallo por el cual el juez Daniel Rafecas desestimó la denuncia del fiscal Alberto Nisman contra la presidente Cristina Kirchner incluyó al final de su parte resolutiva un párrafo en el que solicita la habilitación de la feria judicial, que se extiende a lo largo del mes de enero. Como la causa cayó en el juzgado de Rafecas sólo a mediados de febrero, los enemigos del gobierno dedujeron que el fallo había sido escrito por otra persona, mucho antes de que el magistrado la tuviera en sus manos, y que él se limitó a firmarlo. La situación fue casi simétrica con la que se había planteado el mes pasado, cuando los amigos del gobierno, encabezados por su flamante jefe de gabinete Aníbal Fernández, sostuvieron que la denuncia de Nisman era tan pobre en sus argumentos y en sus probanzas que seguramente no la había escrito él, aunque la había rubricado con su firma. Si nos atenemos entonces a los voceros más entusiastas de los bandos enfrentados en este caso, debemos concluir que alguien escribió el fallo con que un juez desestimó la denuncia presentada por un fiscal pero escrita por otra persona. Hay dos letrados en pugna en el foro local, pero no sabemos quiénes son. Los que creemos que son, nos dicen, son apenas prestanombres.
Cuando las cosas se hacen con apuro se cometen errores de ese tipo.
Rafecas no debe haber tenido tiempo para dárselo a leer a un ayudante.
El error no es un error; el error estuvo en no pasarle el peine fino sometiéndolo a la lectura de otro.
¡Lamentable! Un juez menos.
Rafecas parecía que daba para más ¿no?
Tal vez no fue un error el de Rafecas, tal vez fue una señal.
¿Una huella dejada por Rafecas? Equivalente a una guiñada de ojos para los fiscales: “me tienen apuntado; quiero que lo sepan; yo no importo, actúen en consecuencia”. ¿Algo así?
Asombroso.
Usted dijo con todas las letras lo que yo preferí insinuar, porque no es más que una presunción. Es que se me hace difícil de creer lo de la distracción.