Tres veces Scioli

Si es cierto que el Papa abogó en favor de la candidatura de Daniel Scioli, entonces habrá que admitir que el jefe de Francisco le corrigió rápidamente la plana a su vicario. Le bastó con lanzar unas fuertes lluvias para poner a la vista de todo el que quiera ver que el gobernador bonaerense no representa la evolución del kirchnerismo hacia la racionalidad, como tampoco Cristina representó la evolución del kirchnerismo hacia la institucionalidad, cosa que se nos quiso hacer creer en el 2007. Las lluvias arrasaron con los telones de papel y de palabras, y revelaron que Scioli no es más que kirchnerismo puro y duro, de la peor clase.

Las inundaciones mostraron que el gobierno bonaerense no ha sido muy distinto del gobierno nacional: impericia e incompetencia del estado, partidas subejecutadas, fondos que se destinan a otros propósitos que los presupuestados, más bien de interés partidario que social, y mentiras, mentiras, y más mentiras, como en los carteles que anunciaban “Obra terminada” donde no había ninguna.

Sobre ese cimiento de kirchnerismo esencial, por llamarlo de alguna manera, Scioli aportó lo propio en la semana posterior a las elecciones primarias, como para que a nadie le quedaran dudas sobre lo que significa su candidatura y lo que puede esperarse de su eventual triunfo en las elecciones presidenciales de octubre. Lo hizo en tres momentos particularmente reveladores:

Primero, el inoportuno viaje a Italia mientras sus gobernados sufrían las consecuencias de las lluvias y de su propia incapacidad de gestión. El gobernador no pudo ofrecer una explicación aceptable de los motivos de ese viaje, simplemente porque no la había, y porque la que había en realidad habría dejado en evidencia su escasa empatía (como dicen los columnistas pudorosos), más bien su desprecio (digo yo), por sus representados, el mismo que su jefa política ha demostrado ante cada catástrofe nacional. Hubo mentiras sobre las razones del viaje, y mentiras sobre las razones de su apresurada interrupción. Mentiras sobre mentiras.

Segundo, el descabezamiento incomprensible de la policía de Luján, donde unos jóvenes delincuentes mataron a sangre fría a un quiosquero en el marco de un raid delictivo, posiblemente concebido para aprovechar un momento en el que toda la ciudad estaba abocada a enfrentar el problema de las inundaciones. La población hizo una marcha de protesta ante la intendencia y la comisaría, pero el gobernador cedió a la demagogia y castigó a los uniformados que, por otra parte, habían cumplido con su deber al atrapar rápidamente a los jóvenes. Poco más puede hacer la policía. La prevención de este tipo de delito corre por otros carriles, cosa que Scioli debería saber porque tuvo al licenciado Daniel Arroyo en su gabinete. Arroyo ahora acompaña a Felipe Solá y Sergio Massa. Algo habrá visto.

Tercero, la amenazadora advertencia de que su parcialidad “tiene identificados” a todos los que envían mensajes contrarios a su persona y a su gestión a través de las redes sociales; aunque intentaba acusar al macrismo de la difusión que tuvieron en esas redes las imágenes de las inundaciones, consituyó un explícito reconocimiento del empleo del espionaje interno con fines políticos desde el aparato del estado, práctica a la que el kirchnerismo ha recurrido con intensidad, extensión y eficacia dignos de mejor causa. Pronunciada en vísperas del día en que hace siete meses el fiscal Alberto Nisman murió en circunstancias sospechosas luego de acusar a la presidente, la frase de Scioli provocó escalofríos.

Desprecio por los ciudadanos, demagogia barata, estado policial, y mentiras, mentiras, mentiras: tres momentos de Scioli en una misma semana, tres avisos sobre lo que promete su gestión presidencial. El que avisa no traiciona. A no quejarse después.

–Santiago González

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7 opiniones en “Tres veces Scioli”

  1. Scioli considera – con la complicidad de su entorno – que Cristina raya la locura: su megalomanía la ha tornado más destructiva que otra cosa; todo lo tergiversa y hace uso y abuso del poder y la autoridad que le confiere, no la constitución, ni siquiera el hiper-presidencialismo argentino, sino, simplemente, la clave de organización fundamental del peronismo: la verticalidad. Él confía en que, una vez desplazada del poder, va a ser más fácil – haciendo uso de la misma clave, el verticalismo – neutralizarla y ejercer la presidencia con una orientación más constructiva. Scioli y su entorno no están equivocados…
    Pero él forma parte de un equívoco develado por artículos como el suyo: los que estamos en la “dulce espera” del parto eleccionario, no podemos estar tranquilos o confiados con tipos como Scioli, por más que coincidamos con él en que Ella está rayada y es completamente perniciosa para la vida del país, y él – Scioli – no: ¡porque sabemos, y lo comprobamos en cada momento, que la escuela política de Scioli es pésima, habida cuenta que se formó con vivos y ventajeros, oportunistas amorales y sin auténticas ideas, como Menem, Kirchner y Fernández de Kirchner, y lo demuestra a cada paso! “Tres veces Scioli”, lejos de negar, como aquél Pedro, tres veces a su maestro, reafirma, por el contrario, tres veces a sus Maestros.

    1. Esto escribió hoy Domingo Cavallo, que lo conoció de cerca: “Si Scioli tiene la mala suerte de ser elegido presidente con todo el condicionamiento que le está planteando el kirchnerismo, haré votos para que Dios le de fuerza y valentía para sacarse de encima esta mochila perversa e intente gobernar como le dicta su conciencia y su sentido común. Sigo pensando, como en 2001, que Scioli es una persona bieintencionada y que tratará de obrar bien.”

  2. Uno de los frutos de esa entente cordiale, es el deplazamiento del monumento a C. Colón, y el emplazamiento, en el mismo sitio, del monumento a Juana-Cristina. Hemos perdido algo y no hemos ganado nada. No hay ni una sola reacción positiva ante el nuevo ícono; ni siquiera en el entorno inmediato a la presidente; todos aceptan y callan, mudos de estupor…
    “Cristina lo hizo”.

  3. Sr Editor: de nuevo su comentario resulta impecable.
    Es evidente que un producto concebido en el menemismo, reciclado por el duhaldismo y ahora, resucitado por el kirchnerismo no puede ser bueno.
    Scioli se asemeja a un “Muñeco Maldito” , no con los valores comunes a los argentinos, sino con sus peores rasgos. Ni siquiera se lo puede calificar de sofista, porque esta condición implicaría una hablidad para emplear falsos razonamientos, en cambio él miente de la manera más primaria.
    Su última afirmación sobre la “identificación de los twitteros adversarios” además de revelar una conducta sospechosa de inteligencia interna, raya en lo grotesco.
    No fue capaz de dar una cifra exacta de las víctimas de una inundación, que son bien palpables y pretende mostrar erudición en el espacio digital. Lo nuevo, imagino que este comentario ha sido escrito antes, es la presentación de su declaración jurada de bienes que no cierra, con tasaciones subvaluadas y con un incremento patromonial que excede a los años de su vida pública. En caso de acceder a la primera magistratura, más que nunca tendrá validez aquella frase que “cada pueblo tiene los gobernantes que se merece”.

    1. Su mención de la declaración jurada del gobernador es sumamente oportuna, porque permite dejar constancia de una nueva agresión contra los ciudadanos cuyo voto supuestamente busca. El desprecio por la gente y la sensación de impunidad son tan grandes que ni siquiera Scioli se tomó la molestia de “dibujar” números aproximadamente creíbles, y tiempo tuvo para hacerlo. Los que presentó son también dibujados, pero increíbles, una tomadura de pelo. Gracias por su comentario.

  4. Dios se apiade de una Argentina en la que Mauricio Macri es el mejor candidato. El menos malo. El más levemente distinto. El más de casi lo mismo. Un amigo de años que se fue del país en el 2000 me dijo ayer: “Al final, vas a terminar dándome la razón”.

    1. “El más levemente distinto” está negociando apresuradamente con el FPV en la CABA para correr a un lado a los legisladoes de Lousteau, y mantener sin interferencias la entente cordiale que supieron construir en los últimos ocho años, tan provechosa para ambos.

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