«Mi pedido especial es que no nos digan cómo tenemos que hacer cine. Sabemos hacer cine. Sabemos. Toda la tribu amada, acá, sabe cómo hacer cine. Que no nos digan más cuántos espectadores tenemos que meter para ser buenos. No es algo en lo que pensamos siempre. De pronto, yo recuerdo cosas personales, ¿no? Me acuerdo que el negro [Leonardo] Favio y yo teníamos que hacer El dependiente —creo que es una de las más lindas películas que ha tenido el cine argentino—, y, bueno, no encontrábamos la plata, la verdad es esa. Entonces nos ayudó [Leopoldo] Torre Nilsson, y nos dijo que de alguna manera íbamos a ganar. No ganamos nada: no fue nadie la primera semana, ni mi madre que siempre veía mis películas. No la vio nadie. Pero pasó el tiempo, y ese filme, en el que indagamos, como ustedes hacen con lo que desconocen, con lo que no están seguros de hacer… Porque nadie quiere hacer una mala película. Eso es lo que no entienden los que no nos apoyan en el cine… Tenemos a veces grandes productores, y podemos hacer películas enormes. Grandes. Y no bajemos los brazos porque si no, no vamos a poder seguir haciendo esto. Garra, corazón y nervios, como dicen en el fútbol. El mundo está lleno de imágenes de cine argentino, y a veces parece que olvidaran eso, que nos hicieran dar todo el tiempo pruebas, pruebas, pruebas de qué grandes somos. En el mundo, el cine argentino está colocado de una manera impresionante. Lo sabemos. Estamos felices de ello. Ganamos premios en festivales. Pero en realidad, lo que más amamos es hacerlo, que nos dejen hacerlo, que nos apoyen para hacerlo pero que nos dejen contar lo que queremos. Siempre parece que estamos especulando con hacer la gran película que tenga mucha gente… No.. A veces hablamos de lo desconocido, y nos da placer. Todos somos iguales, desde siempre, trabajando todos los días lo mejor posible sin esperar resultados. Eso es el cine.» —Graciela Borges en una alocución improvisada durante la entrega de los premios Martín Fierro al cine, el 21 de octubre de 2024. Estas palabras fueron respondidas con tal andanada de agresiones por las redes sociales, que la actriz argentina de 82 años decidió cerrar sus cuentas. “Los abrazo, piensen como piensen, y gracias por este tiempo juntos. Cierro mi Twitter. Con tristeza, pero con amor”, escribió en su último mensaje.
El patoterismo filonazi de esta gentuza que ha salido debajo de la bosta de vaca demuestra una vez más su calidad para polemizar.
Carecen de argumentos y creen que nunca hubo un cine argentino. No se atreven con las otras artes porque quedarían en ridículo. El cine, en cambio, es el más vulnerable. Al teatro no van, pintura la de las paredes, literatura la del facebook, escultura la de Colón y asi sucesivamente.
Borges eligió la que es tal vez la mejor película de Favio y tiene mucha razón en lo que dice. Cuando se estrenó éramos unos pocos los que estábamos asombrados de la enorme calidad de esa película. El tríptico en blanco y negro de Favio no lo vio nadie cuando se estrenó. Ahora tanto en Argentina como en el exterior se lo considera cine del mejor.
Las peliculas “grandes” ya no sirven. Cuando se filmaron esas cinco o seis “grandes” la gente iba al cine. Esto ya no pasa.