Occidente se extingue

Por Pat Buchanan *

Si se les pidiera a las élites occidentales que identificaran la crisis más grave que se cierne sobre la humanidad, el cambio climático ganaría caminando. Así es como la revista Time hizo a un lado a todos los líderes mundiales y eligió a la adolescente sueca Greta Thunberg, una activista del clima, como personaje del año.

El día de Año Nuevo, el Washington Post volvió a amonestarnos desde el titular de otro artículo: “Una década perdida en la acción por el clima. Los científicos advierten que no podemos arriesgarnos a repetirla”. Según el diario, “al finalizar la década, el planeta había superado en cinco oportunidades la temperatura récord del 2010. Nueva Jersey y Puerto Rico fueron devastados por los huracanes, y las inundaciones asolaron el Medio Oeste y Bangladesh. Sudáfrica padeció una sequía mortal. Australia y la Amazonia están en llamas.” Y así siguió, recogiendo interminables informes sobre los peligros del cambio climático en el planeta que todos habitamos.

Sin embargo, dada la inacción de los países emisores de carbono como la India. China, Rusia y los Estados Unidos, la gravedad que las élites occidentales asignan a la crisis no es compartida por los pueblos en cuyo nombre dicen hablar. Para muchos países del primer mundo hay preocupaciones más urgentes. Una de las principales es la declinación demográfica y, si las tasas de natalidad no aumentan, la virtual extinción de muchos pueblos occidentales para cuando termine el siglo.

Prestemos atención. El número de nacimientos cayó en Japón en 2019 a niveles jamás vistos desde 1874, unos 900.000. Pero hubo 1,4 millón de fallecimientos, lo que arroja una pérdida neta de 512.000 japoneses. Y para este año se espera una disminución todavía mayor. La población nipona se viene reduciendo desde 2007, cuando por primera vez las muertes superaron en 18.000 a los nacimientos. Y dado que el 28 por ciento de su población es mayor de 65 años, y los nacimientos disminuyen a cada año que pasa, Japón está envejeciendo, encogiéndose y muriendo, sin alivio a la vista. A lo largo del país, escribe el New York Times, “desaparecen aldeas enteras, puesto que los jóvenes prefieren no tener hijos o se mudan a zonas urbanas… El gobierno estima que la población podría reducirse en 16 millones de personas, o sea casi un 13 por ciento, en los próximos 25 años.”

Corea del Sur tiene un índice de natalidad todavía menor, y se espera que su población comience a disminuir este año.

Pero es en Europa oriental donde la crisis demográfica está más avanzada.

Hacia fines de la guerra fría, Bulgaria tenía 9 millones de personas. Para 2017, la cifra se había reducido a 7,1 millones. Ahora el país estima que para 2050 su población será de 5,4 millones de personas, lo que representa una pérdida del 40 por ciento por muertes o migraciones desde que Bulgaria se independizó del imperio soviético. Para 2050, Ucrania y Polonia proyectan perder cada una otros 6 millones de personas, mientras que Hungría perderá 1,5 millón. Lituania y Letonia han sufrido severas pérdidas demográficas desde fines de la guerra fría, y se encuentran entre las naciones europeas que ven disminuir su población a mayor velocidad.

Demógrafos estadounidenses calculan que la población rusa podría disminuir de los 145 millones actuales a 121 millones en 2050, una merma que rivaliza con la sufrida en tiempos de Lenin, Stalin y la Segunda Guerra. El extremo oriente alberga a unos 6 millones de rusos que habitan en ese vasto territorio tan rico en recursos naturales como madera, petróleo y gas. “La población continúa disminuyendo en casi todas partes en el extremo oriente”, se lamentó el presidente Vladimir Putin durante una conferencia de inversionistas en Vladivostok. “El influjo crece, pero no compensa el número de personas que abandona la región.” En el extremo oriente, Siberia y la región del lago Baikal, aparece un número cada vez mayor de inversionistas y trabajadores chinos.

Las tribus de Europa, los pueblos de casi todos los países del Viejo Continente, envejecen, se reducen y mueren a ojos vista. La crisis demográfica de Europa es “existencial”, dice el primer ministro croata Andrej Plenkovic.

Desde que publiqué La muerte de Occidente 1 , nada ha ocurrido que modificara mis conclusiones sobre su destino:

“La muerte de Occidente no es una predicción sobre lo que va a ocurrir. Es una descripción de lo que ocurre en este momento. Las naciones del Primer Mundo se mueren. Se enfrentan a una crisis mortal no como consecuencia de lo que pueda estar pasando en el Tercer Mundo, sino por lo que no está pasando en casa, y en las casas del Primer Mundo. Las tasas de natalidad occidentales vienen reduciéndose desde hace décadas. Con excepción de la Albania musulmana, ninguna nación europea produce bebés suficientes como para reemplazar su población. (…) En muchos países, los fallecimientos superan en velocidad a los nacimientos. (…) No hay indicios de que esto vaya a revertirse. En números absolutos, los europeos son cada vez menos.”

Estamos hablando de lo que los historiadores, dentro de un siglo, habrán de llamar “las tribus perdidas de Europa”. Y cuando un pueblo ha dejado de renovarse, y la familia nacional se extingue, resulta difícil generar alarma sobre la lenta inmersión de las Maldivas en el mar, la fusión del casquete helado polar, o el hecho de que Groenlandia parezca cada vez más verde.

* Ex asesor de los presidentes Richard Nixon, Gerald Ford y Ronald Reagan, aspirante a la presidencia de los Estados Unidos en 1992 y 1996. Su último libro es Nixon’s White House wars: The battles that made and broke a president and divided America forever.

© Patrick J. Buchanan.
Versión castellana y notas © Gaucho Malo.

  1. The death of the West: How dying populations and immigrant invasions imperil our country and civilization, Nueva York, St. Martin’s Press, 2002. []

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