«Deforestar, exterminar especies, contaminar los suelos y el aire con agroquímicos, usar antibióticos en la ganadería intensiva. ¿Cómo es posible que, siendo los seres más inteligentes, estemos dejando este desastre? (…) En el pasado hacíamos cosas que hoy consideramos aberrantes y afortunadamente ya no hacemos. El respeto por la biodiversidad es un paso más en esa evolución. Pero antes debemos ser más civilizados entre nosotros. Somos animales, y nuestra supervivencia como especie depende de muchas otras. Hoy nadie puede negar que el cambio climático es un drama en el planeta. Los polos y glaciares se derriten, hay más tsunamis e inundaciones, huracanes y sequías. No tengo esperanza en los políticos, pero sí en la gente y su presión sobre ellos para la adopción de una energía limpia, verde y sustentable. Costará más dinero hoy pero menos a futuro. Es contabilidad ecológica. Si no cambiamos, en 100 años lucharemos de modo horrible para sobrevivir en un mundo horrible. Es mejor que cambiemos antes para asegurar la supervivencia de nuestra propia especie.» –Jane Goodall, entrevistada por Loreley Gaffoglio, en La Nación, 27-11-2015.
Tremendo.
Goodall no tiene pelos en la lengua.
Nosotros, por contraste, aún tenemos la lengua llena de pelos.
Hace 40 años, el resumen de Goodall hubiese pasado por tremendista.
Ahora no lo es; es, simplemente, tremendo.
Y todavía hay gente que piensa que la cuestión del ambiente no es más que otro tópico de la izquierda.