Conociendo a Foucault (y a Cooper)

El filósofo francés Michel Foucault es de lectura obligada en nuestras facultades de humanidades, y el diario La Nación lo considera uno de los pensadores contemporáneos esenciales. A los argentinos no nos es ajeno, porque sus concepciones sobre el delito y las cárceles informan la filosofía jurídica garantista que entre nosotros encarna el juez Raúl Zaffaroni. El siguiente diálogo (editado) mantenido entre Foucault y el psiquiatra David Cooper acerca del sexo con menores permitirá comprender mejor algunos fallos del magistrado. “FOUCAULT: La violación puede delimitarse bastante fácilmente no sólo como no-consentimiento, sino como rechazo físico al acceso. Al contrario, el problema se plantea tanto para los niños como para las niñas cuando se trata de seducción, el problema del niño seducido. O que trata de seducir. ¿Es posible pedirle a un legislador que diga: con un niño que consiente, con un niño que no rechaza, se pueden tener no importa qué forma de relaciones, esto no atañe para nada a la ley? COOPER: En el caso de Roman Polanski, se trataba de sexualidad oral, anal y vaginal con una chica de trece años, y la chica no parecía traumatizada, telefoneó a una amiga para contárselo, pero la hermana la escuchó detrás de la puerta y se puso en marcha todo el proceso contra Polanski. Allí no hubo lesiones, el traumatismo tiene su origen en las formaciones ideales, sociales. Parece ser que la chica gozó con sus experiencias. FOUCAULT: El problema de los niños, ésta es la cuestión. Hay niños de diez años que se abalanzan sobre un adulto, ¿entonces? Hay niños que consienten, ¿gustosos? Me atrevería a decir: desde el momento en que el niño no rechaza, no hay ninguna razón para castigar nada”. Esta clase de pensamiento –si se le puede llamar así a esta grosera justificación de las perversiones– es lo que se imparte en nuestras universidades, solventado con los impuestos que paga toda una sociedad que, presumo, no comparte estos conceptos, adoptados como propios por las ligas de pedófilos de todo el mundo. Una palabrita sobre Cooper, autor de La muerte de la familia, que también suele aparecer en las bibliografías de nuestras casas de estudio. A este señor se le atribuye la creación del movimiento contra la psiquiatría, a la que consideraba como una de las prácticas represivas de la sociedad capitalista. “Participó -dice su biografía- en todos los combates de la izquierda intelectual francesa en favor de los homosexuales, los locos, los disidentes y los presos, junto a Foucault, Robert Castel o Gilles Deleuze”. En 1970 estuvo en la Argentina y quedó tan fascinado con el “potencial revolucionario” de nuestro país que decidió radicarse aquí. Lo hizo en 1972, pero el ruido de las bombas, las balas y las sirenas le cayó mal, y se mudó enseguida a París, desde donde pudo gozar sin riesgo al año siguiente la jornada memorable en que el peronismo abrió aquí las puertas de las cárceles. –S.G.

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4 opiniones en “Conociendo a Foucault (y a Cooper)”

  1. Hola, ¿qué tal? Me parece muy poco serio de tu parte sacar esa cita de Foucault de su contexto original. Tampoco ponés referencia bibliográfica alguna, lo que me ha llevado a descreer de varios aspectos de tu publicación, hasta el punto de sentirme obligado a buscar el texto original.

    Página 124 (119 en la numeración original del scan):
    http://es.slideshare.net/GermanMaldonadoCisne/foucault-michel-un-dialogo-sobre-el-poder-y-otras-conversaciones

    Suerte!

    1. La cita no está sacada de contexto en ningún sentido, ni del diálogo entre Foucault y Cooper donde aparece, ni del pensamiento en general de Foucault. Usted es libre de creer en lo que mejor le parezca.

  2. Cuantos de nosotros estamos inmersos en panópticos de Foucault sin saberlo, casi de forma inconsciente, transitándolo todo el tiempo. Foucault debería ser de lectura obligatoria en cualquier carrera que se emprenda. Un saludo!

    1. El panóptico es un tipo de prisión concebido por el utilitarista Jeremy Bentham, que Foucault toma como modelo de instrumento de control social. A Foucault y sus correligionarios no les gusta el control social, pero sólo teóricamente. Personalmente prefieren vivir en sociedades controladas, como lo demostró su compinche Cooper cuando escapó de Buenos Aires. (Es el mismo caso de Ernesto Laclau, que predicaba el populismo desde Londres). No pondría a mis hijos al cuidado de personas formadas según las ideas de personajes de esta calaña.

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