Antonio Cafiero (1922-2014)

cafieroEn el amplio abanico de varietales peronistas, Antonio Cafiero ocupaba un lugar propio, sin compañía visible aunque con algunos aspirantes a sucederlo. Simpático, entrador, seductor, comprensivo y compasivo, memorioso y leal, su perfil fue casi una rareza en la escena política argentina. Lo suyo fue la mano tendida, la sonrisa cálida y el oído atento. Allí donde suelen imperar el encono, el resentimiento y la intolerancia, los enfrentamientos irreductibles, los “límites”, como se dice ahora, y la pandemia de la autoimportancia, Cafiero esgrimía su sentido del humor, algo que sirve para poner en evidencia la verdadera estatura de las cosas, y marcar distancias. La cultura es distancia, y Cafiero era un hombre culto, no tanto por sus abundantes lecturas, por su curiosidad intelectual, sino por la manera como había logrado procesar esas lecturas y su experiencia en un estilo de vida que le permitía moverse con igual soltura en una recepción diplomática o en una asamblea sindical. Le gustaba la buena comida, la buena música, la buena ropa. Menos que un bon-vivant, fue un connoisseur del arte de vivir, ese arte que nuestra sociedad ha ido perdiendo, extraviada entre antigüedades ideológicas y novelerías tecnológicas. Se mantuvo fiel a su religión, su esposa y su partido. Dentro del peronismo jugó siempre un papel de amigable componedor y hombre de consulta, y probablemente se lo va a recordar como el que se hizo cargo de la debacle de 1983 y emprendió la improbable tarea de convertirlo en un partido democrático. Lo hizo con tanta decencia que perdió la interna contra Carlos Menem. Tal vez no sabía (o tal vez sí, quién sabe) que el establishment ya había elegido a Menem mucho antes, y que el peronismo tiene tantas posibilidades de democratizarse como la familia Corleone de legalizar sus negocios. Cuando el gobierno de Raúl Alfonsín sufrió la amenaza de las revueltas militares, Cafiero no especuló (como harían más tarde sus correligionarios respecto de Fernando de la Rúa), y estuvo junto a él en defensa de la democracia. La noticia de su muerte fue recibida con insultos y maldiciones en el espectro antioficialista de las redes sociales, un espacio que proclama democracia, liberalismo e ilustración pero que transpira fascismo, violencia e ignorancia. Por el mismo motivo, el diario La Nación debió cerrar los comentarios en las notas sobre el tema. Esto no dice mucho sobre Cafiero, pero habla a gritos sobre el estado de la sociedad argentina, sobre su incultura, sobre la vigente antinomia civilización-barbarie.

–Santiago González

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1 opinión en “Antonio Cafiero (1922-2014)”

  1. Lo que produjo la furia de muchos lectores de los medios “gorilas” fue la nota de Felipe Solá.
    Si la mayoría de los lectores considera que Solá es una persona de poca monta, y Felipe considera en la nota a Cafiero como su “padre” politico la conclusión de las opiniones vehementes es por decantación.

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