Más allá de la naturaleza de los gobiernos que se sucedieron en la Argentina en el último medio siglo -dictatoriales o democráticos- hay una constante que los atraviesa sin pausa: el progresivo deterioro de las instituciones y el fortalecimiento proporcional de mafias de todo tamaño, que se apoderan de los resortes de poder en su propio beneficio.
La renuncia del fiscal de investigaciones administrativas Manuel Garrido, abrumado según sus propias palabras por el “cansancio de correr en dirección contraria”, significa la caída de otro muro de contención contra los corruptos. Y cuando se habla de corrupción en un país, se habla de corrupción en el estado, de corrupción política y burocrática.
Las mafias ganan por cansancio cuando el sostenimiento de las instituciones recae únicamente sobre las espaldas de personas individuales, sobre la tozudez y la fuerza de voluntad de quienes todavía creen que la función pública es un honor y no una oportunidad para la rapiña. Ganan por cansancio cuando la sociedad se desentiende del bien común, y no toma parte en su defensa.
La Fiscalía de Investigaciones Administrativas (FIA) que encabezaba Garrido depende de la Procuración General de la Nación, actualmente a cargo de Esteban Righi, y es el órgano encargado de investigar los hechos de corrupción y las irregularidades cometidas por funcionarios de la administración pública.
En noviembre, como quedó registrado en nuestra nota Claves del modelo, el procurador general Righi recortó las facultades de la FIA al punto de apartarla, más allá de la etapa investigativa, de la inmensa mayoría de las causas que tenía a su cargo. El fiscal esperó a poner en orden los materiales en los que trabajaba, y ahora renunció.
La crónica enumera las causas tramitadas en su despacho. Aparecen los nombres de los ministros de planificación Julio de Vido, y de economía Felisa Miceli; de los secretarios de medios Enrique Albistur, de comercio Guillermo Moreno, de transporte Ricardo Jaime. También los del matrimonio Kirchner y el de su vocero Miguel Núñez.
Entre las empresas investigadas por relaciones irregulares con el gobierno figuran la sueca Skanska, la cordobesa Electroingeniería (la que compró Radio del Plata), Aeropuertos Argentina 2000, el grupo Cirigliano. En suma, la pareja presidencial, junto a buena parte de su entorno y del elenco de empresarios amigos.
Hay que remontarse a Ricardo Molinas, bajo el gobierno de Raúl Alfonsín, para encontrar un fiscal tan activo como Garrido. Su predecesor en la FIA, Néstor Pinzón, presentó cuatro denuncias en ocho años. Garrido impulsó más de cien, pero no obtuvo una sola condena. Parece que a la familia judicial no le gustaba que se entrometiera con sus causas.
“La corrupción es un fenómeno que se da en todos los países, pero lamentablemente el nuestro se destaca por la impunidad casi absoluta de ese fenómeno y la falta de decisión y seriedad para hacerle frente”, dice Garrido, y apunta contra “un sistema penal que castiga impiadosamente a los pobres y a los marginales, que son generalmente víctimas de la corrupción, pero que es cortés e impotente ante poderosos y corruptos”.
El recorte de atribuciones de la FIA no ha sido la única acción del gobierno para desalentar o neutralizar cualquier investigación de sus actividades. Citemos el reciente intento de limitar las atribuciones del presidente de la Auditoría General de la Nación, Leandro Despouy, o el nombramiento al frente de la Oficina Anticorrupción de Julio Vitobello, quien ya exhibiera una conveniente inoperancia en la Sindicatura General de la Nación.
Garrido llamó a tomar conciencia sobre la importancia de los organismos de control en una sociedad democrática y dijo que la situación actual padece deficiencias normativas y estructurales, y se apoya más en el compromiso personal de los actores, que deben hacer frente a “infinitas dificultades, tropiezos, zancadillas, inenarrables resistencias”.
Citó así las trabas a la investigación interpuestas por la AFIP respecto de las declaraciones impositivas, por el Ministerio de Justicia respecto de los anexos reservados de las declaraciones juradas integrales patrimoniales, y por la Auditoría General de la Nación respecto de sus documentos de trabajo y de los nombres de los auditores, para que fuesen citados a prestar declaración.
La renuncia de Garrido, cargada como está de impacto testimonial, no fue bien recibida sin embargo por quienes comparten su preocupación por la decencia en el gobierno. “En su lugar, yo no hubiera renunciado”, dijo el abogado Ricardo Monner Sanz, iniciador de varias causas contra la corrupción como la del contrabando de armas.
Para Luis Villanueva, presidente de una ONG interesada en estas cuestiones, “su renuncia es un mensaje que trasciende su situación personal, porque si se fue por presiones, es un mal mensaje para toda la sociedad. Eso significaría que las personas honestas y capacitadas se van vencidas por un sistema”.
Garrido incluyó en su renuncia esta frase de Rui Barbosa, que el jurista brasileño pronunció ante el senado de su país: “De tanto ver triunfar las nulidades, de tanto ver prosperar la deshonra, de tanto ver crecer la injusticia, de tanto ver agigantarse los poderes en manos de los malos, el hombre llega a desanimarse de la virtud, a reirse de la honra, a tener vergüenza de ser honesto”.
–Santiago González