El malentendido

Cada vez que se recuerda el atentado contra la AMIA tengo la sensación de estar frente a un enorme malentendido: se lo describe como un ataque contra los judíos, la colectividad judía o el estado de Israel, cuando fue un ataque contra la Argentina. Recuerdo que en su momento el embajador de Israel le pedía cuentas a Carlos Menem hablando como representante de un Estado agredido, cuando el Estado efectivamente agredido era el presidido por Menem. El ataque contra la AMIA fue un ataque contra la Argentina, y sólo simbólicamente un ataque contra Israel, los israelíes, o lo que fuera: no lo sabemos porque nadie lo reivindicó. La explosión se produjo en territorio argentino, mató e hirió a ciudadanos argentinos, y no discriminó sobre sus creencias ni sobre el origen de sus antepasados. Incluso todas las especulaciones que se hicieron sobre sus posibles motivaciones tienen más que ver con la política argentina, en todo caso con la política exterior argentina, que con conflictos internacionales entre terceras partes. Pero a los dirigentes políticos que quedaron involucrados en el asunto les resultó más práctico, más conveniente para sus intereses, interpretarlo a la luz del terrorismo islámico y el conflicto árabe-israelí. Las autoridades argentinas miraron para otro lado, como si el ataque hubiera estado dirigido contra terceros y no contra el Estado que están constitucionalmente obligadas a proteger y defender, y se lavaron las manos; las autoridades comunitarias se plegaron a los deseos del Estado de Israel, permitieron que el ataque fuera interpretado según la conveniencia propagandística del momento, y también se lavaron las manos. Más aún, el Estado argentino nada hizo cuando lo podía hacer para descubrir la necesaria apoyatura local que tuvo ese ataque, y las autoridades comunitarias bloquearon efectivamente algunas investigaciones independientes que se apartaban de la historia oficial. Olvidadas en estos jueguitos de poder quedan las víctimas, mayoritariamente pero no únicamente de religión judía, cosa que de todos modos debería ser irrelevante en términos de la responsabilidad del Estado argentino; olvidadas quedan las víctimas, a propósito de las cuales todos los años se derrama una lágrima políticamente correcta pero que siguen esperando esclarecimiento y justicia. –S.G.

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