Por Bernardino Montejano *
Esta mañana la tapa de La Prensa tiene un título: “Fabiola Yáñez declara mañana en la causa por violencia de género”. Título muy modernoso por la denominación del delito: “violencia de género”, ajeno e incomprensible a quienes, como yo, aunque calificado como distinguido en el examen de Derecho Penal en la Universidad de Buenos Aires, hace mucho tiempo, entendemos por “género” un pedazo de tela. Fue un examen riguroso en una mesa integrada por Sebastián Soler y Luis Cabral, juristas notables, el último, años después, decano de la Facultad y ministro de la Corte Suprema de Justicia.,
Cuando uno conoce a una persona con un nombre que no es común como Fabiola o Thays, o Brígida, Orieta o Gertrudis, uno asocia el nombre con quien lo lleva y nace una aceptación o rechazo espontáneo y no demasiado pensado.
Eso me pasaba con el nombre Fabiola, asociado en forma inmediata con la princesa Fabiola de Mora y Aragón, que con el correr del tiempo fue una reina amada por los belgas. Sostén de su marido y rey Balduino, que contrasta con otros reyes de opereta, frívolos, solemnes, figurones, representantes al decir de Pemán “de monarquías afeminadas, disfrazadas de repúblicas, como los hombres de mujeres en una orgía de carnaval”.
Lo dicho para Balduino, sobrio y recatado, vale para Fabiola; su negativa a promulgar la liberación del aborto, su defensa de la familia al afirmar: “aquél que quiere la unidad del país debe ejercitarse haciéndolo ante todo en su hogar y su familia”.
El día de sus exequias ante una multitud doliente el cardenal Danneels, arzobispo de Malinas-Bruselas pronunció una homilía con ideas claves que glosaré:
Balduino fue un rey según el corazón de los hombres: “discreto, silencioso, sonriente, delicado, tenía un corazón ancho como las arenas del mar. Allí guardaba las alegrías y sufrimientos de su país y de su pueblo”.
Balduino fue pastor de su pueblo. Todos sus súbditos eran merecedores de su respeto, pero él privilegiaba a los pequeños, los pobres, los abandonados. Recorría el país con la reina, los buscaba y los escuchaba. Acogía sus confidencias y las guardaba en su corazón. Estaba presto a decir sí. Y si tenía que decir no, era al mal.
Balduino sufrió mucho, con lo cual adquirió una gran capacidad de compasión, gracias a sus heridas, la paz comunitaria no fue jamás gravemente perturbada. “Para él ser rey era servir a la verdad y sufrir por su pueblo”.
Pero Balduino también fue un rey según el corazón de Dios, porque como afirma el cardenal de Malinas, “bajo el follaje de sus actividades públicas, corría una fuente calma y escondida: era la vida en Dios, la plegaria, la Eucaristía cotidiana, la lectura del Evangelio, su amor por la Virgen María, la penitencia: he aquí las fuentes secretas que alimentaban el río de su existir. En tanto el Rey servía a los hombres; no dejaba de pensar en Dios… feliz el pueblo que ha tenido tal Rey”.
Y la reina Fabiola compartía todo como buena mujer de tal varón: sobriedad, recato, discreción, silencio, delicadeza, pudor, fortaleza para resistir al mal, compasión, servicio, conciencia, vida en Dios, plegaria. Palabras extrañas en casi todos los gobernantes de hoy, pero que ligadas a la realidad que representan nos muestran un profundo respeto por Dios, por sí mismo y por el prójimo.
Pero, la Fabiola que hoy aparece en la tapa del diario nada tiene que ver con la princesa; fue la conviviente del expresidente turista Alberto Fernández y hoy lo demanda por malos tratos, exhibiendo el resultado de los mismos con fotos que muestran su cuerpo lastimado.
Ante la exhibición de los resultados de los malos tratos en una entrevista, la actual vicepresidente Victoria Villarruel manifestó que esto “no significa nada para los que vimos morir a nuestros familiares (durante la pandemia) y no pudimos velarlos y enterrarlos como se merecían… Luché contra el encierro y a mi padre lo perdí por los protocolos de cuarta de ese gobierno de gente repugnante”.
Afirmó luego que no siente “lástima por los 21 viajes de placer en flota presidencial de la ex primera dama, mientras ciento de Pymes argentinas se fundían”.
Estoy totalmente de acuerdo, pero podría agregar otras cosas como el cumpleaños en Olivos, las numerosas visitas que recibía cuando los demás no podíamos recibir a nadie, cosas grotescas que pasaban, como cuando los remedios para la diabetes y la presión se me terminaron en San Joaquín, en medio del campo, y en Azul no me dejaban ir al hospital porque tenía prohibido circular debido a mis ochenta años y después no me dejaban salir de la ciudad y tuve que escaparme por un camino secundario, esquivando los retenes policiales y muchos etcéteras.
En los albores del desgobierno del turista Fernández el Instituto de Filosofía Práctica publicó una declaración titulada “Otro sofista en la Casa Rosada” con un capitel del hoy infeliz Alberto: “Toda verdad es relativa”.
En el documento, después de someter a severa crítica los elogios del arzobispo de La Plata, el “Trucho” Fernández a Kicillof y los diálogos de nuestra cúpula episcopal con el novel presidente, nos preguntamos: ¿la sintonía con el gobierno se extiende a la presencia de Dios y sus mandamientos en la vida social y política? ¿Preocupa a los obispos la descomposición del matrimonio y de la familia? ¿La educación? ¿Las virtudes naturales? ¿Las virtudes infusas? ¿La pornografía? ¿La inseguridad? ¿Las víctimas de tantos delitos? ¿Los presos militares sometidos a una venganza sin límites denunciada por el mismo obispo castrense? ¿La salvación de las almas?
Hoy Alberto y Fabiola sufren desnudos y sin disfraces. ¿La Némesis de los griegos habrá despertado como vindicta por tantos inocentes abortados? ¿Las comuniones sacrílegas, administradas en el Vaticano por el obispo Sánchez Sorondo, han comenzado a ser castigadas? Dios lo sabe y de Él nadie se burla. Para para la pareja Alberto-Fabiola se acabó la joda. Se alegra la inmensa mayoría de los argentinos.
* Presidente del Instituto de Filosofía del Colegio de Escribanos y del Instituto de Filosofía Práctica.
GÉNERO es una CATEGORÍA GRAMATICAL, según la cual ÁRBOL es MASCULINO y MESA es FEMENINO.
Creo que fue Ignacio B. Anzoátegui el que escribió que cuando el Rey le teme a la Asamblea termina perdiendo la cabeza. Al belga le quedaba la opción de abdicar si no estaba de acuerdo. Otra hipocresía democrática.
Con una verdad incompleta y solo a medias, tan maquillada en estilo como sesgada en contenido y que era algo peor que una mentira. Porque su cometido no apuntaba a hacer luz universal sino a satisfacer determinados intereses, particulares y rastreros.
Así nos quiso habituar a vivir el desgobierno más nefasto que ha sufrido la Argentina: como pretendiendo sedar nuestros reflejos para que así no reaccionaran tanto nuestros valores mientras fueran desmontados. (o expresado en el léxico de su manual sedicioso de cabecera, deconstruídos..). Desmontados; apaleados, machucados, abusados..
Desgobierno elocuentemente representado en quien lo presidió: Alberto; al que muchos terminamos llamando Aborto. Al que el autor de esa nota contrasta inmejorablemente en su crónica sobre Balduino de Bélgica y su esposa Fabiola.