Primero los nuestros

Por Pat Buchanan *

“Las luces van apagándose a lo ancho de Europa, no las veremos volver a encenderse en lo que nos queda de vida”, le dijo a un amigo el secretario de asuntos exteriores, sir Edward Gray, en vísperas del ingreso de Gran Bretaña a la primera guerra. Viendo desde lejos cómo la pandemia del virus corona arrasa el Viejo Continente, las palabras de Gray vuelven a la mente. Y así como la Gran Guerra cambió a Europa para siempre, la pandemia del Covid-19 parece estar cambiando la manera como los pueblos europeos se ven uno al otro.

“¡Todos para uno, y uno para todos!” era el lema que guiaba las vidas de los tres mosqueteros de Alejandro Dumas. También fue el ideal sobre el que se edificaron la UE y la OTAN. Un ataque contra uno es un ataque contra todos. El acuerdo de Schengen, que permite a los ciudadanos de Europa viajar por los países de su continente con la misma libertad con que los norteamericanos se mueven de Maryland a Virginia, tiene sus raíces en ese ideal.

Y, de pronto, todo eso parece ser cosa del pasado. La manera como los estados-nación de la UE reaccionan ante la crisis del virus corona trae a la memoria otra frase francesa, “Sauve qui peut”, sálvese quien pueda.

El New York Times tomó nota de esta nueva realidad. En su artículo principal del domingo, “Europa se cierra para enfrentar la crisis mientras el virus se propaga”, el Times escribió: “Aunque algunos líderes europeos, como el presidente de Francia Emmanuel Macron, llamaron a intensificar la colaboración entre las naciones, otros intentan aislar a sus países. Desde Dinamarca a Eslovaquia, algunos gobiernos adoptaron un enfoque agresivo para combatir el virus y cerraron sus fronteras.”

Al describir al grupo de países que atendieron al reclamo del tribalismo y el nacionalismo, el Times se lamentó el lunes: “Hoy los europeos levantan fronteras entre sus países, dentro de sus ciudades y sus barrios, en torno de sus hogares, para protegerse de sus vecinos, de sus propios nietos incluso. Enfrentada a un virus que no conoce fronteras, esta Europa moderna sin fronteras las yergue por todas partes.”

En cuestión de días, la Europa de las fronteras abiertas ha pasado a la historia. “A medida que la pandemia se expande desde Italia a España, Francia, Alemania”, dijo el Times, “aumenta la sensación de que se necesitan medidas drásticas, incluso autoritarias, muchas de ellas copiadas de China. El ejemplo de Italia ha aterrorizado a los europeos. De pronto, muchos países del continente tratan de abroquelarse, de protegerse a sí mismos y a sus ciudadanos. La idea de una solidaridad europea, y de una Europa sin fronteras donde los ciudadanos son libres para viajar y trabajar, parece ahora algo muy lejano.”

Italia, el país más castigado después de China, está cerrada. Alemania cierra sus fronteras con Austria, Dinamarca, Francia, Luxemburgo y Suiza. La República Checa, Chipre, Dinamarca, Eslovaquia, Letonia, Lituania y Polonia anunciaron la clausura de sus fronteras para todos los extranjeros. El presidente Donald Trump amplió su prohibición de viajar a Europa para incluir a dos de los más viejos amigos de los Estados Unidos, Gran Bretaña e Irlanda. Eslovenia cerró su frontera con Italia. Noruega está clausurada. Los viajeros internacionales que llegan a Noruega deben someterse a una cuarentena de 14 días, cualquiera sea su estado de salud. El primer ministro Justin Trudeau anunció que Canadá prohibirá el ingreso de cualquier viajero que no sea canadiense o posea la residencia permanente. Las únicas excepciones son las tripulaciones aéreas, los diplomáticos y, “por el momento”, los ciudadanos norteamericanos.

Lo que estamos viendo es un conflicto entre las demandas de la naturaleza humana y las de la ideología.

A lo largo de la historia, la mayoría de los hombres colocaron los vínculos familiares, tribales, religiosos, territoriales, raciales y nacionales por encima de las exigencias de la ideología liberal. Porque, si bien todos los ciudadanos pueden tener el mismo derecho divino a la vida y el mismo derecho constitucional a la “protección igualitaria de la ley”, no todas las personas tienen los mismos derechos a nuestros afectos o a nuestras preocupaciones.

Para la mayoría de los hombres, las demandas del corazón prevalecen por sobre las demandas de la mente. Los extranjeros no nos importan tanto como los nuestros. En una crisis, la gente coloca en primer lugar a su familia, a sus amigos y a su país.

En la Declaración de la Independencia, Jefferson declara que, “todos los hombres son creados iguales.” Sin embargo, lo que realmente parece enfurecerlo y justificar la rebelión contra Jorge III son los crímenes cometidos por el rey y el hecho de haberse mostrado “sordo a la voz de la justicia y la consanguineidad.” El rey había violado las demandas de nuestra sangre común, mientras que nosotros, los norteamericanos , no nos habíamos mostrado “escasos de atenciones para con nuestros hermanos británicos.”

El cierre de fronteras es una ofensa grave contra el liberalismo, supuestamente arraigada en el pecado de la xenofobia. Pero lo que los gobiernos de Europa dicen al cerrar sus fronteras, lo que los norteamericanos dicen al prohibir los arribos de Europa, es que, si bien todos los hombres pueden haber sido creados iguales, siempre vamos a poner a los nuestros en primer lugar, por encima del resto.

Cuando sobreviene una crisis, se trate de una guerra en la que la supervivencia de la nación está en juego o una epidemia en la que la salud y la vida del pueblo están en juego, nos ocupamos primero de los nuestros.

Así es la naturaleza humana. Así es como funciona el mundo.

* Ex asesor de los presidentes Richard Nixon, Gerald Ford y Ronald Reagan, aspirante a la presidencia de los Estados Unidos en 1992 y 1996. Su último libro es Nixon’s White House wars: The battles that made and broke a president and divided America forever.

© Patrick J. Buchanan.
Versión castellana y notas © Gaucho Malo.

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