¿Qué cosa hizo grandes a los EE.UU.?

Por Pat Buchanan *

“¡Devolvamos la grandeza a los Estados Unidos!” va a quedar consagrada, dada la sorprendente victoria que le valió a Donald Trump, como una de de las consignas políticas más eficaces de la historia. Plantea, sin embargo, un interrogante: ¿cómo fue que, en primer lugar, los Estados Unidos se convirtieron en la mayor potencia económica del mundo?

En 1998, en “The Great Betrayal: How American Sovereignty and Social Justice Are Being Sacrificed to the Gods of the Global Economy,”1, este escritor trató de explicarlo. Lamentablemente, como la cuestión candente de esos días eran Monica Lewinsky y Bill Clinton, no resultaba fácil atraer el interés de los entrevistadores hacia el Arancel McKinley.2

Más allá de la propaganda a favor del mercado libre, ¿cuál es la verdad histórica?

Puesto que nuestra revolución tuvo que ver con la independencia política, las primeras declaraciones y las primeras decisiones de nuestra república constitucional apuntaron a asegurar la independencia económica de los Estados Unidos. “Un pueblo libre debe promover la clase de manufacturas que tiendan a independizarlos de terceros en las cuestiones esenciales, particularmente en los suministros militares”, dijo el presidente Washington en su primer mensaje al Congreso.

La primera ley importante aprobada por el Congreso fue la Ley de Aranceles de 1789.

Semanas más tarde, Washington aplicó impuestos por tonelaje a todos los buques extranjeros. Así nació la marina mercante norteamericana.

En 1791, el secretario del tesoro Alexander Hamilton escribió en su famoso Informe sobre manufacturas: “La riqueza, independencia y seguridad de un país parecen estar materialmente relacionadas con la prosperidad de sus manufacturas. Toda nación debería esforzarse por poseer en sí misma todos los artículos esenciales del abastecimiento nacional. Estos incluyen los medios de subsistencia [alimentos], habitación, abrigo y defensa.”

Durante la guerra de 18123 los comerciantes británicos perdieron sus mercados norteamericanos. Al restablecerse la paz, flotillas de buques británicos arribaron a los puertos estadounidenses para inundarlos de productos subvaluados con la intención de recuperar los mercados perdidos. Henry Clay y John Calhoun apoyaron el Arancel de James Madison de 1816, como también lo hicieron los ex campeones del libre mercado Jefferson y John Adams. Y funcionó. En 1816, los Estados Unidos produjeron 840.000 yardas de telas. En 1820, la cifra llegó a 13.874.000 yardas. Habían logrado el autoabastecimiento.

El financiamiento de la “promoción local” con los impuestos a los bienes importados sería conocido en el resto del mundo como “El Sistema Norteamericano”. Dijo Daniel Webster4: “La protección de nuestros trabajadores frente a la mano de obra barata, mal paga, mal alimentada y pauperizada de Europa es un deber que el país tiene para con sus propios ciudadanos.”

Esto es patriotismo económico, conservadurismo de corazón. Los globalistas, los cosmopolítas, los que creen en el mundo uno, se retuercen ante frases como “Los Estados Unidos primero.”

Al hacer campaña en 1844 a favor de Henry Clay, el “padre del Sistema Norteamericano”, Abe Lincoln lanzó un ruego apasionado: “Dennos un arancel proteccionista, y tendremos la nación más grande de la tierra.” Mientras combatía el libre comercio durante la presidencia de Polk, Lincoln dijo: “El abandono de la política proteccionista por parte del gobierno norteamericano traerá como consecuencia un aumento tanto del trabajo inútil como de la ociosidad, y necesidades y ruina entre nuestro pueblo.”

En nuestra época, el abandono del patriotismo económico produjo en el norteamericano promedio lo que Lincoln predijo y lo que llevó a Trump a ganar la elección.

Desde la Guerra Civil al siglo XX, la política económica estadounidense se apoyó en los Aranceles Morrill, así llamados por el legislador y senador de Vermont Justin Morrill que, ya en 1857, había declarado: “Estoy a favor de gobernar los Estados Unidos en beneficio, primero, de los estadounidenses, y del ‘resto de la humanidad’ después.” Para Morrill, el libre comercio era equivalente a traición. “El libre comercio abjura del patriotismo y se regocija en el cosmopolitismo. Tiene para el trabajo de nuestro propio pueblo la misma mirada que para el de los bárbaros del Danubio o los culíes del Ganges.”

William McKinley, el veterano de Antietam5 que dio su nombre al Arancel McKinley, declaró, cuatro años antes de ser electo presidente: “Comercio libre significa entregar nuestra moneda, nuestras manufacturas y nuestros mercados a otras naciones… Va a provocar un generalizado descontento. Va a revolucionar nuestros valores.” Haciendo campaña en 1892, dijo McKinley: “Una competencia abierta entre el bien remunerado trabajo estadounidense y el mal remunerado trabajo europeo, o borra del mapa la industria norteamericana o baja los salarios norteamericanos.”

Si reemplazamos “trabajo europeo” por “trabajo asiático” ¿no obtenemos acaso una descripción bastante adecuada de lo que el libre comercio hizo con la industria norteamericana en estos últimos 25 años? Unos 12 trillones [estadounidenses] de déficit comercial, retroceso salarial para nuestros trabajadores, seis millones de puestos fabriles perdidos, 55.000 fábricas y plantas cerrados.

Teddy Roosevelt, el futuro vicepresidente de McKinley, coincidió con él: “Gracias a Dios no soy librecambista.”

¿Qué lograron los proteccionistas?

Entre 1869 y 1900, el PBI se cuadruplicó. Hubo superávit fiscal durante 27 años seguidos. La deuda norteamericana se redujo en dos tercios, a un siete por ciento del PBI. El precio de los bienes básicos cayó en un 58 por ciento. La población estadounidens se duplicó, pero los salarios reales aumentaron en un 53 por ciento. La economá creció en promedio un cuatro por ciento anual. Y los Estados Unidos, que al comienzo de ese período producían la mitad de lo que producía Inglaterra, al doblar el siglo duplicaban la producción británica.

Con Warren Harding, Calvin Coolidge y el Arancel Fordney-McCumber, el crecimiento del PBI de 1922 a 1927 fue del 7 por ciento anual, un récord histórico.

El patriotismo económico puso a los Estados Unidos primero, y logró que los Estados Unidos fueran los primeros.

Al referirse a los políticos del GOP6 que se inclinan por el libre comercio, el magnate del acero Joseph Wharton, cuyo nombre luce el colegio al que asistió Trump, dijo con todo acierto: “Los republicanos que titubean respecto del proteccionismo, titubean respecto de todo.”

* Ex asesor de los presidentes Richard Nixon, Gerald Ford y Ronald Reagan, aspirante a la presidencia de los Estados Unidos en 1992 y 1996. Su último libro es Nixon’s White House wars: The battles that made and broke a president and divided America forever.

© Patrick J. Buchanan.
Versión castellana y notas © Gaucho Malo.

  1. “La gran traición. Cómo sacrificamos la soberanía y la justicia social norteamericanas en aras de la economía global” []
  2. Designación habitual de un impuesto de casi el 50% aplicado a las importaciones por ley del Congreso de 1890 para proteger a la industria local y propuesto por el legislador William McKinley. Cuatro año después fue reemplazado por otro más moderado. []
  3. Entre los Estados Unidos, Inglaterra y sus respectivos aliados. []
  4. Destacado estadista estadounidense, anterior a la guerra civil, conservador y nacionalista. []
  5. Primera batalla de la guerra civil estadounidense librada en territorio norteño y la más sangrienta del conflicto, con 23.000 muertos en un día. []
  6. Grand Old Party, el Partido Republicano. []

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