La vuelta de Radio Colonia

La ley de medios aprobada en la cámara baja está dirigida contra el grupo Clarín, y edulcorada con criterios gratos a los legisladores progresistas. Clarín es víctima y culpable de un proyecto cuyo contenido y tratamiento puede dejar el espectro radioeléctrico mayoritariamente en manos del Estado.

medios

El proyecto de ley de medios aprobado por la cámara baja es desde todo punto de vista deplorable. Más deplorables aún son los argumentos expuestos en su favor. Una ley puede eventualmente modificarse o derogarse. Pero el mazacote ideológico que una apreciable porción de la clase política tiene en la cabeza parece más difícil de diluir. Estos legisladores suponen que los medios (masivos) crean una imagen de la realidad y la instalan después en la cabeza de la gente. Esa suposición proviene de una imagen de la realidad creada por otros medios (libros franceses) e instalada sin resistencia en la cabeza de los políticos progresistas. Sin embargo, el público puede distinguir entre lo que ocurre en su vida y lo que ocurre en la pantalla y los políticos no, porque su vida ocurre en la pantalla, y sin pantalla no existen.

Un aspecto particularmente peligroso del proyecto (tan peligroso como lo ha sido la incorporación de los tratados internacionales a la Constitución) es su reserva del 33 por ciento del espectro radioeléctrico para las organizaciones no gubernamentales. Esto significa entre otras cosas que sobre seis canales de aire, dos van a ser privados, dos estatales, y los dos restantes podrán ser asignados, por ejemplo, a la prédica del odio racial por el agitador Luis D’Elía, y a la prédica del odio generalizado por la agitada Hebe de Bonafini. Como difícilmente estos dos personajes, u otros como ellos, consigan apoyos publicitarios que no provengan del Estado, el gobierno de turno terminará controlando cuatro de los seis canales. En un país donde más de la mitad de la población mira televisión por cable, esos cuatro canales apuntarán a la franja del público con menores ingresos.

El texto aprobado por los diputados ni siquiera roza tres cuestiones elementales para asegurar el uso libre y soberano del espectro radioeléctrico nacional: la distribución equitativa de la pauta publicitaria oficial, el acceso sin restricciones (excepto las que tengan que ver con la seguridad nacional) a la información pública, y la prohibición total y absoluta de intereses extranjeros en los medios. Ya tenemos un canal de aire español y otro mexicano, y no está claro que la ley con media sanción vaya a remediar esto. Las señales extranjeras ocupan además un amplio espacio en nuestras redes de cable, y sus generadores están libres de todas las restricciones que el proyecto impone a los nacionales.

El proyecto confunde deliberadamente tres aspectos nítidamente separados en el campo de las comunicaciones audiovisuales: la producción de contenidos (confección de programas), la emisión de señales (radio, televisión), y la distribución de señales (cable, satélite). Prohibir que un mismo dueño tenga un canal de aire y una red de cable es lo mismo que prohibir que un diario realice su propia distribución (y de paso la de otros diarios). El grupo Clarín no es un monopolio en ningún sentido, ni siquiera en la red de cable, donde compite con Telecentro. Tiene, sí, posición dominante, luego de que el ex presidente Néstor Kirchner autorizara la fusión entre Multicanal y Cablevisión, violando lo establecido por la ley de defensa de la competencia. Ahora, la posición absolutamente dominante que tiene DirecTV en el mercado de la distribución satelital de televisión no parece haber preocupado a nuestros atolondrados legisladores.

El problema fundamental de este proyecto de ley de medios es que fue concebido para desarticular al grupo Clarín. Para conseguir apoyos se lo edulcoró con articulados gratos a quienes han construido su imagen de la realidad a partir del mensaje uniforme de los medios progresistas, masivos o no. Con su desmesura y su mala praxis periodística, el grupo Clarín es a la vez víctima y culpable de que este proyecto de ley tenga el contenido y el tratamiento que tiene. Si el imperio que construyó gracias a presiones y extorsiones finalmente se derrumba por obra de esta ley, puede arrastrar consigo a otros actores del universo mediático. Al público en general la cuestión no le importa demasiado. Ya sabe cuándo hay que ir a comprar dólares y cuándo hay que sintonizar Radio Colonia, o, quién sabe, Tele Colonia.

–Santiago González


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6 opiniones en “La vuelta de Radio Colonia”

  1. Este es un gobierno particularmente adicto a enfrentar argentinos con argentinos. Su odio ciego deja al país a merced de intereses extranjeros de toda clase, mientras busca enemigos puertas adentro. Aspiran a un pais insignificante y dependiente, que avergonzaría a nuestros próceres y debería avergonzarnos a nosotros también. Ojalá -por más que me duela en el alma- que no clasifiquemos para el Mundial, así no nos distraemos durante el 2010 y tenemos tiempo de sobra para pensar qué vamos a hacer en el 2011.

    1. Creo que si esta ley se aprueba, en definitiva va a favorecer la penetración extranjera en los medios. Ya anda por ahí el mexicano Carlos Slim tratando de ver con qué grupito se asocia para quedarse con los despojos de Clarín. Y ojo que al lado de Slim, Clarín es el Ejército de Salvación. Gracias por visitar este sitio.

  2. La nota y los comentarios me mueven a un par de reflexiones, por un lado coincidir plenamente con el lector Pato, respecto de lo nocivo de los doblajes y las producciones infantiles, preocupación que recuerdo haber vertido alguna vez en esta página. Sólo en el canal Encuentro podemos ver documentales que nos expliquen el mundo “en nuestro idioma”.

    Por el otro, y más específicamente en lo que hace a nuestra clase política, nuevamente los legisladores se han desempeñado de un modo deplorable. Solanas y Lozano, en particular, disintiendo con la Ley en los días previos para terminar votando a favor; la oposición retirándose (el que calla otorga) en lugar de hacer frente y votar en contra, como hubiera correspondido.

    Y por último, qué nos sorprende que esta Ley se trate de un día para el otro si lo mismo ocurrió con la eliminación de las AFJP…no he oído a los legisladores mencionados (que para entonces sí habían contado con mi voto) hacer un mea culpa por haber permitido el despilfarro de recursos previsionales con fines tan poco nobles como el fútbol gratis! y subsidios a empresas privadas (¿por qué debo ayudar a la Gral Motors en desmedro de mi jubilación?).

    Son todos cómplices del matrimonio presidencial en definitiva…

    1. La arrogante soberbia de los progresistas -entre los que figuran los políticos que usted menciona- les lleva a creer que deben proteger al público de la influencia de los medios cuando ellos mismos no pueden protegerse de los chalecos ideológicos que les constriñen las ideas. Aquí no se ha visto que los medios lleven de las narices a la gente (Menem fue reelecto con una prensa abrumadoramente crítica), pero sí se ha visto a las ideologías llamadas progresistas llevarse puesta a una generación entera. Agradezco su comentario.

  3. Todos estos “detalles” son siniestros. Poner los canales oficiales para la mayoría de bajos recursos lo único que logrará es enfrentar a pobres contra ricos, aumentando la brecha entre ambos… no sólo de plata si no social. ¡El canal mexicano (el 9) es una vergüenza: pasa todo el día programas y novelas mexicanas…! Al respecto… me asusta ver a cada vez más nenes hablando un castellano “neutro” (mexicano en realidad) en sus vidas cotidianas… los dibujos animados que plagan la tele y las horas de vida de los chicos están en ese idioma… ¡Se debería proteger nuestro modo de hablar! Que hablen cordobés si se quiere pero es otra destrucción más de nuestra identidad y cultura.

    Por último… recuerdo como se saboteó constantemente a la empresa SKY de televisión y contenidos satelitales desde el gobierno. Empresa que venía con mejores precios que DirecTV y creciendo… Seguro que más de uno de los diputruchos y sanateadores que están sentados hoy estuvieron recibiendo regalos de DirecTV.

    1. Estoy de acuerdo con lo que dice respecto de los canales de dibujos animados, cuyos contenidos por otra parte son atroces para los chicos: gritos, histeria y violencia continua. Y saturados de publicidad dirigida a los chicos, que sencillamente debería estar prohibida. Gracias como siempre por sus comentarios.

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