El amistoso más caro

El 25 de noviembre los tradicionales rivales del fútbol argentino River Plate y Boca Juniors debían disputar en el estadio Monumental el partido de vuelta de la final de la Copa Libertadores 2018. El encuentro enfrentaba inusualmente a dos equipos de un mismo país, cosa que a quienes manejan el negocio del fútbol no les gusta demasiado porque reduce los ingresos posibles, si no a la mitad al menos significativamente. Una semana antes la justicia había encontrado en domicilios de Héctor “Caverna” Godoy, jefe de la barra brava de River, centenares de entradas falsificadas y gruesas sumas de dinero aparentemente proveniente de la venta de esas entradas. Los integrantes de la barra quedaron inhabilitados para ingresar al estadio. El encuentro, sin embargo, no pudo disputarse ese sábado porque un grupo de simpatizantes de River, al que todos presumen vinculado con la barra, atacó a piedrazos el ómnibus que traía al equipo de Boca y lesionó a varios jugadores, ante la todavía no explicada falta de reacción de la policía. El propio fiscal que investiga a la barra de River, Norberto Brotto, contó en declaraciones a radio La Red que un ladero de Godoy, José “Bolsa de papas” Uequín, había anticipado en su fiscalía que la final no se iba a jugar, como venganza de la barra por los allanamientos sufridos. La investigación de los sucesos, conducida por la fiscal Adriana Bellavigna, apenas logró hasta ahora identificar a uno de los atacantes, un tornero de 31 años que casualmente no tiene vinculación alguna con las barras pero que al parecer arrojó proyectiles contra el vehículo estimulado por el entorno violento en el que se encontraba. El secretario de seguridad de la CABA, Marcelo D’Alessandro, había prometido “caerle con todo el peso de la ley”, pero la fiscal sólo lo obligó a cumplir con 180 días de trabajo comunitario y asistir a un curso de convivencia. “El chico (sic) mostró un arrepentimiento que yo valoro mucho”, explicó la fiscal. El partido no se jugó ese sábado en el Monumental como estaba planeado, ni se jugó en las tres o cuatro oportunidades más o menos inmediatas a ese sábado que se anunciaron oficialmente, porque a partir de la suspensión original se entabló una feroz disputa entre los dueños del negocio del fútbol y los dirigentes de River y Boca, cada uno con sus demandas. Los jefes de la Conmebol y la FIFA estaban desesperados porque se les pinchaba un lucrativo negocio y reclamaban que el partido se jugara como diera lugar, aún con los jugadores de Boca lesionados y en shock; la dirigencia boquense recordó de pronto que en un episodio de características similares (un ataque con gas pimienta a jugadores de River por parte de un hincha de Boca), la Conmebol había suspendido el partido y se lo había dado por ganado a River. Los xeneixes reclamaron igual trato. La FIFA y la Conmebol rechazaron el reclamo, no porque le faltaran argumentos, sino porque de hecho cancelaba el partido y arruinaba el negocio. River, por su parte, afrontaba otro revés: la investigación de los episodios del sábado fatídico condujo a la justicia hasta una habitación que se pretendía mantener oculta, y en la que descubrió todo lo necesario para imprimir entradas fuera del circuito legal, aunque con toda la apariencia de legítimas. El hallazgo comprometió a toda la dirigencia de River, y permitió explicar por qué ese sábado habían llegado hasta las puertas del Monumental muchos más espectadores con entradas que los que admite el estadio. La justicia investiga si las entradas halladas en poder de la barra salieron de esa imprenta. El partido, finalmente, se juega este domingo en Madrid. Lejos de su escenario natural, se convierte en “el amistoso más caro de la historia”, como dijo con sabia concisión Juan Román Riquelme. Los dueños del negocio del fútbol van a recoger su rédito, pero ese rédito no va a pisar, o sólo lo va a hacer en pequeña medida, el país que supo generarlo. Boca no encontró la reparación reglamentaria que con toda justicia reclamaba, y River va a tener que devolver el importe de las entradas al partido que no fue, incluidas las ilegales que salieron de su imprenta, supongo.1 –S.G.

  1. Finalmente River Plate se impuso 3-1 y se aseguró la copa. Mauricio Macri, simpatizante de Boca, tuvo su consuelo: el partido final se disputó como deseaba ante las dos hinchadas, aunque a miles de kilómetros del país que preside. []

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