Jorge Yoma lo dice con todas las letras, y con coraje poco común: la presidente no está en condiciones de gobernar y es necesario pensar en una salida constitucional antes de que venza su mandato porque la marcha del país hacia el desastre se acelera. Yoma habla con franqueza entre otras cosas porque no tiene responsabilidades en el marco del gobierno, y asegura que el 90 por ciento de los peronistas piensa en términos similares aunque no lo digan en público y se sumen al elenco de los aplaudidores. Las declaraciones del ex embajador kirchnerista en México coinciden con la aceleración de los procedimientos judiciales que acosan al vicepresidente Amado Boudou en relación con su participación en el denominado caso Ciccone, en el que las pruebas en su contra se acumulan de manera abrumadora. Y coinciden también las declaraciones de Yoma con un momento de intensas negociaciones en el Senado para definir quién habrá de suceder a Beatriz Rojkés de Alperovich en la presidencia de la cámara: la familia gobernante tucumana no suma nada al acosado gobierno de Cristina Kirchner, y menos después de sus coloridas, onerosas y publicitadas vacaciones en lugares exóticos. Desde el gobierno, específicamente su operador estrella Carlos Zannini, quieren imponer en el cargo al ex radical devenido kirchnerista y ex gobernador de Santiago del Estero Gerardo Zamora. Pero según el sitio La Política Online han tropezado con la inesperada rebelión de Miguel Ángel Pichetto, jefe del bloque oficialista, que aspira él mismo a suceder a Rojkés, aparentemente con el apoyo de los radicales, que no conservan aprecio por Zamora. El resultado de esta pulseada es crítico, porque si la solución constitucional que menciona Yoma llega a hacerse necesaria, y la justicia deja fuera de juego al vicepresidente Boudou, el tercero en la línea de sucesión será el presidente del Senado. Y Pichetto, que fue infatigable espada primero del menemismo, luego del kirchnerismo, y ahora cada vez más cercano al gobernador de Buenos Aires, es un político componedor y respetado por sus pares, dentro y fuera del PJ.
–S.G.
Se acabó la comedia. El Relato se desintegra, pero no por la reacción de la derecha – como le gusta pensar a los K -, sino porque se trataba de una impostura y la inflación (la inflación del peso y la inflación del Relato) se lo está comiendo.
Hay una gran confusión en ciertas izquierdas: los K, Él y Ella ante todo, no son ni de izquierda, ni de derecha, ni de centro. Faltan dos categorías: una muy numerosa y muy fluctuante, la de los indiferentes; y otra, reducida pero activísima: la de los oportunistas.
Creo, observando los pasos dados por ellos desde 1976, que los K pertenecen a éste grupo: se vienen disfrazando de lo que convenga período tras período. Ahora convenía disfrazarse de estatistas-populistas, y su ADN peronista – una especie de autoritarismo pragmático y boluble – se los permitía tanto como les permitió haber sido menemistas durante diez años.
Pero ahora que el modelo muestra su verdadero rostro – que se trató del intento, por parte de un grupo cerrado de socios, de apoderarse del país, el paroxismo de la política como negocio disfrazado de nacionalismo de izquierda -, descubrimos que ¡estamos en manos de los “nuevos peronistas”, esos dirigentes de origen peronista pero que – así dicen, y algunos creo que lo demuestran – han aprendido la lección de que ningún sistema nos conviene tanto como la democracia constitucional, con todo lo que implica: diálogo permanente, control constitucional, política como servicio a una imagen de nación y no como negocio privado disfrazado con los atributos del populismo!
Yoma parece haber llegado recientemente a ese club político.
A muchos de ellos les creo (Lavagna, Bárbaro, Pino, Bonasso, y otros). Pero se están viendo muchos recién llegados, mucho tránsfuga atraído por Massa (otra incógnita).
¿Habrán aprendido la extraordinaria lección que, indirectamente, nos dejan los K?
Gracias por sus columnas, Santiago.
Coincido con usted en la idea de que los K nos dejan una magnífica lección: diez años de ejemplos de lo que no hay que hacer, con la marcha atrás felizmente dada por ellos mismos de manera que el valor didáctico no se ponga en duda. La lección es clara, pero su aprendizaje es, como usted lo plantea, una pregunta abierta.