México oscuro y hostil

¿Qué se esconde detrás de la persistente hostilidad del pueblo mexicano hacia los argentinos?

emplumada
El chisporroteo suscitado recientemente a propósito de la gripe sirvió para sacar a la luz el profundo sentimiento de animadversión hacia los argentinos existente en el pueblo mexicano, algo bien conocido por quienes residen, han residido, o tienen contacto frecuente con el país norteamericano, pero más bien ignorado o desestimado por la opinión pública en su conjunto.

Éste, por supuesto, no es un problema de la Argentina ni de los argentinos. Es un problema de México y de los mexicanos, especialmente de quienes desde la esfera pública o la privada tienen la responsabilidad de formar opinión, y que con demasiada frecuencia alientan esos sentimientos negativos hasta convertirlos en una especie de misión nacional.

Para la Argentina y los argentinos esa enemistad ha de ser tomada simplemente como un dato de la realidad e incorporado al análisis a la hora de definir estrategias geopolíticas, buscar socios comerciales o seleccionar destinos turísticos. Sin embargo, una pregunta queda en pie: ¿por qué esa actitud de parte de un pueblo al que casi no conocemos y apenas nos interesa?

Mi trabajo me llevó a residir, o pasar algún tiempo, en diversos países de América y Europa. Conocía desde la distante cordialidad de los anglosajones, que es la misma que se dispensan entre ellos, hasta la efusiva hospitalidad de los centroamericanos, también propia de su carácter y prodigada con amplia generosidad.

Pero cuando llegué a México, en 1987, por primera vez me sentí -me hicieron sentir- extranjero. Mi condición de argentino se convirtió en una cualidad de mi persona, como mi nombre o mi cuerpo, y de la cual tenía que hacerme cargo. Por primera vez, también, tomé conciencia de ser blanco, y de que eso me aseguraba ciertas prerrogativas.

De a poco fui advirtiendo la duplicidad esencial de los mexicanos, o al menos de los chilangos, los habitantes de la capital. El trato explícito era cordial: “ay, qué rico que hablan”, “mi casa es su casa”, etc. Pero tan pronto me detectaban el acento en una comunicación ligada, escuchaba el clásico “vuélvete a tu país”. Detrás de las sonrisas acechaba la inquina.

La animosidad contra los argentinos es en México casi una política de estado.

Y me dí cuenta de que esa animosidad era casi una política de estado. Todos los lunes la agencia noticiosa oficial Notimex emitía un despacho en el que comparaba las actuaciones dominicales en Europa de Maradona y … ¡Hugo Sánchez! En el canal de dibujos animados, unas ratitas de inconfundible acento argentino le hacían la vida imposible a un sufrido gato mexicano. A través de una emisora cultural, probablemente estatal, un esforzado erudito procuraba desmontar la superchería de que el tango era una creación argentina.

Uno podía pensar que la animosidad contra nosotros era un pasatiempo arrojado por un régimen autoritario para entretener al populacho, dándole un punto de referencia desde el cual comparar favorablemente a México, aún a costa de la verdad y las estadísticas. Y algo de eso había, si se tomaba como muestra la política informativa de la entonces monopólica Televisa, la misma que ahora sigue puntualmente CNN en Español.

Pero el prejucio antiargentino impregna incluso a los sectores más empinados de la sociedad mexicana. Uno de mis primeros objetivos periodísticos al llegar a México fue el de entrevistar a Cuauhtémoc Cárdenas, hijo del ex presidente Lázaro Cárdenas, y que en ese entonces asomaba como campeón de la disidencia dentro del PRI. Su primera reacción al recibirme en su oficina de las Lomas fue preguntar por qué la organización noticiosa internacional para la que yo trabajaba no le había “mandado” a un mexicano.

El escritor Carlos Fuentes, que frecuentemente es acogido con beneplácito en la Argentina, como disertante o colaborador de los medios locales, ha hecho de la denigración (sutil, maliciosa) de nuestro país un tópico reiterado de sus artículos periodísticos, muchas veces -es cierto- con “letra” prestada por su amigo, el sinuoso progresista Tomás Eloy Martínez. Y Fuentes no es el único intelectual mexicano que contribuye a la “misión nacional” antiargentina.

Hace un par de años me tocó tratar con un consultor de empresas mexicano, un hombre con buenos contactos en el gobierno y que había viajado bastante por el mundo. Mientras caminábamos por el centro de Buenos Aires, notó que locales cuyo alquiler era presumiblemente elevado alojaban librerías, indicador de que el público local seguía siendo tan buen lector como para que esos comercios continuasen siendo rentables.

Seguimos andando y se quedó en silencio, como si algo en el fondo de la conciencia le recordase su “misión nacional” tras una inesperada distracción. “¿Sabías -me espetó, sin que el tema viniera al caso- que muchos vienen a Buenos Aires a hacer turismo sexual?” Y se explayó sobre sus (tristes) experiencias personales en ese campo. La agresividad implícita, la falta de cortesía de su comentario me hizo acordar a la que su compatriota Cárdenas exhibiera veinte años atrás. (Cuando nos reencontramos un mes más tarde en la ciudad de México el consultor de marras trató de ocultar las tarjetitas que los “servicios de acompañantes” habían dejado en el parabrisas de su camioneta).

“Lo que se siente es: violencia. Violencia a punto de estallar, violencia que estalla”.

Conduciendo años antes por la avenida Horacio, en el barrio de Polanco, mi esposa tuvo la osadía muy porteña de reclamar con la bocina a un conductor que había hecho una mala maniobra. El hombre le cruzó el auto, se bajó y se lanzó hacia ella. Al verla, contuvo como pudo su furia. “¿Por qué hizo eso?”, le gritó. “¿No se da cuenta de que se arriesga a que yo la lastime?”. Mi esposa -que no abrió la boca para no delatar el acento- cree que la salvó su piel blanca, y el pelo de nuestro hijo que la acompañaba, del color del trigo al sol.

Veinte años antes de mi llegada a México, H. A. Murena, que dedicó buena parte de sus ensayos a interpretar la realidad americana, había volcado en un artículo sus impresiones sobre ese país: “Lo que se siente es: violencia. Violencia a punto de estallar, violencia que estalla; también el anverso de la violencia, la extremada amabilidad de los que conocen el peligro del estallido en un medio violento. (Se) descubre que en esta ciudad no conviene sostenerle la mirada a la gente”.

Esa violencia sorda, contenida, está en el fondo del carácter mexicano, y rara vez se expresa abiertamente: espera agazapada el momento de reparar el agravio, probablemente imaginario y del que el presunto agraviador tal vez sea absolutamente ignorante. La frontalidad con que los argentinos suelen expresar sus opiniones o sus desacuerdos es lo que en México se percibe como arrogancia o soberbia.

Esa violencia mexicana refleja una serie de profundas contradicciones, que nacen de su condición de mestizos y se expresan en complejos de inferioridad y resentimientos contra lo extranjero que no acaban de resolverse, y que por el contrario parecen ser realimentados deliberadamente como si fueran parte de un imaginario carácter nacional.

Los mexicanos se declaran orgullosos de su pasado indígena, pero a la vez se avergüenzan de él.

“Si un extrajero pudo escribir un buen libro sobre México, este libro es Vecinos distantes y ese extranjero es Alan Riding”, escribió Jorge Castañeda, quien más tarde sería canciller de la república, cuando apareció ese libro en 1985. Repárese en la duplicación del adjetivo “extranjero” que Castañeda, un intelectual de relieve, se sintió obligado a estampar en su comentario. El libro de Riding, efectivamente, me ayudó a encontrar explicaciones para los interrogantes que me planteaba el país donde estaba trabajando.

“A más de 460 años de la Conquista, no se ha asimilado el triunfo de Cortés ni la derrota de Cuauhtémoc, y aún se sienten repercusiones de aquel sangriento atardecer en Tlatelolco. Hoy día, 90 por ciento de los mexicanos son mestizos, en términos estrictamente étnicos, aunque como individuos sigan atrapados en las contradicciones de su ascendencia. Son tanto hijos de Cortés como de Cuauhtémoc, no son españoles ni indígenas, son mestizos, aunque no admitan su mestizaje”, escribió Riding.

“También como país, México busca interminablemente una identidad y oscila, en forma ambivalente, entre lo antiguo y lo moderno, lo tradicional y lo de moda, lo indígena y lo español, lo oriental y lo occidental. La complejidad de México radica tanto en el enfrentamiento como en la fusión de estas raíces”.

Ambivalencia, enfrentamiento y fusión, son, me parece, las palabras clave en este texto. Los mexicanos se declaran orgullosos de su pasado indígena, pero a la vez se avergüenzan de él. La historia oficial disimula cuidadosamente la despótica crueldad que caracterizaba a las mayores culturas precolombinas del área. Los mestizos tratan con desdén a los indios puros, y las señoras de las Lomas de Chapultepec describen despectivamente como “inditas” a sus empleadas.

Aunque sólo lo declaren abiertamente respecto de los argentinos (y por esa razón ésto lo iba a descubrir más tarde), los mexicanos odian por igual a todos los extranjeros, pero al mismo tiempo quieren imitarlos, jugar en sus mismas ligas, ser reconocidos como iguales. Y experimentan una fascinación hipnótica frente a la piel blanca. “Así de güera (blanca), aquí tendrías todos los caminos abiertos”, le dijo a mi hija adolescente Irma Carranza, nieta del ex presidente Venustiano Carranza, jefe de una de las facciones surgidas tras la revolución.

Los argentinos (como yo y mi familia descubrimos en México) somos blancos, y por eso caemos en el rango de los odios de los mexicanos, que se encarnizan porque también somos latinoamericanos, y ellos entienden que con nosotros pueden medirse. Pero también, por las mismas razones, caemos en el rango de sus fascinaciones. Ciertamente, las clases medias mexicanas conocen mucho más acerca de la Argentina que a la inversa.

Más allá de los exilios políticos, los argentinos empezaron a viajar a México a mediados de la década de 1990. Pero su conocimiento de ese país se reduce a una recorrida apurada por la capital y estadías en los centros turísticos, que son lugares anónimos acondicionados principalmente para una audiencia estadounidense. Las visitas a los sitios arqueológicos no aportan nada porque los mexicanos ocultan el sentido y función de esos lugares (vacío informativo que vino a llenar la película Apocalypto).

Muchos argentinos han encontrado en México los caminos abiertos, sea por güeros, como decía Irma Carranza, o por sus capacidades profesionales o empresariales. Desde Arnaldo Orfila Reynal, el editor infatigable que puso al Fondo de Cultura Económica en el primer nivel de las editoriales en castellano y fundó otra casa encomiable como Siglo XXI, hasta Gustavo Santaolalla, artífice en las sombras de muchas de las bandas de rock mexicanas. México siempre supo beneficiarse de las sucesivas diásporas argentinas.

Pero esto no lo sabe la mayoría del pueblo mexicano, como no sabe que buena parte de sus programas de televisión preferidos nacen de guiones o formatos comprados en Argentina, ni sabe que nuevas publicaciones como El Gráfico y Gente son réplicas de las creadas en Buenos Aires por Editorial Atlántida y adquiridas por Televisa.

México está enfermo, pero no de gripe sino de xenofobia.

Una joven mexicana, de razonable nivel de educación, me preguntó un día si Mafalda era conocida en la Argentina. El diario Excelsior publicaba la tira, pero eliminando todos los “vos”, los “che” y cualquier cosa que la identificara como argentina. Como si nosotros hubiésemos llamado “Pibe” al Chavo, y lo hubiésemos doblado al argentino … La ignorancia es la materia prima del fanatismo, el prejuicio y la discriminación.

No se crea que estas reflexiones son el efecto de una mala experiencia durante mi estadía en México o en los múltiples contactos con ciudadanos mexicanos que mantuve posteriormente. Por el contrario, tanto mi familia como yo pudimos vivir allí una vida normal, aunque tolerando el reiterado “Ustedes no parecen argentinos” que supuestamente debíamos recibir como un elogio.  En realidad, lo que nos querían decir es que no nos ajustábamos al estereotipo del argentino que ellos mismos habían creado.

Nuestra permanencia en México coincidió en parte con el período en que Jorge Abelardo Ramos fue el embajador argentino allí. Pocas personas han sostenido, como intelectuales y como políticos, el ideal latinoamericanista como lo hizo Ramos a lo largo de su vida, y por lo tanto pocos mejor dispuestos y más abiertos que él a un buen entendimiento con los mexicanos.

Pero en un encuentro casual mantenido años después, cuando ya todos estábamos de vuelta en Buenos Aires, Ramos le comentó a mi esposa que planeaba escribir un libro sobre su experiencia en México, “ese país oscuro y hostil”. Los acontecimientos de las últimas semanas revelan que esa oscuridad y esa hostilidad no se han disipado. Por el contrario, la canciller Patricia Espinosa y el presidente Felipe Calderón se encargaron de atizarlos.

A propósito de la cancelación de vuelos mexicanos que provocó todo este encono, recordemos que fue dispuesta por el gobierno argentino cuando el gobierno mexicano, responsablemente, avisó al mundo que padecía de una epidemia de gripe desconocida, con más de un centenar de muertos, y la Organización Mundial de la Salud alertó sobre el riesgo de una pandemia de grado cinco sobre seis. Irritarse después porque la gente reacciona sobre la base de la información que uno mismo provee parece poco serio.

La ministra de salud argentina Graciela Ocaña, por su parte, se equivocó dos veces al describir a México como el “hermano enfermo”. En primer lugar, México no es hermano de la Argentina: poco tenemos en común con ese país más allá de la lengua, y eso apenas en parte. Entre los países no hay lazos de parentesco sino una compleja red de intereses, comunes y divergentes.

En segundo lugar, México sí está enfermo, pero no de gripe como sugiere la ministra, sino de xenofobia, una enfermedad mucho más grave, que empieza con las descortesías verbales, sigue con los escupitajos a la cara en un estadio de fútbol, y continúa de forma seguramente peor. Las autoridades mexicanas, los responsables de sus medios de comunicación y de su sistema educativo debieran hacer algo al respecto.

–Santiago González

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41 opiniones en “México oscuro y hostil”

  1. Viendo todo lo sucedido estos ultimos 2 años, con el Mundial de Qatar, los insultos y burlas mutuas en la previa de Argentina-Mexico, los mexicanos bajandole el precio al titulo de Argentina (¡como si ellos fueran expertos en ganar cosas importantes en futbol!), las criticas a Milei por decir la verdad sobre el zurdito de AMLO y el hostigamiento que vivió Messi en Monterrey con Inter Miami, puedo confirmar que los mexicanos tienen un enorme complejo de inferioridad con Argentina.

    De mas está decir que aca solo les damos bola gracias a Twitter, porque en Argentina nadie habla de Mexico, aca en gran parte de Sudamerica no es un pais muy relevante en terminos politicos.

  2. Hola Don Santiago soy de Costa Rica y pienso que cuando uno hace un análisis crítico sobre la idiosincrasia de un pueblo en general, debe hacerlo desde la imparcialidad, la objetividad y dejando atrás todo atisbo o ápice de nacionalismo, porque solo así se podrá llegar a la luz de los hechos y la verdad.
    Esto es lo que rescato de este texto “México oscuro y hostil”. Me satisface y hasta alegra saber, que no soy el único que nota ese fuerte odio xenofóbico de parte del conjunto de la sociedad mexicana. Es sin duda el país más tóxico del continente y es muy probable que sea la nación ponzoñosa del mundo entero. Uno no sale del asombro al ver tanto veneno proveniente de esa gente.

    Desde más o menos el año 2007 cuando tuve mis primeras cuentas de páginas como Youtube, Yahoo, Taringa…y hasta la fecha (año 2021), veo una gran aversión hacia toda la América Latina. Aunque a juzgar por lo que leí en este blog, veo que es una repulsión de larga data. En Sudamérica los más odiados de lejos son los argentinos y los peruanos.
    En esa oscilación de ambivalencias que se encuentra en la fusión y el enfrentamiento de la realidad mexicana, habría que agregarle también esa disyuntiva entre ser considerados “latinoamericanos y norteamericanos”

    LATINOAMERICANO NO, NORTEAMERICANO SÍ

    El mexicano escucha desde que nace, que su identidad es la del ser latinoamericano, pero también esconde en su ser, mucha animadversión hacia toda Centroamérica, el Caribe, Sudamérica e incluso -aunque en menor medida- hasta con España.
    Al mismo tiempo, le gusta decir con bombos y platillos que es norteamericano. Pertenecer a Norteamérica quiere decir para los mexicanos, que su patria es una nación desarrollada, próspera, avanzada, potencia…
    Nada tiene que ver la economía con la geografía, pero para el mexicano hay una relación directa.

    México -según la Cepal- tiene uno de los salarios promedios mensuales más bajos de América Latina, el país cuenta con 67% de pobres y según el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal, México tiene 19 de las 50 ciudades más peligrosas del Planeta. Además, México no lidera a nivel latinoamericano, en ningún ranking relacionado al nivel o calidad de vida de las naciones: índice de desarrollo humano, índice de prosperidad Legatum, índice de progreso social; etc.

    RACISMO.

    El tema del complejo racial está muy arraigado en la sociedad mexicana. Tengo una tía que ha ido a pasear a México en dos ocasiones. Le ha traído souvenirs y presentes de recuerdo a mi madre. Lo que me llamó la atención, es que a mi mamá le trajo un librito pequeño que presentan a la “morena” Virgen de Guadalupe con ojos verdes y cabellera castaño claro, el indígena San Juan Diego con aspecto de colonizador español. A mi sobrina de 8 años, en una ocasión le trajo una muñeca de peluche de la Virgen. ¿Cómo era su aspecto? Pelo castaño claro y ojos café claro.

    A mi sobrino de 12 años le trajo un librito con dibujos que trataba sobre culturas precolombinas. A los mayas centroamericanos y del sureste de México, los dibujaban como realmente eran: piel morena, ojos y cabello oscuro, pero a los aztecas con pelo castaño y piel blanca como la nieve.

    EXPERIENCIAS PERSONALES

    En una ocasión hace muchos años fui de paseo por varios países de Europa. Entre los turistas acompañantes iban unos mexicanos. En el buseta yo hablaba con mi hermana, sobre que afortunadamente en Costa Rica venía creciendo el turismo y hasta lo promocionaban mucho las celebridades de Hollywood. De pronto un mexicano se mete en la conversación y en tono entre burla o rechazo, nos decía que en México tenían la fortuna de contar con un turismo muy amplio o variado con gente de todas partes y que a diferencia de Costa Rica, no solo llegaban estadounidenses.

    En ese paseo también estaba una colombiana de raza blanca (caucásica) y no sé porque un mexicano le dio a entender a la chica oriunda de Bogotá, que afortunadamente México no tenía negros como en Colombia. Los negros son una raza que no existe en México.

    En Costa Rica estuve con unos estudiantes mexicanos que llegaron a mi Universidad, los lleve a visitar un restaurante que vendía comida mexicana y se quejaron de que en Costa Rica no vendían tacos grandes como los hacen en México. Yo me quede esperando que agradecieran, pero bue…

    ODIO EXTREMO

    Si a los argentinos los odian…a nosotros los centroamericanos nos aborrecen.
    Por ejemplo, si bien se le tiene tirria o como mínimo desconfianza a los sudamericanos, al menos en el fútbol hacen una excepción. Los equipos mexicanos se la pasan contratando entrenadores y jugadores de América del Sur, en cambio con los centroamericanos y caribeños no hay excepciones de ningún tipo.

    En América Central si bien es cierto no se quiera mucho que digamos a los mexicanos en cuanto al fútbol respecta, ya se volvió común que algunos equipos contraten jugadores mexicanos. A la inversa sería algo impensado. En una ocasión el América de México quiso contratar a un compatriota llamado Gerson Torres y me dolía leer en los comentarios, como los mexicanos despotricaban fuertemente en una página web en contra del muchacho juvenil solo por ser centroamericano.

    Ni hablar de las vejaciones y violaciones de derechos humanos que sufren muchos inmigrantes del triángulo norte centroamericano (Guatemala, El Salvador y Honduras), que pasan por México para poder llegar hasta los Estados Unidos. Solo basta decir que el tren en que viajan esos inmigrantes, lo llaman “La Bestia” o “El Tren de la muerte”. Luego a uno le toca escuchar a los mexicanos, quejarse de discriminación, porque muchos estadounidenses piden al gobierno leyes migratorias más flexibles. ¡Hipocresía monumental!.
    Se quejan de que los inmigrantes centroamericanos aumentan la delincuencia en México. Es un argumento absurdo, porque la gran mayoría de esos migrantes escapan de sus respectivos países, porque están hartos de la violencia y no quieren saber más nada de la delincuencia. Esos centroamericanos son cabezas de turco en México.

    De lejos, lo que mejor leía en este texto de “México Oscuro y Hostil”, es que su condición de argentino, lo convirtió en una cualidad de su persona como su nombre y su cuerpo y del tenía que hacerse cargo. Con los centroamericanos nos pasa exactamente esa situación y quizás peor. Hay un estigma enorme de los mexicanos hacia todo lo centroamericano. Algo así como el sello de identificación, que les planchaban en la piel los nazis a la gente que metían en los campos de exterminio.

    En fin, me gustaría creer que está situación de intolerancia, agresión, toxicidad, racismo y odio este bajando poco a poco en México, aunque veo que ese país todavía está muy enfermo de xenofobia.

    ¡Un saludo desde Cartago, Costa Rica!

    1. Gracias por su comentario, y por haberme traído recuerdos de la amable, acogedora y educada tierra tica, que visité varias veces y donde, por cierto, me llamaban Don Santiago, como lo hace usted al comienzo de su mensaje. Un saludo cordial.

      1. Muchas gracias por su admiración y elogio hacia mi pueblo. Nunca he ido a la Argentina, pero si he conocido argentinos personalmente y en honor a la verdad, siendo objetivos, no les encuentro por ningún lado esa famosa “arrogancia” que tanto se habla en América Latina y España. Si es cierto, es que el argentino es algo hiperbólico (exagerado) para expresarse, en general habla directo o sin mucho rodeos, y por lo que he sabido el argentino-porteño le gusta mucho instruirse o cultivarse y lo trata o intenta reflejar utilizando palabras técnicas, “intelectuales” o poco comunes en las conversaciones, pero…soberbia soberbia como tal, hasta el momento no les he podido encontrar. No digo que me parecieran unos “santos”, pero sí personas normales en el trato y hasta serviciales, predispuestos ayudarlo a uno en todo momento.

        COMPLEJO DE INFERIORIDAD

        En cuanto a la xenofobia muy arraigada en la sociedad mexicana, lo única explicación lógica o razonable que encuentro, se resume en tres palabras: complejo de inferioridad.
        No es que el mexicano promedio ande por la vida buscando pelea (Aunque en el internet y los medios de comunicación sí. Todos o casi todos los países latinoamericanos, estamos en pañales en comparación a México en cuanto a buscar bronca por la web respecta). De hecho, cualquiera podría decirme “Yo he conocido mexicanos y me parecieron gente amable” o “Hay extranjeros que viven relativamente felices en México”.

        Lo que pasa o sucede es que ese complejo de inferioridad, está enquistado en el fondo del ser de cada mexicano. Está -por decirlo de alguna manera- en el subsuelo y en cualquier momento, sin siquiera uno esperárselo, sale a flote. Sale a la luz en forma de agravio, mofa, improperio, enojo, envidia…xenofobia.
        El mexicano promedio se ofende demasiado fácil, se “pica” o “arde” (Palabras que significan “ponerse celoso”) muy rápido.
        Esto se debe a que al mexicano promedio -más que patriotismo- le meten mucho nacionalismo en la cabeza. Según me han contado, en ese país los chicos de jardín de infantes, escuela y colegio cantan todos los días el himno nacional.

        Patriotismo y Nacionalismo no es lo mismo.

        Patriotismo es amor por la Patria, es felicidad por el lugar al cual a uno le tocó nacer o vivir. El Patriotismo siente respeto, admiración e incluso estima y cariño por las otras naciones. El Nacionalismo por su parte, se caracteriza no solo por su “devoción” o “fanatismo” hacia a su país, sino que especialmente repulsión hacia lo extranjero.
        El nacionalista necesita sí o sí basurear o humillar a la gente de otros países, porque de lo contrario -de no hacerlo- siente que se le baja la autoestima. Necesita andar haciendo comparaciones ¡Claro! con un enfoque totalmente sesgado a favor de su nación.

        Yo he leído mexicanos que con total seriedad, manifiestan sentirse orgullosos por la delincuencia y criminalidad de su país. ¡A ese extremo llega el nacionalismo!.
        Porque aseguran que los narcos mexicanos sí son verdaderamente peligrosos y no son puro paquete o imagen como los narcotraficantes colombianos. Que los delincuentes mexicanos sí son “machos” de verdad porque se enfrentan directamente a la policía y no son como los delincuentes centroamericanos que huyen de está…

        El racismo es otro tema curioso. Es una problemática social también muy enraizada en esa sociedad. Hay un vídeo -relativamente reciente- en Youtube que hizo el diario “El País” de España que se llama “EL RACISMO QUE MÉXICO NO QUIERE VER”. El vídeo cuenta con duros testimonios de tres mexicanos (¡Con el aspecto del mexicano promedio!). Ellos dicen sentir que sus compatriotas los discriminan mucho y hasta los ofenden, simplemente por el color moreno o trigueño de la piel y que los “gueros” (rubios) sin siquiera estar calificados para el puesto, ya tienen todas las puertas abiertas.

        Quizás en el futuro cambie ese nacionalismo y esa xenofobia en esa nación. He leído mexicanos que sospechan que mucho de lo que les enseñan en las clases de historia acerca de su país, está más basado en fantasías, que en hecho verdaderos. Posiblemente, ese sea el primer paso para vencer ese complejo de inferioridad.

        ¡Saludos y Bendiciones. Un abrazo a la distancia!

  3. Hola señor Santiago González. Yo soy argentino de 58 años de edad radicando en México desde 1975. Amo a este país México y ya tengo familia en parte mexicana. Lo amo tanto que me he dedicado a escribir y fotografiarlo en temas de paisaje, arquitectura e historia en revistas mexicanas y he escrito y colaborado en algunos libros. Soy cartógrafo y comencé a serlo en Buenos Aires, cuando salía a recorrer las calles desde Ramos Mejía en bicicleta con un amigo, llegando una vez hasta el estadio de Ferrocarril Oeste, guiándome con los mapas de Guía Filcar. No he olvidado a mi Patria querida, nunca he olvidado a mis abuelos, tíos, primos y amigos queridos de allá y vivo con mis padres, conservando mi idiosincrasia y costumbres como argentino. Tenemos amigos mexicanos queridísimos, que nos han recibido desde nuestra llegada, cuando mi padre vino contratado por una fábrica mexicana. Sin embargo, debo decirlo, he tenido experiencias tristes en mi relación con muchos mexicanos, sobre todo en relaciones de trabajo. Ellos nos acusan de que somos “pesados, arrogantes y creídos”. Yo nunca fui así ni quise serlo. Creo que lo dicen porque no entienden nuestro carácter ni menos nuestra manera de hablar que es franca y sincera, muy a la italiana. Hubo gente que ni siquiera conociéndome, me han agredido en el trabajo, como una vez que tuve que ir a otra área de la oficina a llevar un disco con información, un muchacho me detiene y me dice: “Oye, ¿porqué ustedes los argentinos se creen tan europeos?” No quise agredirlo, pero le contesté esto: “No es que nos creamos europeos, sino que SOMOS descendientes de inmigrantes europeos, ¿qué tiene de malo eso, qué culpa tengo yo?” Si hubiera querido ofenderlo, le podría haber preguntado a él: ¿Y ustedes se creen muy indios? Pero no lo hice, sino, me podría haber matado seguro. Una vez, hace unos tres años, veía las noticias en un canal de televisión y uno de los conductores hablaba sobre un circo en la Ciudad de México dirigido por un argentino y decía que no había tenido mucho éxito, porque no hacía reír a la gente. Entonces, al compañera conductora habla y dijo: “Debe ser por lo argentino”. Yo me molesté mucho, incluso envié un mensaje protestando por ese comentario porque así, hablando públicamente tan mal de los argentinos en general, a mi me hacían sentir como a los Judíos en la Alemania nazi. Y otras malas experiencias he tenido y las sigo teniendo, aguantándomelas con mucho dolor. Otra vez, un compañero de trabajo con quien nunca había tenido problemas con él antes, me dice: “¿Porqué ustedes los argentinos son tan especiales?”. Le contesté que un gran prócer mexicano, don Benito Juárez, exclamó la famosa frase: El Respeto al Derecho Ajeno es la Paz. Espero que algún día podamos los mexicanos y yo vivir con alegría y respeto, y que me dejen de acusar de “pesado” sin yo serlo, porque si hablamos de defectos, como dice el refrán, nadie está libre de ellos y no me voy a poner yo a hablar acá de los defectos de los mexicanos, porque no quiero expresar un odio hacia ellos. Saludos atentos y vivamos en paz.

  4. Lo siento pero más que encontrar antecedentes que justifiquen tu opinión de porqué los mexicanos somos xenófobos, me he topado con la subjetividad y generalización a lo largo de todo el texto, cito “los mexicanos odian por igual a todos los extranjeros, pero al mismo tiempo quieren imitarlos”. No falta decir que es demasiado atrevimiento el juzgar a un país entero como xenófobo, cuando ni viviendo 10 años en cada rincón podrías conocer a todos los habitantes para hacer una crítica de esa magnitud. México, aunque quieras verlo de manera hostil, es un país que recibe de brazos abiertos a los extranjeros y les permite llevar una vida aquí. El mexicano puede ser una persona que ama el doble sentido y chinga por todo, sin embargo, nunca le negará una mano amiga a quien lo necesite. Señalas que el mexicano por su condición de mestizo se siente inferior al extranjero, pero como una pequeña clase de historia te recuerdo que el argentino también es mestizo dado que sus tierras fueron invadidas por españoles e italianos.
    Como tú puedes decir que el mexicano es xenófobo que no podría decir yo del argentino… contar malas experiencias e incluso desprecio a mi nacionalidad sería poco. Podrías imaginarte como me quedo la cara al escuchar a una mujer referirse a su hija como una “boluda de mierda que no deja de rejoder por las noches”. Sin embargo, a diferencia tuya, no voy a generalizar a tu gente como personas groseras y altaneras solo por mi experiencia, pues sé bastante bien que personas malas y buenas las hay en todos lados.
    Deje el prejuicio amigo y visite el sureste de México. Quizá tuvo esa percepción del país gracias a los famosos chilangos, pipopes y gente de las Lomas de Chapultepec, famosos por despreciar a sus propias raíces y recalcar lo superiores que son porque ellos “no son de provincia goeeey, son de la capital”, cuando en México ni si quiera se le llaman provincias a las demás ciudades.
    Generalizar a toda una nación como xenófoba es como decir que todos los musulmanes son terroristas por el simple hecho de profesar la misma religión que personas que han perpetuado actos violentos y agresivos en contra de la humanidad.

    1. Como digo en la nota, viví en varios países, entre ellos México y los Estados Unidos. En México, sin conocerme, con sólo identificar mi acento, me dijeron “Vuélvete a tu país”. En los Estados Unidos, en cambio, me recibieron con la misma afectuosa hospitalidad e interés que en la Argentina dispensamos a todos los bichos raros que caen por aquí (últimamente nos caen por centenares de miles, de los países limítrofes, y más o menos nos las arreglamos). Coincido con usted en que todas las generalizaciones son injustas, y en que no hay clases de personas sino personas. Coincido que lo que percibí en el DF no lo encontré ni en Los Mochis ni en Córdoba de Veracruz, ni en Guadalajara ni en Mérida. Pero ocurre que en el DF reside el México oficial, el de las políticas gubernamentales y el de los medios de comunicación, el que crea opinión y marca el tono del país todo. En mis últimas visitas a México, al DF, me pareció que esa xenofobia generalizada que había percibido décadas atrás iba cediendo a medida que el país, probablemente sus clases medias, iban ganando confianza en sí mismas. Pero todavía en la televisón insistían en hacer hablar con acento argentino a los malos de la película.

    2. Quizás deberias hacer un esfuerzo de lectura comprensiva, y atar el perro, porque parece que ese sentimiento que aquí se trata te impide comprender que acá no se hace mención a la bondad o maldad de los mexicanos, sinó se investiga una regularidad conductual, y se interroga si no esta abonada por grupos pequeños pero influyentes que le convengan esa enemistad por la misma razón que se manipulan a los pueblos con fines político-económicos.

  5. Un vez Pinky comentó que en la época de oro del cine argentino, pero también del mejicano, una gran productora mejicana, compró los master de las películas argentinas para hacer las copias, y distribuiras en México y Centroamérica. En realidad lo que hizo esta productora es quemarlas, y quitarse la competencia. Quería saber si sabés algo de esto.
    Quisiera conocer tu hipótesis si esta es una “política de estado oculta” por parte del establishment mejicano, por una cuestion de negocios… Porque creo que es geopolitica… pero… ¿de México o de EEUU?…

    1. No conocía la historia que cuenta Pinky, pero es posible… En ese entonces la Argentina dominaba el mercado latinoamericano del cine, la principal competencia venía de los estudios de Hollywood, y nunca falta un mexicano que le haga el servicio a los gringos. Creo que el establishment mexicano usa el antiargentinismo para distraer a la audiencia de los problemas locales y exacerbar su nacionalismo, que es la mejor manera de dominar a un pueblo desde los tiempos de las cavernas. Ahora están haciendo una película sobre el Chapo Guzmán, al que le atribuyen una novia que habla con acento argentino… Y bueno…

  6. Buen análisis de la situación social de México actual. Yo vivo en DF desde hace ya 9 años y me cuesta, como extranjero, adaptarme a ciertas actitudes aun con amistades ya establecidas. La autocrítica no existe y expresada por cualquier ente ajeno les suena a arrogancia circunstancial e inválida por mi misma situación migratoria.

    Se tacha a uno de quejumbroso y prefieren vivir en la negación, y su autodenominado “País donde no pasa nada”.

    Me gustaría que se leyera tu ensayo a algunos mexicanos para ver su reacción visceral jajaja.

    saludos,

    Un salvadoreño

  7. He leido con detenimiento su interesante artículo acerca de México y lo que sucede con los argentinos. Me parece que usted ha generalizado sobremanera respecto a esta xenofobia de la que habla. Permítame decirle que en México, estos a quienes llama “chilangos” no los queremos en ningún lado. Son aquellos de la capital que cada vez que van a la provincia, se cercioran hacer saber saber su condición de capitalinos conocedores y poseedores de la verdad absoluta. Permítame le digo que en México hay estados MUY por encima de esos mestizos mal criados que habitan la capital del país.
    Usted puede encontrar gente muy fina y educada aunque de condición humilde en los estados de Chihuahua, Querétaro, Campeche o Yucatán que jamás serían capaces de mal tratar a una persona extranjera.
    Ojalá algún día tenga la oportunidad de conocer otras partes de este país y verá que no todos somos iguales. O ¿Que? ¿Todos los argentinos son pedantes y soberbios como Maradona? ¿No verdad? No nos mida con la misma vara por favor, estamos juntos, pero NO revueltos.
    Saludos desde Guadalajara Jalisco.

    1. Comprendo perfectamente su punto de vista. Todos los argentinos no son como los porteños, pero los porteños suelen representar al país ante los demás. Afortunadamente, pude recorrer México de norte a sur –incluída su hermosa ciudad–, y tanto en el norte como en el sur pude percibir actitudes distintas a las del DF. Pero el problema no está en el prejuicio callejero –que se puede atribuir a la ignorancia y ocurre en todas partes del mundo– sino en el prejuicio digamos institucionalizado, el que aparece en los medios y en ciertas actitudes oficiales. Mi última visita a México fue en el 2007. Las personas con las que conversé –en su mayoría educadas, varias de ellas periodistas– tenían una idea totalmente distorsionada sobre la situación de la Argentina y los argentinos luego de la crisis que nos azotó en el 2001. Una de ellas, en otro orden de cosas, temía distribuir en Buenos Aires un libro que había escrito porque estaba convencido de que aquí se lo iban a piratear. Estas personas, que me hablaban de buena fe y sin ánimo injurioso, se habían formado esas ideas a partir de algo, supongo que de los medios de comunicación. Este es el punto que me preocupa y que me llevó a escribir esta nota, que en ningún momento quiso ser ofensiva sino más bien llamar la atención sobre un problema que entorpece el entendimiento entre dos pueblos y dos países que por otra parte no compiten entre sí en ningún terreno. Gracias por acercar su comentario a este sitio.

    2. Hola soy aghata de veracruz,mex.
      y estoy de acuerdo en lo que dice nuestro amigo argentino, sobre “Muchos argentinos han encontrado en México los caminos abiertos, sea por güeros”
      entre otras cosas que ha publicado en el blogg, si bien es vdd que no todos somos igual, es tambien vdd que estamos como “programados” para ser racistas, machistas, etc. es vdd de los lugares turisticos acondicionados para americanos, es vdd que en el norte del pais lugares como, monterrey, tamaulipas, inclusive michoacan (q no esta casi al centro del pais) si dices que eres de veracruz o guerrero, te ven de manera despectiva, como si fueras basura o algo, el q mencione que somos programados, es por lo siguiente: cuando nace un bebe lo primero en que se fijara la familia es en dos cosas, el color y el sexo, el sueño de toda madre mexicana es que su hija o hijo se case con una chica “guera” si es de piel morena dira : mi hijo tiene a su novia, PERO es morenita… y ese “morenita” va acompañado de un acento como de verguenza… y si es “guerita” sera acompañado de gran entusiasmo, y el puelo mexicano se cree ferviente de la “virgencita morena” “morenita mia” dicen, pero si se presentara en este momento la virgen maria y la virgen fatima, en ese momento se convierten a la de fatima (jajaja) y no solo eso, adoran a cristo por que es blanco y hay de todos los colores pero nunca adoraran a san martin de porra, como adoran a una imagen blanca, ahora hasta la muerte, te digo un secreto: por que es blanca, de cariño le dicen la niña blanca….que asco, no? hace poco conoci a un tipo del norte del pais, como no accedi a sus fantasias-eroticas por internet me dijo q era una “india” “el color moreno es simbolo de inferioridad racial” les dejo con eso, ya que hay que contar experiencias y bueno, que quede registrado no odio a mi pais, al final del dia dormire aqui y mañana vivire bajo sus leyes y normas, no lo digo con afan de aparentar conmiseración solo para que lo que diga a continuación tenga sentido: el cambio debe empezar desde la concepción, dejar de decirle a los niños que por ser niños valen mas (y no me vengan con sandeces de “nooo yo nunca”) hay palabras q indican de manera sutil como ” ten huevos chamaco, que ninguna pinche chamaca te diga que hacer” y dejar el odio entre nosotros frases como ” ¿vas a dejar que ese chamaco indio te gane?” creo q es solo un ejemplo podemos hacer la diferencia.

    3. Maradona es un tipo muy directo y sin duda fue el mejor jugador de fútbol de la historia. No soy fanático de futbol, pero sé del sentido social de Maradona y sus ideas politicas. Por más que quieran montarse a sus errores Maradona fue y es un genio que ningun otro país del mundo ha dado.

  8. Ha descubierto que en la Ciudad de México “no conviene sostenerle la mirada a la gente” Encuentro un gran problema con ese tipo de percepciones: Es la actitud de la paranoia. ¿Cuál será la reacción de personas que no son mexicanos (ya que usted no es muy partidario de la palabra ‘extranjero’) cuando alguien le dice que en México no hay que mirar a los ojos porque las personas tienen una violencia contenida al fondo del carácter?

    Estoy de acuerdo en las aseveraciones que hace del país: México está enfermo y, en cuando a la actitud hacia los “extranjeros” (no puedo usar otra palabra, ya que no tiene ningún sentido negativo o peyorativo) ésta es ambigua y contradictoria, pero no es cierto que los mexicanos sólo declaren su odio de manera abierta hacia los argentinos, ésta es una visión generalizante, exagerada, errónea y alarmista.

    Que México se beneficie de la producción cultural argentina no tiene por qué tener la connotación negativa que usted le está brindando. Es una diferencia de perspectivas. ¿Qué los productos artísticos y culturales no poseen la suficiente calidad para que sean adoptados en otros países? ¿Acaso no es esa una de las razones de la internacionalización de sus guiones, series y talentos? ¿Cuál es el problema con esta práctica? ¿La cultura argentina debe ser cerrada, evitando la exportación?

    Una parte significativa de la población en México es etnocentrista, pero calificar al país de “oscuro y hostil” no colabora con la ruptura paradigmática urgente, no sólo en México, sino en toda latinoamérica.

    1. La referencia acerca de que en la ciudad de México “no conviene sostenerle la mirada a la gente” pertenece al escritor H.A. Murena, y así está citada en la nota. Es verdad que los mexicanos rechazan por igual a todo extranjero, pero el rechazo se intensifica cuando se trata de argentinos. No hay nada negativo en que México acoja la producción cultural argentina, lo negativo está en que lo oculte. Cuando algún producto cultural mexicano gana la atención del público argentino, éste lo recibe, lo reconoce y lo aplaude como tal. Uno de los principales canales de la televisión abierta argentina es propiedad de un mexicano, y de la mañana a la noche presenta telenovelas mexicanas. En México sería impensable que ocurriera lo inverso. Gracias por sus comentarios.

  9. “Una joven mexicana, de razonable nivel de educación, me preguntó un día si Mafalda era conocida en la Argentina”.
    Esta buena esa no pude contener la risa, ahora en serio es en verdad preocupante la hostilidad que se ha generado y que en verdad desconocía que fuese de tan vieja data el nivel de animadversión de los mexicanos hacia los argentinos pero en realidad pienso que es no solo hacia el argentino, si no en general al extranjero, aunque lo reflejen mas hacia una u otra nacionalidad, he visto en foro que se refieren hacia los sudamericanos como “sudacas” tratando de imitar a los españoles en la terminología que usan para referirse despectivamente a un suramericano, es muy gracioso a mi entender viniendo de un mexicano que es conocido como “espalda mojada” o “beaner”, todos términos despectivos y realmente de mal gusto que se use entre latinoamericanos valga la aclaración.
    Ahora bien pienso que nosotros los latinoamericanos lamentablemente unos mas que otros caemos en esos detestables menesteres, bien sea por complejos de inferioridad o en razones que van desde la ignorancia de lo que realmente somos y a donde pertenecemos, pasando por la falta o deficiencia de educación hasta la creación de prejuicios sin fundamento alguno que muchas veces damos por cierto por los mitos y realidades de nuestras características culturales.

  10. Hay que venir al Gaucho Malo para leer reflexiones sin medias tintas. Me recuerda lo mejor de la tradición editorial del diario La Prensa de Buenos Aires que, con todos sus avatares y opiniones cuestionables, publicaba notas escritas con valentía y transparencia de pensamiento, sin cortesías inanes y distractivas.

    1. El diario La Prensa (el de Gainza) fue justamente la escuela donde se formó quien escribe estas notas, y que en toda su carrera ha tratado de estar a la altura de sus maestros. El código de ética de La Prensa se resumía en una sola frase: “Nadie debe escribir como periodista lo que no puede sostener como caballero”. Lo que hace suponer que cuando se escribió la frase había caballeros. También había maestros y periodistas: ahora tenemos trabajadores de la educación y comunicadores sociales. Los lectores podrán deducir por sí mismos si tenemos educación y ética periodística. Para no hablar de los caballeros. Gracias por su comentario.

  11. A propósito de su observación respecto de cómo los mexicanos han sabido sacar provecho de sus pares latinoamericanos, en lo personal me ha tocado desempeñarme profesionalmente en dos multinacionales, ambas con presencia en ese país. Es claro que debido a lo numeroso de su problación siempre resultan un mercado más atractivo para los negocios y dada su cercanía al gran país del norte, suelen resultar cabeceras para la región. Tan cierto como esto es que tanto brasileños como argentinos tenemos un profesionalismo y cualidades técnicas muy superiores a las mexicanas. Así las cosas, no es raro ver cómo se limitan a ser simples transmisores -asignándose el crédito, claro está- del valor agregado que los profesionales de estas dos naciones aportamos. Que los mexicanos aportan poca calidad a su trabajo, o lo hacen mal, es algo que quienes hemos tenido la oportunidad de compararnos profesionalmente, lo tenemos bien en claro.

    1. En el área de mi competencia por lo menos, la experiencia me hace suscribir este comentario. Quisiera encontrar alguien que haya podido entender las traducciones de los libros de informática publicados por la editorial McGraw Hill en México.

  12. No conozco México, pero sí la obsesión local con la ascendencia europea, que francamente no creía tan generalizada. También la forma en que quienes pueden permitirse empleadas domésticas tratan a las indígenas que trabajan para ellos: como esclavas, ni siquiera les dejan compartir la misma vajilla.
    Esta nota me brinda una imagen esclarecedora y alarmante.

    1. El libro de Alan Riding, Vecinos distantes, a pesar de sus 25 años de antigüedad, sigue siendo una referencia imprescindible para todo el que quiera entender la sociedad mexicana. Riding, nacido en Brasil y educado en el Reino Unido, vivió casi una década en México como corresponsal de varias publicaciones. Los últimos seis dirigió la oficina del New York Times en el distrito federal. Gracias por su comentario.

    2. Hola Cecilia.

      Yo soy mexicano, tengo 21 años viviendo en el país y creo firmemente que no hay una obsesión local con la ascendencia europea. La obsesión llega a ser más visible con la práctica de adoptar costumbres y actitudes propias de los Estadounidenses: cultura, hábitos, ideología, identidad.

      La esclavitud de las empleadas domésticas indígenas me parece francamente una exageración. En México es más común que los hogares que tienen contratadas empleadas para el aseo, éstas no habiten con la familia que contrata, es decir, las empleadas sólo se presentan durante el día a hacer sus labores y regresan con sus familias a comer y a dormir.
      La esclavitud de éstas y muchos otros tipos de empleados en realidad se encuentra en la necesidad de realizar jornadas largas y extenuantes para poder percibir un salario que al trabajador le permita alimentar, medianamente bien, a su familia.

      Un saludo.

  13. Da la sensación que en Argentina nos volvimos demasiado políticamente correctos y no nos animamos a llamar las cosas por su nombre. Mientras el presidente mexicano nos hostiga, los medios locales se rasgan las vestiduras como si la suspensión de los vuelos se tratara de racismo. Si en México mismo cerraron los comercios al público y sugirieron que la gente use barbijos… ¿por qué los demás países no pueden tomar precauciones? La nota en La Nación sobre un taxista que supuestamente hizo bajar a un pasajero mexicano implica que lo hizo por temor al contagio. Quizás sea porque no llevaba barbijo, como debería haberlo hecho en su país (¿no le importa contagiar argentinos?) o porque leyó los comentarios con mucha mala leche que circulan en internet sobre nosotros. Acá en la Argentina somos demasiado ingenuos; mientras nuestros “hermanos” latinoamericanos cuidan sus intereses económicos, políticos o lo que fueren.

    1. Los mismos mexicanos que aparecen como víctimas en la nota de La Nación son los que cita una nota similar aparecida en Clarín. Dado que en las denuncias no documentadas sobre poco creíbles actitudes hacia mexicanos en Buenos Aires aparecen involucradas la corresponsal de Notimex y la conductora de un programa radial destinado a la comunidad mexicana aquí, todo lleva a pensar que se trata de un armado para generar la noticia sobre discriminación, dirigida sobre todo al público mexicano. Gracias por su comentario.

  14. Imposible no estar de acuerdo. Donde la Argentina disputa un encuentro futbolístico internacional allí estarán -en la bandeja contraria, claro está- los enormes sombreros mejicanos, igual que en el ’86. Igual que el árbitro mejicano que inventó un penal para Alemania en la final del ’90.

    Ahora, con la gripe, aprovechan el clima por ellos generado para hacer alarde de “nacionalismo”, haciendo ondear su bandera en el avión que fue a buscar a los turistas mejicanos en China (que por el contrario prestó valiosa colaboración a México).

    Y basta ojear un poco los foros para ver el odio descargado contra la Argentina(!) tras el incidente en el partido por la Libertadores. Es hora de que el estado argentino nos proteja, si no de la estupidez ajena, al menos de la invasión de libros para chicos, revistas y películas dobladas en ese acento chillón que los caracteriza.

    1. También hay casos de estupidez propia, como los del diario La Nación que distribuye con su sello diccionarios preparados en México por la editorial Larousse. En un diccionario infantil se leen entradas como ésta: “Cacahuate: … Dícese también maní”; el diccionario inglés-castellano actualmente en distribución está plagado de términos nahuatl. [Agregado del 12/5/09: En este diccionario, las palabras de uso en México están correctamente indicadas Mex. Las de uso en Argentina, con un críptico RP, probablemente Río de la Plata. Entre ellas incluyen Gaucho y sus derivadas. ¿Qué pensarían los salteños gauchos de Güemes si se supieran considerados como rioplatenses? Otra vez, se trata de borrar del mapa a la Argentina, aun a costa de la exactitud histórica y lingüística] Gracias por su comentario.

      1. ¿Ni siquiera mencionan “cacahuete”, que es la versión más extendida? “Cacahuate” se usa sólo en Honduras y México. ¿Será por este tipo de contribuciones a la cultura nacional que ahora en Argentina dicen “vegetales” (con acepción de “verduras en general” sólo en Puerto Rico, según la RAE) en lugar de “verduras”?

      2. También nos tuvimos que acostumbrar a la fuerza a ver letreros que dicen “sale” y “barata” para lo que antes era oferta. Sin hablar de los combos y los stickers!

        1. Con el agregado de que “barata” quiere decir “cucaracha” en portugués, así que me imagino el desconcierto de los turistas brasileños…

          1. No he ido a México y he conocido pocos mexicanos personalmente. Sí interactúo mucho con ellos en Internet dado que vivo en cierta forma de blogger y de YouTube. Tienen en general un odio inexplicable a Argentina y a los argentinos. La discusión con ellos no sirve para probar un punto o ver quién argumenta mejor, lo que buscan es humillar y rebajar al argentino y enaltecerse ellos a pesar de que los hechos y las estadísticas los refuten. Nunca van a reconocer que están equivocados. También condimentan eso con burlas, risas o emoticones. Un clásico: Maradona es Maradroga, no importan sus logros deportivos, lo que importa son sus adicciones. Me ha tocado publicar datos sobre la pobreza en latinoamérica según el Banco Mundial donde se demostraba que en 2018 la pobreza por ingresos en Chile y Argentina era casi la misma. Ahí es donde apareció no un chileno, sino un mexicano a decir que no es así, que en Argentina hay más pobreza porque hay inflación (como si los salarios no se acomodaran) y que este país era una vergüenza, que no destacaba en nada. También para este sujeto aunque la pobreza en México superaba el 30% y en Argentina era del 7%,esto no era relevante porque allá tienen más población (?). En fin, creo que la gente más tóxica de Internet en habla hispana es mexicana. Tu artículo es genial y esclarecedor.

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