“[No] debe extrañar que las actividades económicas más rentables en el país sean las vinculadas a la extracción de recursos naturales, mercados cautivos, acceso a información privilegiada, especulación financiera, cambiaria e inmobiliaria, contratos privilegiados con funcionarios del Estado. En estas actividades se obtienen rentas de fácil traslación para alimentar los bolsillos y el ego de mediocres y oportunistas que acceden a posiciones jerárquicas sin tener trayectoria ni mérito para ello. La democracia representativa que hoy funciona en Argentina no responde a los ideales de una sociedad abierta a la participación popular, más igualitaria y autónoma, como prometía en los comienzos de su restauración. Por el contrario, está hoy cerrada en torno a los intereses de ciertos grupos que, independientemente de los eslóganes ideológicos que publicitan, coinciden en lucrar hablando del y por “el pueblo”. Sin embargo, su mayor preocupación es cuidar los intereses de sus miembros, medir bien mediáticamente y armar adecuadamente la lista de invitados a sus fiestas. (…) La persistencia en el tiempo de estas prácticas políticas sugiere que las elites se sienten cómodas con las mismas y que su mayor preocupación es elegir candidatos en el momento de las elecciones.” –Rubén Lo Vuolo, economista, en Clarín, 30-12-14.