Humillaciones

No fue ciertamente el calor de los entusiastas caceroleros que marcharon el jueves a la plaza de Mayo lo que envió a cuarteles de invierno al candidato a procurador Daniel Reposo sino el frio inclemente de los números: el oficialismo hizo las cuentas y vio que su pupilo no iba a aprobar el examen de los senadores, tampoco ese.

Entonces, con la misma desaprensión con que lo habían convocado para ocupar un cargo que le quedaba grande por los cuatro costados (y probablemente por esa misma razón, para manipularlo a gusto), le escribieron unas cartas de renuncia a la postulación y le dijeron: firmá acá. Nadie puede creer que el balbuceante letrado haya sido capaz de semejante elocuencia epistolar.

Todo el caso Reposo gira en torno de la humillación como teoría y práctica del kirchnerismo. Su postulación como jefe de fiscales, y la defensa de esa postulación, fueron un humillante desafío a la ciudadanía argentina; el retiro de la postulación evitó la humillación de una derrota en el Senado. Al kirchnerismo, es decir a Cristina, le gusta humillar, incluso a los propios, pero no ser humillado.

La humillación está en el lenguaje con el que la presidente se dirige cotidianamente a sus colaboradores: “Vos, el primero de la fila y con bonete”, “Vos, concheto de Puerto Madero, yo te puse ahí”, “Viste, por eso vos sos gobernador y yo presidenta”. Todos, incluso los aludidos, se rien, aplauden, festejan. La presidente los mira y piensa: se lo merecen.

La Casa Rosada baja los salarios, aumenta los impuestos, saquea las jubilaciones, destroza el transporte público, deja el país sin energía, roba y miente descaradamente, y entrega a cambio billetes de cotillón, subsidios de supervivencia, y televisión, todo envuelto en un relato épico y nacionalista. El 54 por ciento del país le da su voto, y la presidente se convence: se lo merecen.

Al kirchnerismo le gusta humillar. El acto de la humillación le permite sobre todo canalizar el resentimiento y disimular la incompetencia que le son inherentes. El gobierno humilla con engaños y falsedades al país que lo votó, porque lo desprecia, y con desafíos y provocaciones al que no lo votó, porque lo aborrece. Quisiera ponerle la montura, pero no sabe cómo.

Entablar diálogos preparados de antemano con militantes kirchneristas y presentarlos como una charla espontánea con un ciudadano cualquiera es tomar a los argentinos por tontos, humillarlos con una tomadura de pelo ni siquiera bien preparada, porque los periodistas descubren la trampa a los cinco minutos.

Falsear las estadísticas públicas, describir los fracasos como éxitos, disponer de la cadena nacional de medios para hablar hasta por los codos de cosas que no se saben, citando cifras que no son pertinentes, y usando un lenguaje que no conviene al tema resulta humillante para el que escucha y percibe que se le rien en la cara.

Enrostrar a los consumidores de servicios públicos la percepción de subsidios no solicitados, y que sirven menos para ayudarlos que para esclavizarlos, es otro ejercicio de humillación, como lo fue obligar a millones de usuarios de transporte a someterse a colas agobiantes al sol y en pleno verano para obtener con innecesaria urgencia una tarjeta SUBE.

Insistir en la postulación de un indigente intelectual para el cargo de Procurador General de la Nación tuvo ese mismo carácter humillante para la ciudadanía y para las instituciones de la república, el tono desafiante de quien se burla de todos y dice: Vean cómo soy capaz de hacer cualquier cosa, y ustedes la toleran. Calígula nombrando cónsul a su caballo.

El caso fue además un desafío humillante a los argentinos envuelto dentro de otro mayor: la postulación, elección y defensa de Amado Boudou como vicepresidente de la nación. Reposo había sido elegido por su docilidad y con la misión inmediata de proteger al segundo de la presidente de unos fiscales que se le estaban acercando demasiado peligrosamente.

Cristina Kirchner sabía muy bien quién era este personaje cuando lo eligió como compañero de fórmula, y no tuvo problemas en infligírselo al país, y a sus propios seguidores, que le aconsejaban en contrario. Pero, vean cómo soy capaz de hacer cualquier cosa. Ahora todo el país sabe quién es Boudou, y ella no quiere admitir su error, la inaceptable humillación de la equivocación y la derrota.

Los gobernantes autoritarios desprecian a sus gobernados en el mismo grado en que éstos se someten dócilmente a sus arbitrariedades. Instalan en sus sociedades esos “tiempos de desprecio” de los que hablaba André Malraux, períodos en que la gente parece ir perdiendo gradualmente su amor propio, su dignidad, ante un poder que todo lo invade. Hasta que reacciona.

La actitud de los senadores nacionales, por una vez no entrampados en las confusiones ideológicas que en el pasado los llevaron a apoyar al oficialismo, mostró por un lado que en la Argentina hay espacio para una reacción institucional que comience a cambiar el rumbo de las cosas, y por el otro que el propio gobierno está necesitando que se le marquen los límites.

Ahora, Boudou.

–Santiago González

Califique este artículo

Calificaciones: 5; promedio: 5.

Sea el primero en hacerlo.

10 opiniones en “Humillaciones”

  1. El kirchnerismo no sólo humilló al ciudadano común que lo votó o no lo votó: sino también a sus propios militantes. Lejos de tenerles lástima (porque uno no puede conversar sobre algo que la prepotencia les brota de los poros), uno los ha visto defendiendo a los DDHH y bancando a Putin, o despotricando contra la Iglesia Catolica desde Nestor para terminar postrandose ante Bergoglio. Se trata de las necesidades pragmáticas de la dirigencia que han convertido a estos muchachos (muchos, me consta, inocentes) en cómplices (in)morales de la estatización (indefendible) de Ciccone, de la represión en Venezuela, etcétera. Lo veo todos los días (estudio en una universidad pública) en los ojos de esos chicos traicionados que pensaron que hacían una revolución de izquierda, o que ayudaban a la gente a salir de la pobreza del 2001, de la misma forma en que me sentí (en mi ignorancia), cuando voté a la Doctora en el 2011 pensando que era “el cambio”. Habrá que ver si estas agrupaciones (y el país) eligen, nuevamente, ser humilladas por los peronistas de turno en el 2015.

    Por las dudas, cuando me refiero a los militantes, no me refiero a los barras de River ni a los delincuentes que vieron la posibilidad de ganar dinero fácil o acumular cargos en su CVitae (si se le puede llamar a esto cursus honorum). El asco.

  2. Para completar mi comentario del 14/6: el artículo del Editor, “Humillaciones”, revela que estamos hablando de personalidades autoritarias; de esas que “no rinden cuentas”, porque confunden la gestión (transitoria) con la propiedad… Sí, una patología, si no fuera porque es consustancial a la identeidad de todo un movimiento político en Argentina, el mayoritario. Hay una secuencia de expresiones en La Cámpora que está incompleta, pero se sabe cuál sería el tercer término: 1) “vamos por más”; 2) “vamos por todo”; 3, (inexpresado pero…) “somos todo”.
    Yo sospecho que la tendencia autoritaria es irreductible pero se la puede contrarrestar. En ése sentido, nuestro país, no escapa de su matriz. En ocaciones asomamos un poco la cabeza para después meterla nuevamente adentro.
    El artículo “Humillaciones” es muy revelador y directo. En 1939, Erich Fromm escribió lo que se constituyó en la investigación clásica del sadomasoquismo en política, El Miedo a la Libertad. Vale la pena repasarla.

    1. Su comentario resulta particularmente oportuno. Recordé el libro de Fromm al escribir esta nota, y tenía previsto releerlo a la luz de la Argentina de estos días.

    1. El kirchnerismo no sería lo que es sin la colaboración invalorable del pueblo argentino. El asistencialismo apenas si puede justificar la mitad de ese 54 por ciento… Gracias por su comentario.

  3. Hace unos años ya, comenté delante de gente allegada, que “éste gobierno tenía una impronta autoritaria”… Uno de los presentes reaccionó recordándome que las dictaduras, en Argentina, se manifestaban “disponiendo por la fuerza de las vidas y los bienes de los ciudadanos”… Entonces tuve que recordarle que no había hablado de “dictadura” y que no es necesaria una dictadura, ni un gobierno de facto para hacer ejercicio de la mentalidad autoritaria: bastaba con imponerse a la mayor parte de los ciudadanos ejerciendo la responsabilidad de gobernar (que sería la denominación adecuada, en una democracia republicana, de lo que llamamos El Poder) evitando los controles parlamentarios y de los grupos civiles autogestinonados; haciendo uso y abuso de los decretos apoyado en la “mayoría parlamentaria”; maniatando a la justicia o dividiéndola hasta formar un grupo de “simpatizantes” que miran para otro lado para “no hacerle el juego a la derecha”; rodeándose de adictos y acólitos, por ejemplo de un periodismo “oficialista” formado por “periodistas militantes” bien pagos (muy bien pagos; no sea cosa que se relaje la militancia, se tornen críticos, vean lo que tantos vemos, y le “hagan el juego a la derecha” que es – ellos mismos lo dicen – “peor aún que ellos”…); y, detalles más, detalles menos, formando desde un comienzo una élite del poder con cabeza en el ejecutivo; digámoslo sin rodeos: una oligarquía, la oligarquía que gobierna, formada por políticos, empresarios, sindicalistas, jueces, periodistas, intelectuales, etc.

  4. Excelentes comentarios pero un final demasiado optimista para lo que estamos viviendo en Argentina desde hace unos años. Desconfìo de la capacidad de los senadores optimistas y creo que lograron una victoria porque la posición del Gobierno Nacional era muy débil luego de presentar como candidato a este…. coso llamado Reposo.
    Es como haber visto una pelea entre Olivia y un Popeye con las manos atadas, la pipa apagada y sin espinacas. Hasta Olivia le ganaba la pelea al Gobierno en este caso.
    Boudou tiene traje de amianto y por la misma razón por la que está becado es que no va a sufrir ningun tipo de juicio.
    Habrá que ver si la que se supone será la nueva procuradora es funcional o no al Gobierno, pero de todas maneras siempre tendrá el Gobierno una manera de lograr que el caso pase a manos de Oyharbide
    Saludos

    1. El caso Reposo no planteaba a los senadores ninguna duda ideológica como las que les creaban asuntos tales como los de las AFJP, Aerolíneas, Malvinas, etc. con los que el gobierno siempre los entrampa. Los progresistas populistas del Congreso piensan como el kirchnerismo dice que piensa (aunque después haga todo lo contrario). En estos días, algunos radicales y otros “opositores” recibieron con beneplácito el plan de viviendas anunciado por el gobierno. En los 90 hubo que vender YPF para reponer el dinero saqueado de las cajas de jubilaciones, ¿qué habrá que vender luego de los Kirchner para devolver a los jubilados el dinero que aportaron? Evidentemente, la realidad abona su pesimismo. Gracias por visitar este sitio.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *