Diez años tarde

El domingo pasado, el periodista Jorge Lanata decidió viajar a Santa Cruz para ver cómo han manejado los Kirchner la provincia en la cual construyeron su poder económico y político. No fue una mala idea. Lo único cuestionable es que se le ocurrió diez años después. Más o menos allá por el 2002, Lanata exhibió un temprano interés por la provincia austral, y domingo a domingo, por lo menos media docena de veces, abrió la pantalla de su programa Día D para presentar a Néstor y Cristina Kirchner ante su habitual audiencia de fervorosos progresistas. En realidad Cristina ya era relativamente conocida como diputada justicialista, identificada en términos generales con los lineamientos que habían impulsado en la década previa Carlos Menem y Domingo Cavallo, y promotora de una modernización institucional y partidaria que diera mayor transparencia a las prácticas políticas y de gobierno, justamente el flanco débil del menemismo. Néstor en cambio era un perfecto desconocido que había logrado poco tiempo antes un minuto de notoriedad fustigando en duros términos el saqueo pesificador de su mentor Eduardo Duhalde. Tanto Néstor como Cristina sin embargo venían trabajando desde 1999, a través del Grupo Calafate, con vistas a proyectar su actividad política más allá de Santa Cruz. Probablemente algún miembro de ese grupo “vendió” a Lanata la sucesión de entrevistas con los Kirchner, y el periodista no se preocupó demasiado por averiguar quiénes eran. Una cámara instalada en Río Gallegos, en lo que parecía ser un escritorio o estudio de la pareja, los ponía en contacto con su entrevistador. Las comunicaciones de televisión vía satélite son costosas, y no tenía mucho sentido periodístico entrevistar prácticamente semana a semana a los mismos personajes, de modo que es posible suponer sin malicia que la producción de Día D recibió alguna compensación monetaria por ese tiempo de pantalla. En una de esas comunicaciones, Cristina lanzó la espectacular denuncia de un supuesto intento de magnicidio organizado contra su esposo por la SIDE. Cuando el jefe de la SIDE Carlos Soria pasó el asunto a la justicia para que investigara, fue difícil para los Kirchner ocultar que se trataba de un golpe publicitario. Entonces obtuvieron los servicios de un tal Eduardo Climenti, que se presentó como ex agente de la SIDE y avaló la denuncia. Cristina y Climenti declararon ante la justicia y repitieron su versión en el programa de Lanata, quien debía andar resfriado porque no olió nada raro. “Kirchner, y también Cristina, estuvieron mucho en Día D -reconocería más tarde el periodista-. Cuando ellos denunciaron a la SIDE de Menem que tenían sus teléfonos intervenidos, lo hicieron en Día D. Ningún otro programa los llevaba. Y nosotros también hicimos bastante en ese momento para tratar de que Kirchner ganara”. A comienzos del 2003, cuando ya se aproximaban las elecciones presidenciales, muchos periodistas de medios nacionales ya estaban más o menos enterados de cómo funcionaban las cosas en Santa Cruz, y mientras las patotas kirchneristas derribaban a golpes al enviado de Hora Clave Marcelo López Masía cuando preguntaba sobre el paradero de los fondos obtenidos de la venta de las acciones de YPF, Lanata invitaba a Néstor Kirchner al piso de su programa y le organizaba una entrevista complaciente, muy conveniente en tiempos electorales. “Ante el balotaje, dije que votaría a Kirchner antes que a Menem. Fue la primera y única vez que antes de la elección dije por quién votaría. Y hoy volvería a decirlo si se dieran las mismas circunstancias”, escribió Lanata en el 2008. Curiosa afirmación, dado que para ese entonces las prácticas kirchneristas no eran un secreto para nadie, y que el propio Lanata había sufrido cinco años antes los efectos de esas prácticas, cuando el kirchnerismo persuadió al canal América de que levantara el programa Día D. El periodista volvió a la televisión abierta este año, asociado al grupo Clarín, que recorrió el mismo camino de idilio y ruptura. Lanata necesitó diez años para reconocer el rostro del kirchnerismo, para discernir la realidad más allá de los prejuicios ideológicos. Si esto ocurrió con un periodista experimentado, qué se puede esperar del progresismo de a pie.

S.G.

Referencias externasEntrevista a Néstor Kirchner, Día D, 2003
Primera parte
Segunda parte

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3 opiniones en “Diez años tarde”

  1. Es lamentable ver el espectáculo que despliega un periodista de la talle de Lanata en “periodismo para todos”. Si bien me interesa ver las notas que hacen, todo el circo del principio del programa, la tribuna y la producción que hace a la subjetividad del programa no me gustan para nada. Lanata se prestó al juego vomitivo que juegan los políticos de hoy en día: La payasada superficial, estética, marketinera. Yo prefería más al periodista serio y no al showman, porque de alguna manera se metió a jugar en la misma cancha del corporativismo, y debería haberse mantenido tan al margen como pudiera.

    Yendo más de lleno a la nota, pienso que si Jorge no se dio cuenta a tiempo de lo que venía es porque le pasó lo mismo que a los pocos argentinos que estamos esperando que la Nación Argentina remonte: Quiso creer que estaba frente a un político con una mentalidad diferente y la realidad lo desilusionó demasiado tarde.

    1. Por lo que recuerdo, a Lanata siempre le gustó hacerse el chistoso. Cuando tenía a Tenembaum y Zlotogwiazda trabajando con él, los interrumpía a cada rato para decir una tontería. Gracias por visitar este sitio.

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