La CIA, las armas, las drogas

La revelación por el grupo de medios estadounidense Fox y la revista mexicana Proceso de que el agente encubierto de la DEA Enrique “Kike” Camarena pudo haber sido asesinado por la CIA y no por narcos, como siempre se dijo, movió a la prensa mexicana a rastrear anteriores denuncias sobre el involucramiento de la central de inteligencia norteamericana en el contrabando de drogas hacia los Estados Unidos… y sobre la suerte corrida por los denunciantes. Tal como en el caso Irán-Contras, la CIA conseguía así fondos para financiar la lucha contra las insurgencias izquierdistas centroamericanas, especialmente los sandinistas nicaragüenses. Washington tenía legalmente prohibida esa clase de operación, pero los halcones norteamericanos estaban empeñados en  librar en esa desventurada región su guerrita hollywoodense contra el comunismo internacional. Naturalmente, quienes a comienzos de la década de 1980 empezaron a investigar los movimientos de los carteles de la droga en México se dieron cuenta de que algo no andaba bien tan pronto aparecieron las huellas de los organismos de inteligencia norteamericanos en el asunto. El primero en dar el alerta fue el comandante de la Policía Federal Judicial Guillermo González Calderoni: en 1993, acusado de colaborar con el cártel de Juárez, huyó de México a los Estados Unidos, donde la DEA le dio amparo como testigo protegido; diez años más tarde fue asesinado en McAllen, Texas. Según escribió Raymundo Riva Palacio, director del diario 24 horas, el siguiente fue un periodista veracruzano no identificado, quien también murió asesinado. Este periodista había compartido sus hallazgos con un colega que seguía una pista parecida: Manuel Buendía, considerado el mayor periodista de investigación en México, ya había detectado la relación entre los carteles mexicanos del Golfo y Guadalajara y el envío de armas a América central, y procuraba establecer el papel de la CIA en el esquema cuando fue asesinado en 1984, según informes desclasificados de la propia DEA. El periodista de Veracruz le había comentado a Buendía la existencia de pistas de aterrizaje clandestinas operadas por estadounidenses. A comienzos de la década de 1990, uno de los testigos presentados por Fox en su informe, el ex piloto de la CIA Robert Plumlee, confirmó ante asesores senatoriales norteamericanos la existencia de esas pistas, y dijo que la de Veracruz se encontraba en un campo de Rafael Caro Quintero, el narco acusado de torturar a Camarena a pedido de la CIA (el asesinato, según los ex agentes entrevistados por Fox, estuvo a cargo de un agente de la CIA, el cubano Félix Ismael Rodríguez). Cinco años más tarde el papel de la CIA en el contrabando de cocaína colombiana a los Estados Unidos vía México volvió a ser tema de una serie de notas del periodista estadounidense Gary Webb en el San José Mercury News. El informe de Fox, finalmente, puso el crimen de Camarena en un contexto diferente del conocido hasta ahora, precedido por otras muertes similares. Todo el asunto resulta de la mayor importancia cuando se trata de definir ciertas acciones de la política exterior estadounidense en América latina, y el comportamiento efectivo, no retórico, de Washington en la lucha contra el narcotráfico. –S.G.

 

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