La ciudadanía en armas

«Mi hipótesis es que hay dos instituciones clave de control popular del poder en el siglo XIX: la opinión pública, o la “opinión del pueblo”, que se expresa a través de las movilizaciones populares y petitorios; y algo que es mucho más difícil de entender, que es la institución de la “ciudadanía en armas”, la milicia. Los representantes que acumulan poder -y gobiernan de acuerdo a sus propios intereses y beneficios- pueden ser resistidos por las armas. Es una resistencia del ciudadano armado para defender la libertad; es su derecho y su deber. En el caso hispanoamericano, en la milicia tenían la obligación de participar todos los hombres adultos ‘argentinos’ entre 18 y los 60 años. La milicia se organizaba localmente y jugaban un rol fundamental en la vida política. Involucraba a los ciudadanos de todas las clases sociales, con preponderancia de los sectores bajos, y eran fuerzas organizadas, de alguna manera disponibles, que ejercían presión política o impugnaban un gobierno a través de la revolución. La milicia recién se elimina a principio del siglo XX en toda América latina, y durante todo el siglo XIX compite con el Ejército sobre quién tenía el poder de fuego. Esto es una vertiente de participación que no es igualitaria, es jerárquica, pero que recluta ampliamente y representa una fuerza ciudadana. En la milicia, el ciudadano siempre está encuadrado en una institución y tenía el componente de ser la reserva del Ejército, en ocasiones de guerra. En Estados Unidos fue así hasta la guerra civil. En países como México, Argentina, Colombia y Estados Unidos, las milicias rápidamente se convierten no solo en la fuerza principal de defensa de la libertad, sino que también era defensa de las provincias y estados. Desde ahí hay una tensión entre el Ejército y las milicias, y las milicias pasan a ser entendidas como una fragmentación del poder militar. En la historiografía siempre se pensó a las milicias eran reacciones anti modernas y al proceso de centralización estatal como monopolio de la violencia. Pero en el siglo XIX esta formulación no estaba clara: había quienes querían que el Estado concentrara la violencia, y había sectores dentro de la elite gobernante que no lo creían así, y que el monopolio de la fuerza era peligroso. Para poner un ejemplo, Bartolomé Mitre era un partidario de esta división, de este reparto del poder militar, mientras que Sarmiento quería que existieran bajo el dominio del Ejército. El hecho fundamental de armas fue cuando la provincia de Buenos Aires se rebela contra el poder del Estado nacional por un problema electoral, y el Ejército la vence, decidiendo aplastarla. Este proceso, con algunas diferencias, se da en todas partes. Finalmente, lo que surge es una nueva concepción de cómo tiene que ser la política, en la que el orden aparece como primordial. El “juego republicano” anterior había generado mucha inestabilidad, con elecciones impugnadas y agitación, donde los líderes políticos que querían llegar a algún lado tenían que contar con bases populares organizadas. Si no contaban con milicias, fuerzas electorales y diarios no podían llegar a la esquina.» –Hilda Sabato, historiadora, entrevistada por Juan Piscetti en Infobae, 10 de mayo de 2021.

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1 opinión en “La ciudadanía en armas”

  1. Muy buena reflexion. No es demasiado distinto lo que hoy ocurre. Si bien no se ven armas de fuego en poder de los generalmente revoltosos, no podemos ignorar que estan armados y organizados (y financiados). La turba regimentada ostenta palos, bombas molotov y cadenas, todo esto en poder de impunes encapuchados que se pavonean ante la pasividad policial. Para colmo existen y actuan personajes como ese juez que obligo a la Prefectura a desarmarse antes de ingresasr a “territorio ancestral mapuche” o como quiera llamarsele al predio ocupado por esos subversivos. Es mas que obvio que atras de esos delincuentes existen otros en encumbrados cargos politicos. Lamentablemente las FFAA, otrora guardianes del orden constitucional y de los valores patrios no parecen ni alteradas ni siquiera alarmadas ante semejante desquicio.

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