Por Ron Paul *
El 21 de abril el Washington Post fustigó la decisión del gobernador de Georgia, Brian Kemp, de comenzar a reabrir su estado luego varias semanas de cuarentena. “Georgia encabeza la carrera para convertirse en el Destino Mortal Nº 1 de los Estados Unidos”, se burlaba el titular. Al autor del artículo, el gurú progresista Dana Milbank, le parecía divertida la posibilidad de que los georgianos se murieran y sugirió que “como promoción, Georgia podría ofrecer respiradores a los 100 primeros pasajeros que se registren en un hotel.” Milbank, que evidentemente sigue cobrando su sueldo mientras otros millones perdieron sus empleos, cree que es su obligación promover el relato oficial de que todos debemos mantenernos sumidos en el temor, sin cuestionar jamás lo que nos dicen “expertos” como el doctor Fauci.
Bueno, ya pasaron tres semanas desde ese ataque de Milbank contra Georgia y su gobernador, y desde su predicción de una mortalidad generalizada que a él le resultaba graciosa. Sus predicciones han resultado tan insignificantes como su propia persona. No sólo no ha sucedido que “el virus corona arrase Georgia con una violencia nunca vista desde William Tecumseh Sherman”, como Milbank ironizaba, sino que los casos de covid, las internaciones y las muertes han mostrado una pronunciada declinación desde que el gobernador comenzó a abrir el estado.
¡Es probable que las salidas al aire libre y al sol nunca debieran haber sido prohibidas!
De hecho, como ahora disponemos de mucha mayor información, resulta cada vez más claro que los estados de la Unión y los países que observaron cuarentenas más rigurosas son también los que sufrieron las más altas tasas de mortalidad. La ultracerrada Italia padeció 495 muertes por millón de habitantes, mientras que la relativamente permisiva Corea del Sur apenas sufrió cinco muertes por millón. Lo mismo vale para los Estados Unidos, donde estados que no se confinaron, como Dakota del Sur, se mantuvieron relativamente a salvo del virus, mientras que los que tienen gobiernos autoritarios, como Michigan, Nueva York y California, sufrieron los impactos más fuertes.
Vemos ahora que en los estados más golpeados, la mayoría de las muertes se produjeron en los geriátricos, luego de que los gobernadores ordenaran que los pacientes enfermos con covid abandonaran los hospitales y volvieran a sus instalaciones. Allí infectaron a los demás residentes, probablemente con la edad avanzada y las enfermedades previas que convertían el virus en una condena a muerte. ¿Se les pedirá cuenta a esos gobernadores por tan despiadado desprecio por la vida?
Ayer el secretario de servicios sanitarios y humanitarios Alex Azar admitió lo que era evidente: “Vemos que en los lugares que se abren no encontramos ese pico de casos.” Entonces, ¿por qué no liberar todo? Porque estos tiranos de pacotilla no pueden soportar la idea de quedarse sin la capacidad de mandonear a la gente.
Someter a todos los Estados Unidos a una cuarentena por un virus que parece menos mortal que el virus común de la gripe –particularmente en los menores de 80 que no tienen enfermedades previas– produjo desocupación masiva y destrucción económica. Más norteamericanos van a morir como consecuencia de los esfuerzos mal encaminados para luchar contra el virus que por el virus mismo.
Los estadounidenses deberían detenerse un momento y reflexionar sobre las mentiras que les han vendido. Los barbijos no son otra cosa que una forma de manipulación psicológica. Muchos médicos y científicos reputados han dicho que son inútiles y potencialmente peligrosos. Las cuarentenas tienen el propósito de acondicionar a la gente para que obedezca sin chistar. Una nación que sólo hace lo que los “expertos” le dicen que haga sin cuestionarlos es una nación madura para caer bajo una tiranía total. Lo que digo no es una advertencia vacía: está respaldada por la historia. Es hora de plantarse frente a todos los tiranos de pacotilla, desde cada uno de nuestros pueblos hasta Washington DC. Es hora de recuperar nuestra libertad.
* Ronald Paul es un escritor, médico y político retirado estadounidense que sirvió como representante por Texas, y en tres ocasiones se postuló para la presidencia de su país. Publica sus columnas en el sitio Ron Paul Institute.