Por Pat Buchanan *
La Pascua tal vez no traiga a los Estados Unidos la victoria en la guerra contra la pandemia del virus corona que había anticipado el presidente Donald Trump. Pero en esta Semana Santa podemos estar acercándonos a nuestro momento Saratoga1 , nuestro punto de inflexión.
Si bien el estado de Nueva York informó el martes de una cifra récord de fallecimientos por el virus, más del 1.800, se redujeron las internaciones hospitalarios. También descendió el número de pacientes enviados a las Salas de Terapia Intensiva. Bajaron las intubaciones. Y la proporción de altas para los pacientes de los hospitales se mantenía firme.
Los miles de respiradores por los que clamaba el gobernador Andrew Cuomo aparentemente no serán necesarios en lo inmediato. El buque hospital de la armada estadoundense Comfort, amarrado en el Hudson y con una capacidad de 1.000 camas, sigue en gran parte vacío. Lo mismo que millares de camas en el Javits Center de Manhattan, convertido en hospital de emergencia.
“Estamos aplanando la curva”, exclamó el miércoles un Cuomo exultante. “Gracias a Dios. Gracias a Dios. Gracias a Dios.”
Ya no se escuchan pronósticos de uno a dos millones de norteamericanos muertos. La proyección de 100.000 a 240.000 muertos ofrecida la semana pasada por la Casa Blanca ha sido revisada, con una pronunciada reducción. El martes, la doctora Deborah Birx dijo que el modelo con el que trabaja proyecta 81.000 muertos. Para el miércoles ese pronóstico había descendido un 25% hasta unos 60.000 decesos. Un saldo terrible, superior al de todos los norteamericanos muertos en la guerra de Vietnam, pero, en comparación con estimaciones anteriores, francamente auspicioso.
El distanciamiento social y el aislamiento funcionan. California, Oregon y Washington han comenzado a despachar equipamiento médico hacia los estados sonde todavía aparecen infectados. Más aún, parece que algunas muertes atribuidas al covid-19 habían sido provocada por condiciones previas de los pacientes, tales como cáncer, enfermedades cardíacas, hipertensión, neumonía, diabetes, asma.
Con todo, bien podría tratarse de una falsa aurora. Se nos advierte de la posibilidad de que el virus corona, después de concluir su primera campaña letal en agosto, podría volver a visitarnos en el otoño boreal en una nueva temporada de ataques mortales. Tal vez para entonces hayamos podido desarrollar vacunas o medicamentos para prevenir, mitigar e incluso curar esta enfermedad.
Por ahora, lo único que parece cierto es esto: el pueblo y la nación norteamericanos están alertas, decididamente comprometidos en la pelea y, en varios frentes, tomándole el pulso a la pandemia.
Por lo tanto, y comprensiblemente, se le presta atención a la manera de resucitar la economía antes de que esta cuarentena nacional hunda a los Estados Unidos en una depresión con todas las de la ley, capaz de cobrar su propio saldo de muertes prematuras.
La presidencia de Trump parece depender ahora de las respuestas que de a las siguientes preguntas:
¿Lograrán las medidas de Trump aplanar la curva y orientar la pandemia por una ruta definitivamente descendente en materia de contagios y muertes, al tiempo que produce un giro en U, si no en V, para impulsar drásticamente la economía desde la depresión hacia la prosperidad nacional?
¿Podrá revitalizar la economía sin revitalizar el virus?
¿O el virus corona va a dañar tan severamente la economía que la depresión resultante terminará por liquidar la presidencia de Trump?
El ex gobernador de New Jersey Chris Christie planteó la cosa de este modo: “Políticamente, no hay otra cosa más importante. Nunca hubo una época en la que el [candidato] opositor haya sido menos relevante. Y no quiero insultar con esto al vicepresidente Biden. Pero en definitiva, el pueblo norteamericano va a decidir si el presidente de los Estados Unidos estuvo a la altura de esta crisis, e hizo lo correcto para ellos, y protegió sus vidas y su propiedad, o no lo hizo.”
El verdadero adversario de Trump en esta elección no es Joe Biden, el candidato ermitaño recluido en aislamiento voluntario. Biden no es más que un nombre en las boletas de noviembre al que votar si se quiere sacar del cargo a Donald Trump y reemplazarlo.
Los verdaderos rivales de Trump son los medios de prensa que lo detestan y están decididos, después de haber fracasado con lo del juicio político, removerlo del cargo pintándolo como un presidente tonto y fracasado frente a la peor crisis sufrida por el país desde Pearl Harbor.
La decisión crucial que Trump deberá tomar es elegir el momento exacto para volver a poner en marcha el país y la economía, sin detonar un nuevo pico en la pandemia que provoque desesperación y pánico.
Los asesores del presidente a cargo de la crisis sanitaria pretenden la mayor demora posible. Sus asesores económicos y políticos, temerosos de que Trump se vea forzado a competir, como le pasó a Herbert Hoover, en la sima de una nueva depresión, quieren apresurar la decisión de poner en marcha el país.
La decisión no puede demorarse porque de lo contrario vamos a sobrevivir a la crisis sanitaria sólo para soportar una crisis económica más larga y más costosa.
El jueves por la mañana, las solicitudes de los desempleados revelaron que otros 6.6 millones de estadounidenses habían perdido el trabajo, elevando a 16,7 millones el número de los que solicitaron subsidios de desempleo en apenas tres semanas.
Uno de cada 10 estadounidenses se quedó sin trabajo.
Hace seis semanas, Trump se jactaba, con todo derecho, de conducir la economía más floreciente de cualquier presidencia de los últimos tiempos. Ahora, existe la posibilidad de que se encamine hacia la elección del otoño boreal con la peor economía desde Hoover y la gran depresión de 1932.
La decisión de Trump, que habrá de decidir el futuro de su presidencia, probablemente no se haga esperar.
* Ex asesor de los presidentes Richard Nixon, Gerald Ford y Ronald Reagan, aspirante a la presidencia de los Estados Unidos en 1992 y 1996. Su último libro es Nixon’s White House wars: The battles that made and broke a president and divided America forever.
© Patrick J. Buchanan.
Versión castellana y notas © Gaucho Malo.
- Punto culminante en la guerra de la independencia norteamericana. [↩]