Luces y sombras del nuevo gabinete

El presidente electo Mauricio Macri prácticamente completó la integración del gabinete que lo acompañará en su gestión; sólo falta la designación del ministro de trabajo. Se había hablado de un hombre de José de la Sota, que se proponía replicar el exitoso programa cordobés llamado “primer trabajo” para facilitar el ingreso de los jóvenes al campo laboral, pero al parecer la idea no prosperó. En general, el elenco, además de ser más o menos representativo de la coalición que acompañó a Macri, exhibe un alto grado de profesionalismo. Casi todos los nombrados muestran en sus antecedentes probada experiencia en las áreas que les han sido confiadas, o en otras similares. Uno puede tener más aprecio por una u otra figura, pero no puede dudar de su competencia. Esto marca un cambio significativo en comparación con la indigencia intelectual y la ineptitud que fueron rangos distintivos de la administración Kirchner. Hay una excepción, sin embargo, en el caso de Sergio Bergman, cuya condición de hombre de bien no está puesta en duda, pero cuyos antecedentes para ejercer el ministerio de Ambiente son inhallables. El rabino Bergman es alguien formado en cuestiones teológicas y dedicado a los asuntos comunitarios. Es probable que su admiración por el papa Francisco lo haya llevado a leer la encíclica Laudato si, donde puede encontrar abundante, aunque tal vez insuficiente, magisterio para sus nuevas funciones. A la Argentina no le faltan problemas ambientales: minería, desmonte, tala, contaminación de aguas, manejo de residuos, prácticas agrícolas e industriales contaminantes. Las cuestiones relacionadas con el ambiente, además, ocupan el primer lugar en la agenda de los gobiernos del mundo, son complejas, controvertidas, y exigen considerable pericia no sólo sobre los principales asuntos en discusión, sino sobre las soluciones que se plantean y los antecedentes diplomáticos y jurídicos de cada debate. Cada vez más, los países son llamados a participar de encuentros internacionales para analizar estas cuestiones, y la ignorancia y desaprensión kirchnerista ya nos han dejado bastante rezagados en este terreno. La designación de Bergman lleva a pensar que al nuevo gobierno las cuestiones ambientales no le preocupan, o le parecen apenas un punto que la corrección política obliga a tener en agenda. Otra luz de alarma surge de la versión de que el nombramiento del tucumano José Cano como ministro de salud fue impugnado por lobistas de la industria farmacéutica. Cano fue designado finalmente como director del Plan Belgrano para el noroeste del país, y Jorge Lemus ocupará esa cartera. Política ambiental, política de medicamentos, son áreas delicadas en las que con frecuencia asoman los conflictos de intereses. Seguramente merecían una atención más cuidadosa. –S.G.

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