«Una caricatura publicada en julio de 2008 en el diario vienés Die Presse muestra a dos fornidos austríacos de apariencia nazi sentados a una mesa. Uno de ellos sostiene un periódico en sus manos y la comenta a su amigo: “¡Aquí se puede ver de nuevo cómo un antisemitismo totalmente justificado está siendo usado incorrectamente para hacerle una crítica barata a Israel!” Esta caricatura gira en torno al argumento estándar contra los críticos de las políticas del Estado de Israel: cuando los cristianos fundamentalistas de hoy en día, partidarios de la política israelí, rechazan las críticas izquierdistas a las políticas israelíes, ¿no está su línea de argumento implícita sorprendentemente cerca del razonamiento del gobierno israelí? Recuerden a Anders Breivik, el asesino en masa antiinmigrante noruego. Era antisemita, pero pro Israel, dado que él vio en el Estado de Israel la primera línea de defensa contra la expansión musulmana, incluso quiere ver reconstruido el Templo de Jerusalén, pero escribió en su “Manifiesto”: “No hay ningún problema judío en Europa Occidental (con la excepción del Reino Unido y Francia), ya que sólo tenemos un millón en Europa Occidental, mientras que 800.000 de este millón viven en Francia y el Reino Unido. Estados Unidos, por otro lado con más de 6 millones de judíos (600 por ciento más que Europa) tiene un considerable problema judío”. Su cálculo da cuenta de la principal paradoja del antisemita sionista y encontramos las huellas de esta postura extraña con más frecuencia de lo que cabría esperar. Reinhardt Heydrich, el autor intelectual del Holocausto, escribió en 1935: “Debemos separar a los judíos en dos categorías, los sionistas y los partidarios de la asimilación. Los sionistas profesan un concepto estrictamente racial y, a través de la emigración a Palestina, ayudan a construir su propio Estado judío. (…) nuestros buenos deseos y nuestra buena voluntad oficial van con ellos”. Como señaló Frank Ruda, hoy nos encontramos con una nueva versión de este antisemitismo sionista: el respeto islamofóbico por el Islam. Los mismos políticos que advierten del peligro de la islamización del Occidente cristiano, desde Trump hasta Putin, felicitaron respetuosamente a [el presidente turco Recep] Erdogan por su victoria. El reinado autoritario del Islam está bien para Turquía, pero no para nosotros.» –Slavoj Zizek, pensador esloveno, en Página 12, 13 de mayo de 2017.