Hace un par de semanas, los kirchneristas estaban asustados porque su candidato aparecía estancado en las encuestas, mientras Sergio Massa mejoraba inesperadamente su perfil. Entonces echaron a rodar la especie de que el PRO le estaba brindando secretos, urgentes auxilios económicos al candidato renovador con la intención de que el tigrense le restara votos al oficialismo y le impidiera ganar en primera vuelta. Ahora es el PRO el que está asustado. El caso Niembro y otras puntitas del iceberg amarillo que asomaron inoportunamente (Ver Matufias, negaciones y patoteos) parecen haberle restado crédito en el electorado, mientras que Massa continúa beneficiado por un constante no digamos viento pero sí airecito de cola. Entonces vemos cómo ruedan las versiones contrarias, que sugieren que desde el oficialismo se impulsa la figura de Massa para que le reste votos a Mauricio Macri y evite así que éste consiga forzar una segunda vuelta, imprescindible si quiere llegar a la presidencia. Es claro que todas estas son versiones lanzadas para asustar a los votantes con su cuco preferido, el kirchnerismo o el macrismo, e inducir a la polarización. La figura de Massa creció desde que el establishment se desinteresó de él (Ver Apareció Sergio Massa), y además es el único candidato que habla claro sobre lo que piensa hacer. Tanto el PRO como el FPV se sienten incómodos con este tercero en discordia, y creen que se lleva los votos que justamente los conducirían a ellos al triunfo. Por eso tratan de desacreditarlo asociándolo con el enemigo. Pero el tiro puede salirles por la culata. Si las versiones fueran ciertas, en las semanas que restan hasta las elecciones Massa podría hacer maravillas con el dinero del PRO y el apoyo propagandístico del kirchnerismo, y aún si no lo fueran, la sola presunción de que el intendente haya sabido maniobrar de manera que los vientos opuestos de sus rivales soplen coordinadamente a su favor podría elevarlo en la consideración de los votantes. ¿Y quién perdería más con un fortalecimiento de Massa, Daniel Scioli o Macri? Una historia con final abierto. –S.G.