Jornada agobiante

La concentración de noticias de difícil digestión hizo de este miércoles un día especialmente duro de sobrellevar. Temprano en la mañana el ministro de economía Axel Kicillof dejó en clara evidencia cuál es su idea sobre el sistema republicano y la división de poderes cuando le reclamó al gobierno de los Estados Unidos, nada menos, que le pusiera límites al juez Thomas Griesa, cuyas decisiones respecto de las relaciones entre el país y sus acreedores no son del agrado del gobierno. En una sola frase Kicillof demostró ignorar que, en una república, una de las obligaciones de la justicia es ponerle límites al ejecutivo, y no a la inversa, y que la Argentina decidió voluntariamente someter sus litigios a la justicia estadounidense, de la cual Griesa es un servidor. Al promediar la mañana nos enteramos que las autoridades educativas de la provincia de Misiones decidieron suspender en sus funciones al director de una escuela que había expulsado a cuatro alumnos cuya participación en el robo de una motocicleta frente a la misma escuela estaba comprobada. Sobre el mediodía se conoció la decisión política del oficialismo de sostener al vicepresidente de la Nación Amado Boudou, acusado por la justicia de cometer delitos poco comunes y comunes, para que presidiera la sesión del Senado. El oficialismo se salió con la suya, Boudou presidió la sesión, pero la oposición tomó su propia decisión política y abandonó el recinto después de decirle en la cara que su presencia en ese lugar era una vergüenza para la Nación. Sin un respiro, nos enteramos seguidamente de que la Corte Suprema pidió revisar la sentencia que condenó a varios responsables (músicos, funcionarios y otros) del incendio en la discoteca Cromagnon que hace 10 años causó la muerte de 198 personas; enseguida se dispuso la libertad de los que estaban presos. Al caer la noche estaba prevista la partida de Boudou hacia Colombia para representar indignamente a la Argentina en la asunción de Juan Manuel Santos a la presidencia de ese país. Día agobiante como pocos, al que ¡ay! al cierre de esta nota todavía le quedaban algunas horas. –S.G.

 

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