Grupos de riesgo

El grupo de riesgo por el impacto del virus corona es el de los pasivos, los ancianos y los enfermos; el grupo de riesgo por el impacto de la estrategia argentina para enfrentar el virus corona es el de los activos, los sanos, los jóvenes y los niños.

Según datos oficiales, la edad promedio de los fallecidos por algún tipo de intervención del virus corona es de 68 años. En la Argentina, la esperanza de vida promedio es de 76,9 años, aunque la esperanza de vida saludable se reduce a 68,4 años.

La estrategia del gobierno argentino para enfrentar la pandemia del virus corona es la que se denomina de contención: mantener confinada a la población para evitar la propagación del virus. Si el acatamiento de la cuarentena es masivo, como ocurre en la Argentina, el virus efectivamente no se propaga. Pero tampoco desaparece, como se ha visto en países que creían haberlo derrotado por esa vía y observaron alarmados su reaparición

Lo único que realmente paraliza la actividad del virus es la autoinmunidad, que se obtiene por vía del contagio. El virus corona ha mostrado ser muy contagioso, pero al mismo tiempo con índices de letalidad muy bajos, excepto para los ancianos o las personas con cierta clase de enfermedades previas.

La estrategia de la contención, al no eliminar el virus ni permitir la autoinmunidad de las personas, hace que su amenaza continúe latente durante toda la temporada invernal como ocurre con cualquier gripe. Esto permite prever que cada vez que se intente flexibilizar la cuarentena, el virus volverá a las andadas y habrá que cerrar de nuevo las tranqueras. Y así hasta la salida del invierno, allá por agosto, septiembre y hasta octubre según venga el clima.

Pero en la Argentina seis meses equivalen al largo plazo keynesiano, y para ese entonces todos estaremos muertos. Pero no por el virus, o no solo por el virus.

La pandemia nos encontró arrastrando ocho años de estancamiento, dos años de recesión si no más, una década de inflación sin tregua, el Banco Central exhausto y el riesgo país volando por la estratósfera. El gobierno proyecta una caída del 12 por ciento en el trimestre que acaba de comenzar. Dos meses de cuarentena suponen una caída de 5 puntos del PBI con una pérdida de 20.000 millones de dólares.

La economía es una madeja intrincada en la que no sirven las liberaciones parciales. Uno puede fabricar galletitas o jabones, pero si no tiene el envase no los puede comercializar. Y el productor de envases necesita plásticos, papel, tinta y vidrio u hojalata. Y así hasta llegar a los bancos, también e inexplicablemente sólo en parte activos.

El único curso de acción que parece haber encontrado el gobierno para paliar los efectos económicos de la cuarentena consiste básicamente en imprimir plata y repartirla por todas partes, no siempre bien y con los bolsones de corrupción en su seno siempre activos, como se ha visto esta semana. Con la caída de la actividad económica cae la recaudación, y por efecto de la dos cosas el dinero impreso no va a tener otro valor que la confianza pública.

Todos los escenarios resultantes son malos, pero si la gente deja de confiar en el peso, no ya como reserva de valor sino como medio de transacción, las perspectivas se vuelven tenebrosas. Si se atranca la cadena productiva, y se rompe la cadena de pagos, y nadie se muestra dispuesto a canjear un bien por un papel que diga “peso”, entonces nos vamos a acordar de Javier Milei y de su vaticinio:

“Argentina va a la peor crisis de su historia. Va a ser una combinación de default, hiperinflación y una catástrofe sanitaria. Es un falso dilema elegir entre la vida y la economía. Habrá muertos de todas maneras, es así. Si se va una cuarentena al extremo, nos entierran a todos. Pero la gente no se va a dejar morir, va a tratar de resistir y todo termina en una guerra civil donde se muere para conseguir alimentos.”

La estrategia oficial tuvo un comienzo acertado, porque detuvo la circulación del virus mientras se alistaban los recursos médicos y se preparaban las políticas necesarias para afrontar sus efectos. Esas políticas son las que generan inquietud: apuestan al reducir el riesgo biológico de la parte pasiva de la población, que se puede lograr por otros medios, al precio de aumentar de manera descomunal el riesgo económico de la parte sana y activa, la única capaz de sacar al país de este marasmo. –S.G.

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3 opiniones en “Grupos de riesgo”

  1. ¿Alimentos?…Si cada uno cultivara la tierra, los obtendría…
    La obstinación en no hacerlo es lo que tiene: morir de hambre sobre una tierra fértil…con el control remoto en la mano.
    No tiene tierra? Encuéntrela…siempre bajo sus pies: en los fondos, baldíos, veredas, macetas…
    No tiene ayuda? Búsquela…: los otros también necesitarán comer, y sin darse cuenta habrá creado comunidades.
    No tiene semillas? Guárdelas cuando cocine, porque no son basura…
    Tiene hambre?…No llore, y en cambio trabaje.
    No tiene dinero?…Felicítese: se acabó su esclavitud.
    No tiene paciencia para esperar?…Aprenderá!
    Etcétera!…Piense…(es gratis)
    Recordar un proverbio chino: “Si cada uno barre la vereda de su casa, toda la calle estará limpia”

  2. El verdadero grupo de riesgo lo constituye el grueso de la sociedad. Nadie esta a salvo de ese verdadero ejercito de ocupacion que es la horrible clase politica. Las soluciones que se estan aplicando son las que cabe esperar de gente incapaz y malintencionada, esto es: nuestra dirigencia politica. El final de todo esto, cuando lo tenga, variara entre malo y peor. Si no surge un verdadero lider capaz de hacer las reformas estructurales que a estas alturas son indispensables, tendremos un final que nos hara envidiar a cualquier basura socialista centroamericana.

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