Cuando yo era chico se nos enseñaba, de manera más bien indirecta y alusiva, que había distintas calidades de personas, un amplio rango que en su extremo superior mostraba a las cultas, educadas y refinadas, y en el otro a las vulgares, maleducadas e ignorantes. Humoristas como Niní Marshall y sociólogos de estaño como Arturo Jauretche nos hacían notar también la existencia de habitantes de un extremo que, sin duda impulsados por la noble ambición del mejoramiento pero confundiendo... Continúa →
La lección del maestro
Daniel Barenboim encuentra la manera y tiene el coraje de decirles a los maleducados, ignorantes y vulgares que lo son