“Ya no tienen el charme ni el estilo de sus padres. Y tampoco lo quieren aprender”, se lamenta Walter Ejchenbaum, el jefe de ventas de la tradicional sastrería Rocha, cuyo anunciado cierre subraya otro cambio en el estilo de la sociedad porteña. Cambio para peor, porque resulta menos de la evolución natural de las costumbres que de la indolencia y la ignorancia. ¿Cuántos caballeros pueden distinguir una alpaca de un casimir para sus trajes, un cheviot de una sarga para sus... Continúa →