Cándidos candidatos

candidosTuvo que pasar lo que pasó en Tucumán para que los candidatos presidenciales opositores surgidos de las elecciones primarias se mostraran juntos y reclamaran mecanismos electorales aptos para garantizar el respeto a la voluntad popular.

Ese reclamo fue tardío, fue débil, y fue inconducente.

Fue tardío. Después de doce años de kirchnerismo, imaginarlo respetuoso de las normas es por lo menos una ingenuidad; suponer que iba a aceptar alegremente la llegada de su hora y retirarse graciosamente por el foro es francamente una estupidez. “Estamos ante un sistema tramposo, agotado, que combina el manejo indiscriminado de los recursos públicos y en el que los tribunales electorales están sometidos ante una enorme presión”, descubrió Mauricio Macri en medio del proceso electoral que culmina en octubre, y Sergio Massa y Margarita Stolbizer asintieron. Pero todos ellos debieron haber condicionado su participación a la vigencia de sistemas transparentes antes de que se iniciara el proceso de renovación de autoridades. Atrás quedaron ya varias elecciones provinciales y municipales, y también las elecciones primarias de candidatos presidenciales.

Fue débil. En casi todas las instancias mencionadas –no allí donde carece de una presencia dominante, o donde el nivel promedio de conciencia política no lo permite– el peronismo puso en práctica su gama habitual de matufias electorales, matufias de poca monta pero que siempre le aseguran entre tres y cinco puntos de ventaja. A juzgar por la infinidad de denuncias conocidas, lo ocurrido en Tucumán excedió con creces los niveles “tolerables” de picardía peronista para convertirse en un fraude generalizado, refrendado por una justicia electoral subyugada al poder político. El propio Macri puso al titular de la Junta Electoral tucumana, Antonio Gandur, como ejemplo de las presiones que había denunciado. “Lo vi quebrado emocionalmente”, dijo. Pero increíblemente, tanto el líder del PRO como el del Frente Renovador propusieron respuestas tibias ante tamaña agresión a la voluntad popular. “Le pido al gobernador (de Tucumán, José) Alperovich, a (el candidato presidencial kirchnerista Daniel) Scioli y a la presidenta que garanticen que vuelva la paz en Tucumán, y esperar que se haga el recuento definitivo del escrutinio”, dijo Macri. En el mismo sentido, Massa propuso “ser respetuosos del resultado que determine la junta electoral”. ¿Qué resultado, el de las urnas cambiadas, los documentos de identidad robados, las planillas falsificadas? ¿Qué junta electoral, la sometida a una “enorme presión”, encabezada por una persona “quebrada emocionalmente”?

Fue inconducente. Ni Macri ni Massa ni Stolbizer acompañaron al candidato opositor tucumano José Cano, a quien tenían sentado a su lado, en el reclamo de que se llame a nuevas elecciones para gobernador y vicegobernador como forma de superar el bochorno y despejar definitivamente las dudas sobre la voluntad del electorado. Los tucumanos que salieron a la calle durante tres noches consecutivas en defensa de su voto, ¿se habrán sentido representados por esta reacción de los candidatos opositores, tan falta de energía, tan invertebrada, tan chirle que parece darle la razón al oficialismo cuando rechaza la verosimilitud de las denuncias? Los aspirantes a la presidencia prefierieron reaccionar como el padre indeciso que reprende al hijo, que acaba de prender fuego al boletín para encubrir sus malas notas, con un “Bueno, eso está mal: no lo vuelvas a hacer”. Con pareja candidez, le pidieron al gobierno nacional que se porte bien y no cometa fraude en las elecciones de octubre. Massa fue más al grano y pidió cambios en el sistema de votación: “Boleta única o boleta electrónica, cualquier sistema es mejor que el actual”, dijo. Pero en vez de unificar voluntades en torno de la boleta única de papel, una opción factible que reduciría significativamente la posibilidad de fraude sin mayores gastos, Macri se inclinó por la boleta electrónica, un imposible que el oficialismo rechazó ya con argumentos válidos. En consecuencia, la posibilidad de fraude en octubre sigue en pie. La oposición no demuestra ni el sentido de oportunidad ni la energía ni la voluntad necesarios para que las cosas cambien.1

–Santiago González

  1. Pensar antes de hablar tiene sus ventajas. Veinticuatro horas después de la alocución de los candidatos, legisladores de sus mismos partidos y de algunos otros hicieron un planteo más sensato: boleta electrónica, o en su defecto boleta única de papel, o en su defecto boleta única complementaria (que se imprime para situaciones especiales) a disposición de las autoridades de mesa para neutralizar eventuales robos de boletas. El oficialismo, por supuesto, se toma de la boleta electrónica para rechazar todo. []

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