Entramos en un período peligroso. Quizás por primera vez el kirchnerismo se siente acorrralado: sufre la presión de la realidad en todos los frentes, y no tiene respuestas. Los viejos trucos a los que apelaba en situaciones similares ya no funcionan, o sólo lo hacen en tiempos cada vez más breves. No funcionan las declaraciones de guerra contra enemigos que no existen, los planes sociales que no hacen mella en la pobreza, las medidas de reactivación que no mueven el amperímetro de la economía, la reinterpretación de la realidad que pretende desmentir lo que está a la vista, los llamados a la unidad de quienes fomentan la división, las invocaciones patrióticas de quienes están entregando el país atado de pies y manos en contratos rodeados de secreto. En cambio comienzan a apremiar las consecuencias de diez años de desmanejo económico (recesión, inflación, deterioro del salario, evaporación del ahorro, caída de la recaudación, falta de crédito externo), las filas políticas del oficialismo sufren un desgranamiento creciente, la justicia que investiga la corrupción se acerca cada vez más a los despachos de la Casa Rosada, y sobre todo eso, la decisión inflexible del juez Thomas Griesa, aparentemente empeñado en dar una lección definitiva al kirchnerismo, y a la Argentina toda, sobre qué cosa es el imperio de la ley. En resumidas cuentas, el kirchnerismo ya no vence ni convence, ni puede contener las fuerzas que hasta ahora había logrado mantener a raya. El período es peligroso porque la presidente no sólo no parece dispuesta a aprender de la experiencia y modificar su manera de encarar los problemas, claramente ineficaz, sino que vuelve a las viejas mañas que le enseñó su desaparecido mentor: ante el acoso redoblar la apuesta. Y cuenta ahora, por añadidura, con alguien que la ratifica y le alimenta, con argumentos que a ella le parecen inteligentes, comportamientos y decisiones tan delirantes, tan a contramano de la realidad, tan riesgosos para el país, como los que se vieron en las últimas semanas: buscar aliados en China y Rusia, y suscribir con esas dos potencias expansivas tratos extremadamente lesivos, o potencialmente lesivos, para los intereses a largo plazo del país, defender a capa y espada a un vicepresidente dos veces procesado por la justicia, empecinarse en no resolver un dilema judicial relativamente sencillo, desacatar una orden judicial, y faltar reiteradamente el respeto a un magistrado estadounidense cuyos servicios fueron requeridos voluntariamente por el mismo gobierno. Esa mezcla de soberbia e ignorancia, de resentimiento e incapacidad, que ha caracterizado el estilo presidencial de Cristina Fernández y guiado las decisiones que convirtieron su gobierno en el peor que haya conocido la Argentina en sus dos siglos de vida, cuenta ahora con el respaldo intelectual de Axel Kicillof, que le explica la economía en términos que ella entiende y con los prejuicios ideológicos que la han acompañado toda su vida. Cristina se sabe acorralada, pero ahora cuenta con Carlos Zannini para las operaciones políticas y con Kicillof para las operaciones económicas. Apoyada en esos dos pilares (del desatino, deberíamos agregar), no le va a faltar audacia para intentar resistir los embates de la realidad hasta el 2015 y asegurarse la impunidad después. Entramos en un período peligroso, porque no va a reparar en medios para lograrlo.
–Santiago González
He vuelto a leer este diagnóstico suyo de hace poco más de un año donde no sobra nada.
Sin duda: estaba acorralada entonces y lo está ahora definitivamente.
Pero lo está, ante todo y tal como lo sugiere usted, por la acumulación de errores e insensateces en todos los aspectos de la vida social, el efecto Bumerang. Pero también, reconozcámoslo, por el trabajo de la oposición entre la que se cuenta una cierta cantidad de periodistas.
Parece que la realidad social tolera una importante acumulación de falsedades, pero “hasta cierto punto”; a partir de ese punto (antes del suicidio) se invierten los efectos y, repentinamente, muchas personas hipnotizadas por la confianza en la Imagen y en la Palabra de un dirigente carismático pero demagógico, hacen conciencia de lo evidente que estaba delante de su nariz.
El 25 de octubre se quebró el Relato, se rompió el círculo mágico del encierro en el que esta hechicera (hechicera de manual, inmensamente vulgar, pero…más de uno se dejó atrapar con increíble facilidad, y no solo por dinero, cargos y esas cosas) creía tenernos atrapados. Sin Relato no hay kirchnerismo. Se quebró el Relato y por más esfuerzos que hagan se está desintegrando.
Lo del 25 fue una rebelión: muchas ovejas, subrepticiamente, con la boca cerrada, saltaron afuera del redil. Más asombroso aún que Bs. As. es el caso de Jujuy. Pero no deberíamos olvidar a los tucumanos, cuya rebelión tuvo como consecuencia que la elecciones del 25 estuviesen controladas como nunca.
Ahora hacen faltan diagnósticos. Pero ¿quién puede hacerlos en medio de la turbulencia?
Personalmente, lo único que creo saber es que, si el peronismo no se democratiza y se transforma en un partido republicano el futuro del país es negro. Sí, negro; gris es ahora.
Estimado Santiago: Creo que nunca había escrito aquí pero soy un leal seguidor de este blog. No recuerdo haber estado en desacuerdo con sus ideas antes y quizás esta sea la primera vez.
El período es realmente peligroso. El futuro -si es que hay alguno- es negro.
La mayoría de los políticos parecen coincidir en que esta “crisis” no es tan grave como la de 2012, lo que demuestra que los políticos siguen perteneciendo a otra “raza”. Para empezar, esto no es una crisis producto de una mala administración de funcionarios inútiles como era costumbre; esta nación ha sido destruida sistemáticamente en sus cimientos.
Dice el lector Enrique que “vinieron para apropiarse de una nación” y es correcto, porque no es solo el país sino sus habitantes.
Pero no vinieron como un Lenin de ideales locos ni como un Fidel “paladín revolucionario” ni como un Hitler con delirios de superioridad. Vinieron a apoderarse de las voluntades y a esclavizar. A crear un especie de “aristocracia feudal”.
Es un trabajo arduo, difícil y lleva tiempo. Hasta el día de hoy -aún- lo están consiguiendo con éxito.
Por eso dudo de que Cristina esté acorralada.
Internamente, sigue haciendo lo que quiere, cuando quiere y como quiere.
Puede ser que a causa de tantas contradicciones y desmanejos -y el agotamiento- ya no encuentre las respuestas tramposas de antes.
Pero ha demostrado que le importa un pepino lo que diga Lanata, Santiago González o Ariel Lijo, de hecho lo necesita. Cuando lo considere necesario, tiene el poder para sacárselos de encima.
Mantener a su lado, lealmente, a Boudou, lejos de ser un error es una jugada excelente en un país de cultura “maradoniana”.
Ella sigue jugando al ajedrez mientras la oposición juega a la bolita.
Además, ¿qué oposición?… ¿Massa? ¿Scioli?, ¡por favor!
Ninguno de ellos, ni siquiera Macri, la van a meter presa ni le van a hacer devolver lo que se robó.
¿UNEN?… Si por esas cosas del destino ganaran las elecciones de 2015, van a estar hasta el 2019 tratando de ponerse de acuerdo entre ellos.
El lector “pepito” se pregunta “si seremos suficientes para unirnos y ser escuchados…” -lo que sería un verdadero milagro-. Eso es algo intrascendente: las coaliciones no se alían y los políticos oyen pero no escuchan (Menem: “Si hubiera dicho lo que iba a hacer, no me votaba nadie.”)
Ni hablar de lo que sucedería si Cristina decide irse antes de tiempo.
Lo que menos la “acorrala” es la posibilidad de perder el año que viene. Y si el juego democrático -acá realmente es un juego- la sacara de la cancha, la “bomba” que deja para los próximos años -en forma de deuda, planes, leyes y desastre económico- no va a dejar títere con cabeza. Para 2019 tendremos “Cristina Presidente” -o Máximo- con el 80% de los votos.
¿Ya nos olvidamos que en el ’73 volvió, con bombos y platillos, el más nefasto -hasta los K- de la historia argentina?
En lo que respecta a los problemas con el exterior, digamos que es solo un traspié para ella. Tampoco está acorralada y, en todo caso, el precio no lo va a pagar ella.
Como vivimos en un mundo globalizado, el Plan K requería de presentar una buena “imagen” en el exterior.
Los pagos -excesivos- de algunas deudas, el “crecimiento a tasas chinas” del INDEC,… tocarle la rodilla a Bush y las tetas a una vaca, etc. Iban funcionando muy bien y hasta el Papa nos dio una mano. Hasta que, nos hicimos hermanos de sangre de Chávez y decidimos darle una mano a los narcos mexicanos para que se instalen acá. Y ahora Griesa…
La falta de crédito externo y de inversiones es solo un problema de caja para Cristina y Kiciloff: los esclavos pueden empezar a rebelarse.
Pero cuenta con los chinos.
De última, cualquier problema se puede solucionar dejando que vengan 30 o 40 millones de chinos a “colonizar”, poner empresas chinas y a trabajar el campo con el sistema chino.
Y de paso… “Chau Moyano; andá a cantarle a Rucci”
Yo ya empecé el curso de comer con palitos.
En este momento somos testigos de otra maniobra para salir del encierro: la presidente ya logró que quienes dicen oponérsele se dividan en respuestas distintas. Veremos si le alcanza para cambiar la agenda. Gracias Miguel por acercarse a este sitio.
Sin duda, está acorralado. Después de la diástole de años pasados, que no supieron administrar para que el crecimiento continuase, porque no era su intención hacerlo, habida cuenta de que no vinieron a gobernar para el engrandecimiento del país, sino para organizar un régimen de dependencia interna, la acumulación, en todos los rubros de la realidad nacional, de desmanejos, está produciendo por sí sola, por gravedad, como en la fase de reflujo de una ola, una sístole: todo se contrae sin que nadie -ni sector o grupo político tampoco, por cierto – pueda contrarrestarlo, controlarlo, encauzarlo… Y nos va a llevar puestos a todos, con consecuencias en parte previsibles (porque estamos por chocar, una ves más, con la misma piedra) y, naturalmente, en parte imprevisibles.
Pero, en medio del reflujo general, hay que reconocer que hay algo, un proceso de transferencia indebida, que no para de crecer: el enriquecimiento ilícito de la élite gobernante. Algo que no hace más que agravar la situación, y que demuestra que no vinieron para gobernar un país, una nación, sino para apropiarse de ella.
Pero no lo han logrado, ni era posible lograrlo. Pero lo intentaron, ¡y continúan actuando en la misma dirección como alienados!
Su nota – y otras del mismo calibre, incluyendo la nota al lector – tiende a demostrar que estamos enredados en un problema mayúsculo, el más complejo que yo recuerde; y, por eso mismo, el más fascinante también.
El kirchnerismo es – sin quererlo y sin poderlo – una especie de escuela política terminal: el asalto de lo viejo – vetusto y anacrónico – en un intento desesperado por persistir.
Después de ésto (¿y cuándo vendrá el después?) algo, en nosotros, tendrá que cambiar!
“Después de esto algo en nosotros tendrá que cambiar”. ¿No será al revés? ¿No deberemos cambiar nosotros si es que de verdad queremos que algo cambie? Gracias, Enrique, por sus aportes a este sitio.
Sí, eso es lo que debí haber dicho, porque yo creo que el “después” ya comenzó; y, en parte por eso este proceso de reorganización nacional a favor de una élite kleptocrática anacrónica (una mafia, como usted la denomina), entró en crisis. Pero ese “después” se va a concretar en una figura y una estructura no del todo previsible. No conozco a mucha gente que esté dispuesta, por ejemplo, a mirar más allá del hiperpresidencialismo que nos caracteriza. No se ven a sí mismos sin un presidente “fuerte”. Así nos va.
Gracias por su atención.
De acuerdo. Permítame ser un poco más específico sobre su punto. Cuando usted escribe que Cristina está “acorralada”, uno trata de enumerar rápidamente los elementos que producen la encerrona. ¿La prensa? Si bien el periodismo en general ha salpicado un poco de luz sobre algunos personajes públicos, ha callado y defendido sobre otros para garantizar una transición ordenada y justicialista. Los medios afines a Clarín han tocado el manto opositor, como si fueran feligreses que acuden, inocentemente, al pastor Joao. Diario opositor (y válido) y enemigo antidemocrático para los K: se evoca como siempre la pasión argentina por dividirse en dos bandos. ¿El Partido J? Si el peronismo quisiera afuera a Cristina hoy, YA, seguramente ya habríamos visto alguna expresión republicana como la paraguaya cuando Lugo se confundió con ideas chavistas mientras dejaba que la guerrilla tomara el país. ¿El Demos, acaso? Hoy por hoy, es difícil (aunque no imposible) hablar abiertamente de los hechos de esta década, y del partido que viene ganando hace rato las elecciones. Es difícil hablar de los delitos y favores políticos cobrados de Aníbal Fernández, Sergio Massa, de la jugada Kirchner-Lavagna respecto a la deuda en el 2005 (llena de vivezas), de Daniel Scioli, de La Cámpora. Qué difícil es plantear el hecho VITAL de que las FFAA recuperen su lugar político (cuestión íntimamente ligada a dos propiedades inherentes al estado: la integridad territorial y el monopolio de la violencia) y social (orgullo cívico en tanto defensor de la Polis, digo Patria, como institución educadora de la ciudadanía: ¿quién habrá de defender a Argentina del mara invasor sino los argentinos?). En fin, plantear una montaña de obviedades con riesgo del estigma social de ser llamado, atención, FACHO. Ahí está el Pueblo Soberano, gruñendo contra cualquier político de derecha vendepatria que pretenda secuestrarles el Fútbol que esta señora, con la que podemos disentir en cuanto a políticas ejecutadas, supo “recuperarles”. Ahí está una gran parte del pueblo, en especial la juventud, fumando porro contaminado con bosta de caballo y formol, gruñendo y mordiendo como un perro al que se le quiere arrebatar un hueso que está degustando. Si no es capaz de ser consciente del gasto irresponsable que supone, ¿acaso tiene la capacidad de generar instituciones propias por fuera del Estado, de educarse y gobernarse?
Disculpe que el comentario sea tan largo. Si Cristina se siente acorralada no es por el despertar de las conciencias de la ciudadanía (aunque sí han sido muchos los que se avivaron: de ahí el miedo al ballotage de los presidenciables), ni por los éxitos de los gremios (los cuales huelen y acuerdan el momento preciso para golpear mientras son televisados, lavarse la cara, y comprar algún que otro club grande de fútbol). ¡Ni siquiera el default ha puesto algo en evidencia! Y disculpe que el comentario sea tan idealista. Si algunos (sólo algunos) ciudadanos pasivos se replantean todas estas cosas, como las que usted publica en este sitio, que son elementales y básicas, es porque desean un cambio. Un cambio moral, sin embargo. Con implicancias políticas en cuanto a transparencia y seguridad (reducir a los narcotraficantes de Santa Fé, el conurbano y el norte). Con implicancias económicas en cuanto a la reconstrucción del Indec y el Peso argentino. Sin embargo, considerando que este esfuerzo (enorme, aunque insuficiente para salir de la anomia) debe acompañarse con una intención racional de revalorizar la educación pública y privada: en especial poniendo el acento en los colegios secundarios, esos institutos destructores de moral, ética, ideales y raciocinio. Sin este último componente se repetiría la historia de Domingo Cavallo y la primer mitad de 1990. Con la posterior demonización de quien se atreva a intentar algo parecido. ¡Ja! Neoliberales… No pasarán.
En fin. El peronismo K no se siente acorralado por nadie (en mi opinión). Por eso siguen aumentando el gasto público, hablando de La Haya, encubriendo a Amado, diciendo y haciendo todo lo que siempre hicieron. Porque nadie les dice que no. Ni siquiera EEUU: todo este lamentable circo, sin duda, estaba dentro de los márgenes de Axel. Lo importante es que este gran poder (tres poderes centralizados en una abogada exitosa) no está a la altura correspondiente para reparar la realidad que generó: esto es, la ineptitud mezclada con la corrupción que deviene en la propia trampa de no poder contener un dique que se resquebraja. La economía inflacionaria y recesiva que no puede manejar. Este es su corralito, y Cristina sólo puede escapar hacia adelante. Como siempre lo hizo Él [Furia]. Humillando y destruyendo. La realidad siempre tiene un límite, hoy no lo es ni siquiera el GRIEFAULT. Lo será cuando desplacen a Fábrega, bajen las tasas de interés de las LEBACs, sigan emitiendo descontroladamente, el dólar ilegal se dispare, sigan echando personas de sus trabajos, y finalmente estallen los paros y los saqueos de diciembre a causa de la inflación, la necesidad de catarsis expresada en violencia, y el calor: ¡ni me imagino los apagones que habrá! Nula inversión en infraestructura y abastecimiento energético: eso ganamos.
Me consta que hay mucha gente desencantada con la interna peronista, consciente de que es una pavada plantear las trilladas preguntas progresistas (¿vale decir posmodernas?) sobre la despenalización del consumo de las drogas, o el permitir que muchachos de corta edad tengan derecho a votar. Me pregunto (aunque me atrevo a contestar que no) si seremos suficientes para unirnos y ser escuchados por la dirigencia en el 2015.
Gracias por compartir aquí su visión del momento político, que comparto en muchos puntos, y en particular en cuanto al escepticismo sobre la conciencia de la sociedad de que es necesario cambiar las cosas de manera algo más que cosmética. Veo sin embargo, como dice la nota, que el gobierno carece de respuestas (incluso de las respuestas tramposas que estaba acostumbrado a dar) para hacer frente a los problemas y conflictos que se le vienen encima, y es en ese sentido que lo considero acorralado. Acorralado por las consecuencias de sus propios desmanejos.