Por casualidad llegó a mis manos un libro de Juan Sasturain llamado Los dedos de Walt Disney. Se trata de una novela corta destinada a un público joven, si atendemos al sello editorial, que es Sudamericana Joven. El libro fue publicado en el 2009, y en su página de presentación lleva una leyenda impresa (no un sello), que dice “Este libro pertenece a la Biblioteca Personal del alumno ______ de la Educación Pública de Gestión Estatal, no tiene valor comercial”. Lo curioso de esta novela de autor argentino, publicada e impresa en la Argentina con ISBN argentino, es que está escrita en español o mexicano: los personajes hablan de “tú” y usan giros ajenos al castellano que hablamos en la Argentina (sobresale el abuso de reflexivos innecesarios, típico del hablar mexicano: “es lo único que me sé”, en lugar de “es lo único que sé”). No podemos saber si el autor lo escribió así, o su texto fue editado por Sudamericana, una etiqueta de Random House Mondadori, para poder colocarlo en otros países. La tirada consignada en la publicación es de 21.000 ejemplares. La leyenda que advierte contra la comercialización del libro es también lo suficientemente neutra como para que no se pueda determinar si fue parte de esos millones de ejemplares que el kirchnerismo distribuía “gratuitamente” en las escuelas, pero es lícito presumirlo porque el autor figuraba entre los favoritos de los ministerios de educación del anterior gobierno. Si esto es así, el kirchnerismo financiaba la edición de libros principalmente destinados a ser repartidos en otras aulas y completamente inapropiados para un público joven local, que ya llegaba al colegio atontado por el Cartoon Network y otros canales de dibujos traducidos en México. Cuando se habla de corrupción en la Argentina generalmente se piensa en el “club de la obra pública” pero una investigación sobre la actividad editorial durante los tres gobiernos kirchneristas arrojaría resultados sorprendentes. –S.G.